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A la Memoria de
Jasa 'Haille' Anguillo
Para que otras mujeres jóvenes y niñas no mueran

Historia de Haille: Parte 1 Parte 2 Parte 3
Sugerencias para jovenes, adultas/os, y communidades
Preguntas para discusión
Respuestas a la discusión
Construyamos un mundo seguro para las niñas y las jóvenes
Enlaces sobre violencia doméstica contra jóvenes
La siguiente es una historia de la vida real y una unidad educativa sobre violencia doméstica contra jóvenes, el sistema de justicia criminal y acción comunitaria.
A la Memoria de
Jasa Haille Anguillo
Jasa  'Haille' Anguillo 8 deoctubre de 1985- 22 de mayo del 2005

Todos los nombres han sido cambiados, excepto los de
funcionarios públicos y de la familia inmediata de Haille.

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Por favor recordar que Atticus Reynolds no ha sido sentenciado por el asesinato de Haille y, siendo así, es inocente hasta que se pruebe lo contrario. Sin embargo, Reynolds se declaró inocente por razones de demencia. Esto indica que su principal defensa probablemente será que no hubo intención criminal. No significa que no haya cometido el asesinato.

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Parte 1
Néctar en un colador

Temprano en la tarde del 22 de mayo del 2005, Antonio y Lilia llegaron a los serenos paisajes debajo del puente de los Geysers; un sitio perfecto para un paseo dominical, y mejor aún porque son tan pocas las personas saben de su existencia. Pero al igual que la emboscada de una pesadilla en un sueño, su día quedó hecho añicos por la escena de una joven mujer que luchaba por su vida en un automóvil estacionado cerca de ahí. El brazo de un hombre apretaba ferozmente su cuello, y con el otro blandía un cuchillo.

Antonio saltó de su auto. La joven mujer empezó a pedirle ayuda a gritos. Él corrió hacia una de las ventanas del otro vehículo, gritando y ordenándole al hombre que se detuviera. Éste se volteó hacia Antonio con una mirada asesina, maldiciendo y amenazándolo con el cuchillo.

Temiendo no poder hacer mayor cosa, y también por Lilia y el niño que llevaban, Antonio volvió a su auto y manejó rápidamente hasta la estación de la Policía de Cloverdale. Nadie ahí hablaba español. A través de un bombero que sirvió como traductor, Antonio se apuró a relatarle a la policía acerca de la mujer que pedía ayuda, sobre la ira asesina del hombre que intentaba estrangularla, el barullo, ¡el cuchillo en su mano!

Lo que sucedió después es tan espectacular que en un principio podría parecerle inexplicable a cualquier persona. La Policía de Cloverdale sencillamente se rehusó a reaccionar. Los agentes le informaron a un estupefacto Antonio que el sitio del incidente (a sólo tres minutos en radiopatrulla por la autopista) estaba fuera de su jurisdicción. La excusa para no responder a un asesinato en progreso era tan poco convincente que resultaba impensable - especialmente en esta zona rural donde las agencias cubren de rutina los llamados que reciben unas y otras. Por el contrario, la Policía de Cloverdale llamó al Departamento de Policía del Condado de Sonoma, aunque el sitio, apenas unos metros fuera de la línea del Condado de Mendocino, también está fuera de la jurisdicción de ese Departamento.

Según los registros del despachador, la Policía de Cloverdale llamó al Departamento de Policía de Sonoma a la 1:18 p.m. y el alguacil de Sonoma llegó a la escena 10 minutos después, a la 1:28 p.m.

Los registros de la Policía de Cloverdale indican que a la 1:29 p.m. el alguacil de Sonoma llamó de vuelta a la Policía de Cloverdale pidiendo ayuda. Ésta llegó a la escena a la 1:32 p.m. Es decir que la negativa inicial de Cloverdale a reaccionar costó siete minutos en tiempo de respuesta.

Cuando el agente del Departamento de Policía de Sonoma revisó el automóvil en la escena, halló adentro el cuerpo sin vida de Haille y al hombre aún encima de ella. El agente arrestó a Atticus Reynolds, de 27 años de edad, por el asesinato de Jasa 'Haille' Anguillo, de 19.

