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Decisiones letales lejos del ojo del públicoin que Haille, Barbara o Mark lo supieran, cuando Atticus entró furioso al restaurante el 17 de mayo, habían pasado sólo algunas horas después de que, una vez más, fuera liberado de la cárcel del Condado de Sonoma, donde pasó la noche tras haber sido arrestado el día anterior por la Policía de Cloverdale. El 16 de mayo Atticus había armado un alboroto similar en una tienda en esa misma calle, en el lugar donde Haille solía trabajar. Aparentemente, él no sabía que ella acababa de cambiar de empleo. Tal como ocurrió con Mark en el restaurante, el propietario de la tienda le ordenó a Atticus que se fuera. Éste sí lo hizo. Luego sacó su furia a la calle y empezó a saltar enfrente de automóviles en movimiento. Su conducta fue tan exagerada que Jim, el dueño de la tienda, llamó a la policía y le dijo al despachador: "Más vale que manden a alguien ahora mismo. Él va a terminar muerto o habrá un accidente". La Policía de Cloverdale arrestó a Atticus el 16 de mayo por ebriedad en la vía pública y lo condujo a la cárcel del Condado de Sonoma. Los oficiales de libertad condicional son el tercer pilar, no proclamado, del trío de las fuerzas de seguridad. A diferencia de los agentes de policía y los fiscales, a quienes se les destaca como héroes en los programas televisivos de mayor audiencia, estos oficiales no figuran ni por asomo. Una de las funciones más críticas de los oficiales de libertad condicional suele ser tan desconocida como lo es invisible. Los oficiales de libertad condicional son expertos en apreciar rápidamente el panorama casi completo de la vida y los crímenes de una persona. Todo el sistema depende de los miles de reportes sumarios que ellos han compilado cada año. Por ejemplo, cuando los jueces aparecen para emitir sabios pronunciamientos desde sus asientos el día de la sentencia, por lo general sólo están repitiendo las recomendaciones de un oficial de libertad condicional, que fue quien primero investigó, compiló y evaluó la vida de la persona sentenciada. Hay otro punto centinela, aún más oculto, en el que los oficiales de libertad condicional son los guardianes más vitales de la seguridad pública. O al menos lo fueron hasta marzo del 2004 en el Condado de Sonoma. Cuando la policía llevaba sospechosos a la cárcel del Condado de Sonoma, sin importar cuán pequeña hubiera sido la ofensa, antes de que un prisionero pudiera salir mediante el pago de fianza, primero tenía que pasar por el fino cedazo de la investigación de citaciones y liberaciones realizada por un oficial de libertad condicional. Este oficial empezaba por examinar la compleja miríada de bases de datos del sistema de justicia penal, buscando órdenes de captura pendientes, el estado de la libertad condicional o bajo palabra, nuevos cargos pendientes, órdenes para detener y retener, incomparecencias, órdenes de restricción y más. Luego consultaba el registro de las órdenes del día de la corte o llamaba por teléfono a otras agencias, además de hacer todo lo necesario para responder cualquier pregunta surgida de los nuevos datos obtenidos. La política era: si existe una base legal para retener a un prisionero, ¡hay que hacerlo! Muchos delincuentes, confiados de que estaban a punto de dejar la cárcel por una falta menor, han tenido un amargo despertar luego de que un oficial de libertad condicional espulgó sus antecedentes y los retuvo sin posibilidad de salir bajo fianza. El 16 de mayo, cuando Atticus Reynolds fue arrestado y conducido a la cárcel por ebriedad en la vía pública, en sus antecedentes había más de una cosa que ameritaba retenerlo ahí. Para empezar:
Además:
Y esto es sólo lo más reciente de las banderas rojas de sus antecedentes. Pero en las primeras horas de la mañana del 17 de mayo del 2005, Atticus tenía poco de qué preocuparse cuando se preparaba para salir de la cárcel, como tantas veces antes lo había hecho. El programa de citaciones y liberaciones del Departamento de Libertad Condicional del Condado de Sonoma, que durante casi dos décadas contó con la férrea custodia de cuatro oficiales específicos, había sido suprimido el año anterior. El programa fue originalmente aprobado e instituido como parte de un decreto de consentimiento ordenado por una corte en 1985, luego de una demanda contra la cárcel. Sin embargo, en marzo del 2004, sin ninguna notificación de prensa o pública, Cora Guy, directora del Departamento de Libertad Condicional del Condado de Sonoma, trasladó la totalidad del programa de citaciones y liberaciones de esta dependencia a los guardias penitenciarios. El traslado de dicho programa a los guardias de la cárcel fue una disposición tan imprudente como lo sería que un centro de traumatología dejara en manos de asistentes de enfermería las decisiones cruciales sobre prioridades en el tratamiento médico inmediato de pacientes en la sala de emergencias. Por un lado, los guardias penitenciarios tienen un gran conflicto de intereses para realizar esta función, ya que a mientras más personas dejen salir de la cárcel, menos trabajo tendrán. Por el otro, su nivel de capacitación no es ni por asomo el requerido para hacer búsquedas en los complejos sistemas de antecedentes penales; mucho menos aún les brinda el crucial conocimiento a profundidad del sistema legal que se necesita para interpretar adecuadamente el significado de lo que están viendo ni de dónde buscar después. Para empezar, a los guardias penitenciarios sólo se les exige que tengan un diploma general de equivalencia (GED), mientras que los oficiales de libertad condicional deben poseer un título universitario, y su capacitación especializada inicia a partir de ahí. La vida de Haille, como la de ustedes y la mía, depende de un sistema de justicia criminal que mantenga un ojo entrenado encima de todo el panorama. Cora Guy, la directora del Departamento de Libertad Condicional, en directa desobediencia a su obligación juramentada, dejó ciego el ojo interno más experto con que el público había contado. Haille es una de las personas que han sufrido las consecuencias de ello. Se está preparandon la semana que condujo al asesinato, Atticus buscó persistentemente a Haille por todos lados. Un día hasta hizo un viaje en taxi alrededor del pueblo, tocando las puertas de varias personas. Sin embargo, a excepción del encuentro en el restaurante