Con excepción de Atticus Reynolds, ¡nadie quería que Haille muriera! ¡Nadie! Al conversar con personas después del asesinato - desde funcionarios hasta transeúntes - quedó claro que la muerte de Haille despertó, aunque por corto tiempo, una agitada unidad en los corazones de la gente. Sentían una pena profunda, y un gran asombro invadió a todo el pueblo por el golpe de la muerte de una persona joven. La gente intercambiaba miradas universales con la absoluta claridad que esta situación nunca debió llegar tan lejos. Es ahí, en esas profundidades compartidas de nuestros corazones, sin importar de qué manera el tiempo las entierre de nuevo en rutinas diarias e insignificantes intereses, donde nuestro coraje debe unirse para hacer cambios, para que esto no pueda volver a ocurrir.

Porque no debemos confundirnos. Es probable que nunca se sabrá si una respuesta apropiada por parte de la Policía de Cloverdale habría salvado la vida de Haille o no. Pero la absoluta renuencia de la Policía de Cloverdale a responder al asesinato en progreso de esa joven mujer no es más misteriosa ni inexplicable que los tantos casos de fallas similares de otros oficiales, las cuales condujeron directamente a dicho asesinato.

El asesinato de Jasa 'Haille' Anguillo estaba en progreso y pudo ser prevenido en muchos puntos. Y también lo será el siguiente asesinato de otra joven mujer en nuestra comunidad, cuya muerte, en este momento, ya es un asesinato en progreso, en preparación, si la gente no actúa ahora mismo.

Nosotras y la familia de Haille hemos escrito crónicas de los eventos que condujeron al asesinato de Haille especialmente para alertar a nuestra comunidad sobre el siguiente asesinato en progreso de otra mujer joven, y de lo que se debe hacer para prevenirlo.

También relatamos la historia de Haille por otras razones. Desde el día en que ella fue asesinada hasta el momento de escribir estas líneas, el diario Press Democrat ha publicado un total de 12 frases acerca de ese asesinato. No se puede permitir que el asesinato de una mujer de 19 años sea sacado del panorama de la existencia humana sin consideración alguna. El hecho de que la prensa falle en explorar el significado y las consecuencias de la vida y el asesinato de Haille es ya una piedra siniestra en el camino hacia la muerte de la siguiente mujer. Es una declaración mortal de desconsideración que es imposible permitir que prevalezca.

Y para todas las personas, jóvenes y mayores, que extrañan terriblemente a Haille y se conduelen por la insensata pérdida de su joven vida, esperamos que este relato pueda empezar a honrar a Haille y aliviar el dolor.

Este informe presta una particular atención al sistema de justicia criminal. Sin duda alguna, nuestras escuelas, vecindarios, iglesias, familias y otras instituciones tienen un importante papel que jugar para acabar con la violencia contra las mujeres. Pero una vez que existe violencia o amenaza de violencia, sólo el sistema de justicia criminal tiene la misión, los poderes y la autoridad que se requieren para controlar la criminalidad.

Queremos agradecer a todas las personas que dejaron a un lado sus intereses personales para hablar con nosotras. Dado que numerosos documentos oficiales estuvieron cerrados al público como parte de la investigación abierta del asesinato, sin esas personas no habríamos podido elaborar el presente informe.

Lavandas y rosas, jazmines y geranios

Al igual que tantas veces en las últimas dos semanas, Sandra, de 20 años, se descubre de pie y anonada entre las flores del fin de primavera que rodean su hogar, y todavía no encuentra sentido a sus atrevidos brotes de color. Hace apenas seis semanas, al regresar a su casa, encontró ahí a su buena amiga Haille, cavando y sembrando el jardín sorpresa con gran energía. En las semanas siguientes Haille volvió una y otra vez en su usual estilo: sin anunciarse. Sandra consigue sonreír. "Haille quería asegurarse de que las plantas aún estaban vivas", dice. Ahora, sin importar hacia dónde mire, las lavandas y rosas, los jazmines y geranios están todos rebosantes de vida. Y Haille está muerta.

La noticia fue para todos un solo golpe devastador. Haille, Sandra y un par de docenas de jóvenes de Sebastopol habían formado un estrecho círculo de amistad que han mantenido durante años, aun asistiendo a distintas escuelas o habiéndose mudado a otros pueblos. Cuando una de estas jóvenes personas escuchó la noticia, también las demás la escucharon. El 22 de mayo, al norte de Cloverdale, debajo del puente de los Geysers en la Autopista 101, Atticus Reynolds había estrangulado a Haille hasta matarla.

La Haille que "se movía cuando el espíritu la movía". Haille, "a quien nadie podía detener". Haille, la más independiente y autosuficiente del grupo. Haille, que acababa de regresar de su celebración 'hafla' con danza de vientre. La que "siempre se mantiene en contacto con sus amistades, sin importar dónde esté". Haille, "que experimenta con todo y cae parada".

Aun así, pese al deleite que sus amistades siempre sentían por el espíritu bohemio de Haille, más de una le había dicho, más de una vez y muy claramente: "Atticus no es bueno para ti, Haille". "¡Aléjate de él!"

"Puedo manejarlo", a menudo respondía ella. "Puedo manejar a Atticus". Sin embargo, en conversaciones más íntimas y desde el principio, Haille tenía claro por qué estaba con él y lo reconocía abiertamente. Quería ayudar a Atticus con sus problemas emocionales. De hecho, en su joven ingenuidad, ella estaba por completo segura de que podría ayudarlo.

Pero a mediados de abril de este año, cuando Haille terminó esa relación que había durado dos años, hasta ella comenzó a darse cuenta de que la situación era más de lo que podía manejar.

Un mes antes de ser asesinada, Haille empezó a tratar de protegerse a sí misma y a otras personas contra los crecientes ataques de ira de Atticus. Como el día en que llamó a su tía desde la tienda general donde trabajaba en Cloverdale. "Haille me llamó para advertirme que Atticus había llegado furioso a la tienda y que se dirigía a mi casa para recoger algo que había dejado aquí", dice su tía. "Haille me dijo que pusiera el objeto en una bolsa y lo dejara al final del sendero de entrada a la casa".

Haille también comenzó a protegerse ella misma: se mudaba de un lugar a otro, se escondía de Atticus, cortó la comunicación con él, buscaba ayuda de la policía, le pedía a la gente que se quedara a su lado. Pero como tantas veces ocurre en la más cruel ironía de la violencia doméstica, es precisamente cuando la víctima da el paso definitivo para irse que el abusador pasa a una cacería obsesiva y focalizada y se dispone a matar.

Es difícil creer que cualquier muchacha de 19 años del mundo podría haber logrado escapar de esa ola criminal que era Atticus Reynolds. Y es poco probable que Haille o alguna de sus amistades y familiares supiera del verdadero alcance de la criminalidad de él. Para cuando tenía 27 años de edad, casi no quedaba una sola categoría de crimen en el Código Penal que él no hubiera ya infringido.

Pero lo que nadie habría podido siquiera empezar a imaginar es la increíble cantidad de agentes policiales, fiscales, oficiales de libertad condicional y jueces, programas que ofrecen consejería o tratamiento a los perpetradores (en vez de hacerlos pasar por el proceso criminal) y jurisdicciones que tuvieron a Atticus firmemente en sus manos y luego lo dejaron ir con total descuido: una y otra vez, un crimen tras otro, pavimentando así de impunidad el homicida camino de él hasta ese lugar desolado debajo del puente de los Geysers, donde estranguló a Haille.

Un mes antes del asesinato, ignorando casi todas estas cosas y condenada por ellas, cuando Haille se enteró de que Atticus había sido encarcelado por asalto con arma mortal, ella le exclamó angustiada a Rhonda: "¿Por qué la madre de Atticus no me dijo lo loco y peligroso que él era?"

En el silencioso ojo de la tormenta

Rhonda es la madrastra de Haille; "mi mamá bono", como ella la llamaba. Rhonda conoció a Mike, el padre de la joven, cuando Haille tenía ocho años de edad. Se unieron, con un modesto ingreso proveniente del diseño de exteriores y un compromiso más profundo que el de la mayoría hacia la ética de armonía y amor del condado occidental, y ambas familias se fusionaron.

A la edad de 13 años, Haille florecía en el sustento de su hogar. Sus difíciles primeros años parecían haber quedado atrás. Compartía el amor de su padre y de Rhonda hacia las plantas y el trabajo con éstas y deleitaba a la familia con su especial ingenio en el uso de las palabras.

"Papi, ¡feliz cumpleaños!", escribió ese año en una colorida tarjeta para su padre. "Espero que hoy te estés sintiendo especialmente joven".

"Estoy tan contenta de haber podido pasar los últimos años contigo. Me encanta la idea de estar mucho más tiempo a tu lado. Espero que sea en el trabajo o, mejor aún, durante las vacaciones. Estoy emocionada de crecer con mis hermanos y hermanas. Gracias por traerles a mi vida. Gracias por todos los conocimientos y la experiencia que has compartido. Yo no estaría aquí ahora sin tu orientación y la de Rhonda.

"Todo lo que nos queda por hacer es ser aún más inteligentes y felices. ¡El futuro es brillante!"

Firmado: Haille

Ahora Rhonda se encuentra parada aquí, en las oscuras sombras de esta caverna de concreto debajo de la autopista. Al este no hay un panorama más prístino de las colinas color de león de California. Al occidente, el bosque de secoyas oscurece las aguas pluviales del fin de primavera en el Río Ruso.

Con todos los bellos y tranquilos lugares alrededor del área, ¿por qué alguien detendría su automóvil aquí, en este desolado sitio debajo de la autopista, a menos que tuviera una maldad en mente? Una alta cruz cargada de flores y clavada en el duro suelo mira de vuelta a Rhonda, guardando las respuestas a un millón de otras preguntas: ¿por qué?

Tal vez por casualidad, o quizás por destino y para encontrar refugio en el mismo silencioso ojo de la tormenta, un agente del Departamento de Policía llega al sitio. Con la cabeza agachada y el corazón perceptible en el temblor de sus manos, saluda a Rhonda. "Durante años hemos estado tratando de atrapar a Atticus", confiesa. "Pero simplemente no hemos tenido mucho éxito en pescarlo en la escena de un caso de drogas".

Era una combinación tan dolorosa de lo genuino y lo errado. Si por años Atticus había sido reportado a las fuerzas de seguridad por una larga trayectoria de hurtos, consumo de drogas, incendios provocados, violaciones, violaciones de órdenes de restricción, amenazas de muerte, amenazas de incendio, asalto con arma mortal, incomparecencia ante los tribunales, resistencia al arresto, robo de vehículo, violaciones a la libertad condicional, acecho, hostigamiento, falsos reportes policiales y ahora un asesinato tan fresco que estrangula el aire, ¿cómo podía el agente continuar viendo a Atticus Reynolds sólo a través del miope lente de un caso de drogas? (Ver los antecedentes penales parciales de Atticus.)

Un susurro en el viento

Descubrir y exponer las realidades de las vidas de las mujeres jóvenes es como llevar a cabo una excavación arqueológica en terreno difícil. Siglos de sedimento sexista deben primero ser extraídos, para luego levantar frágiles huellas de la arena. Y aun así, algunos de los eventos más lacerantes de las vidas de las mujeres no dejan más rastro que un susurro en el viento.

Dos semanas después del asesinato de Haille, el restaurante en las afueras del pueblo parecía haber vuelto por completo a la normalidad. La mesera hablaba animadamente con un cliente, mientras el cocinero estaba muy ocupado en su propio espacio. Por un instante cuando le pregunté al propietario si era posible que habláramos sobre Haille, su mirada podía traducirse así: 'Lo siento, lo siento, tengo que atender el negocio... el negocio'. Luego, con igual rapidez, un mar de dolor llenó sus ojos y me hizo una seña indicando que fuéramos a sentarnos a un cubículo al fondo.

Haille apenas había empezado a trabajar como mesera en ese restaurante, relató Mark, el dueño. Dijo que, en la mañana del 17 de mayo, Atticus había entrado al lugar mientras ella trabajaba y que su actitud era agresiva: vociferaba con vehemencia, muy encendido. Le gritó a Haille que no debía estar laborando ahí y la acusó de que trabajaba para el gobierno. Mark dijo que Haille estaba atemorizada y que él no pudo lograr que Atticus se fuera, por lo cual llamó a la Policía de Cloverdale. Explicó que cuando los agentes llegaron, sólo le dijeron en voz baja a Atticus que se retirara. Mark no supo qué ocurrió después, ya que se había estado sintiendo mal y fue a descansar a la parte trasera del restaurante antes de que los agentes se fueran de éste.

Pero lo que sucedió después fue tan perturbador que Haille tomó su celular y llamó a su amiga Barbara mientras la policía aún estaba ahí. Lo que Haille dijo en el teléfono le pareció tan desconcertante a Barbara que dos semanas después, cuando habló con nosotras, ella aún estaba embargada de emotividad. Nos dijo que, mientras Haille le hablaba, podía escuchar la voz de un agente policial al fondo y, de hecho, reconoció la voz de éste. (El nombre del agente que Barbara nos dio concuerda con el registro del despachador que obtuvimos más adelante.)

Según Barbara, Haille estaba enojada en extremo. Había llamado a Barbara pues estaba muy molesta porque el agente se rehusaba a ayudarla. Barbara dijo que Haille le rogaba al agente que le emitiera 'una de esas órdenes de restricción de 24 ó 72 horas', pero que el agente se negaba a dársela. (Es muy probable que Haille se haya referido a lo que se conoce como Orden de Protección de Emergencia, una orden de protección de corto plazo que la policía puede escribir en la calle, diseñada precisamente para este tipo de situaciones.) La misma Barbara se sentía tan aturdida al recordar esa llamada telefónica que repetía con cólera que al agente "no debería perdonársele esto".

Sin embargo, además del acoso por parte de Atticus en el restaurante y la negativa del agente a brindar ayuda, tanto Barbara como a Haille tenían en ese momento muchos otros motivos para preocuparse profundamente. Apenas unos días antes, Haille había llegado a la casa de Barbara y temblando le contó que Atticus la había llevado a un arroyo aislado donde, después de lanzarla al piso boca arriba, la atrapó con sus rodillas y luego procedió a fingir que la estrangulaba. Haille le dijo a su amiga que había luchado en vano por escapar de él; no podía liberarse. Durante esa batalla, Atticus se inclinó sobre ella y le susurró al oído: 'No voy a matarte esta vez, pero sí lo haré la próxima'.

El incidente aterrorizó tanto a Haille que en los días siguientes se lo relataría a varias de sus amigas. Se cree que ese ataque ocurrió el 13 de mayo. Pero al igual que tantas adolescentes dispuestas a arreglar sus asuntos por su propia cuenta, Haille nunca le reveló esto a nadie de su familia.

No se sabe si Haille le habló al agente policial sobre las amenazas de muerte de Atticus o de su simulacro de asesinato; también ignoramos si el agente siquiera le dio a ella una oportunidad para que se lo contara. De cualquier manera, aun sin ninguna información de parte de Haille, el agente tenía sobrados motivos para arrestar a Atticus. Éste se encontraba bajo libertad condicional por otros dos crímenes, así que podía ser arrestado con base en ello.* El agente también habría podido arrestarlo por traspasar o por conducir sin licencia.

Pero ¿puede quedar alguna duda? Si el agente hubiera prestado una mínima atención a los atemorizados ruegos de ayuda de Haille, si le hubiera hecho aun la más simple pregunta acerca de qué andaba mal o de por qué estaba ella pidiendo protección, Haille le habría dado toda la información necesaria para que el agente armara el rompecabezas y atrapara a Atticus por cargos mucho más graves que el de violencia doméstica (por el ataque del 13 de mayo) y/o acecho y/o amenazas terroristas - o, más apropiadamente, por estas tres cosas.

El agente hasta tenía ventajas inusuales en el caso. Ahí estaba el dueño del restaurante como testigo presencial que podía corroborar elementos clave de la conducta amenazante de Atticus y del nivel de temor de Haille. Y había también otros testigos: las amigas de Haille a quienes ella les había contado sobre el ataque y las amenazas de muerte.

Por el contrario, y en violación directa de la ley estatal (la Sección 13730 del Código Penal) que obliga a la policía a escribir un reporte de "todas las llamadas relacionadas con violencia doméstica", el agente no hizo absolutamente nada.

Es en este punto de la historia - o en el mismo punto en cientos de historias similares que hemos podido registrar acerca de cómo la policía descarta los casos de violencia doméstica - que la gente nos detiene e incrédula pregunta: ¿Por qué ignoraría la policía los ruegos de ayuda de una mujer visiblemente aterrorizada, sobre todo cuando el sospechoso es un residente local que tiene tan malos antecedentes? ¿Y en especial si ese hombre está ahí mismo, donde pueden atraparlo con facilidad? Existen muchas capas en la respuesta, todas las cuales deben ser remediadas a fin de salvar las vidas de las mujeres. Pero dado que apenas estamos empezando a relatar la historia de Haille, he aquí una respuesta breve:

Porque la policía, al no hacer preguntas y dar la vuelta al primer indicio de violencia doméstica, puede ahorrarse la molestia de escribir el reporte y hacer un viaje a la cárcel. Porque la tarea más desagradable para muchos agentes es escuchar a quienes ellos ven como 'emotivas mujeres quejándose de hombres desafortunados'. Porque las fuerzas de seguridad continúan siendo una comuna hermética de cultura de dominio masculino y de creencias sexistas. Porque un policía, al darle la espalda a la violencia doméstica, puede regresar a las calles para lidiar con el 'verdadero crimen'. No hay reporte, no hay registro, no hay alboroto, no hay rastro, no hay huellas, no hay violencia doméstica, no hay rendición de cuentas. Porque el agente también sabe que estas víctimas son tan vulnerables que es muy poco probable que encuentren una manera efectiva de protestar contra el maltrato recibido de un policía.

Si no hubiera sido por el propio sentido de justicia de Haille, como también por el hecho de haber hablado con su amiga y protestado contra la respuesta del agente en presencia de éste, sus ruegos - al igual que los de tantas otras mujeres y niñas - se habrían desvanecido como un susurro en el viento.

En general la gente tiende a ver el abuso de poder por parte de las fuerzas de seguridad sólo en el ejercicio desmedido de ese poder; por ejemplo, en el uso excesivo de la fuerza, en sembrar evidencias o agregarle demasiados cargos a un caso. Lo que muchas personas no ven es que se ejerce igual opresión y se comete igual daño toda vez que la policía sistemáticamente no implementa sus poderes. Cuando las fuerzas de seguridad se rehúsan a actuar, como con tanta frecuencia lo hacen en los crímenes de violencia contra las mujeres, no hay ningún otro lugar al que ellas puedan recurrir para obtener protección. Es por ello que la Legislatura de California formuló la ley que obliga a la policía a escribir los reportes.

Nosotras no nos sorprendimos al descubrir una total desconsideración de la policía como preludio al asesinato de Haille. La hemos encontrado en el camino que conduce a los homicidios de mujeres relacionados con violencia doméstica en todos los casos investigados por nosotras. Y la hemos visto cada día en nuestro trabajo con mujeres víctimas de violencia, sin grandes mejorías durante muchos años.

Lo que sí nos sorprendió fue observar el grado al cual los programas cruciales de seguridad pública, en apenas los últimos dos años, han sido eviscerados desde adentro, de esta manera no sólo contribuyendo a la muerte de Haille sino también comprometiendo la seguridad de toda la comunidad.

Footnote:

Estar bajo libertad condicional significa que una persona ya ha sido sentenciada por un crimen, pero en vez de que vaya a la cárcel se le considera elegible para la oportunidad de quedar fuera de ésta y movilizarse - dependiendo de su buena conducta, de que obedezca todas las leyes y de otras condiciones que un juez pudiera estipular sobre su conducta. También significa que esa persona puede ser arrestada en cualquier momento por una mínima infracción y ser conducida a la cárcel sin posibilidad de pagar fianza para salir libre - porque ya fue sentenciada y desperdició la oportunidad que se le dio.

Durante los últimos cinco años, Atticus Reynolds ha estado en todo momento bajo libertad condicional supervisada por las cortes por uno u otro crimen. (El término 'libertad condicional supervisada por la corte' se refiere a libertad condicional que es monitoreada por las cortes y no de manera específica por un oficial de libertad condicional.) En los últimos cinco meses y hasta el día en que asesinó a Haille, Atticus estaba bajo libertad condicional supervisada por la corte por dos crímenes separados: uno por conspiración criminal en el Condado de Sonoma y otro por robo de vehículo en el Condado de Mendocino. En cualquier momento habría podido ser arrestado por simple mala conducta, llevado a la cárcel por violación de la libertad condicional y retenido ahí sin posibilidad de salir mediante el pago de una fianza. Aunque esta opción ha estado disponible para la policía en los últimos cinco años, ésta nunca utilizó ni siquiera ese obvio recurso para atrapar a Atticus.

La Historia de Haille - Parte 2

 

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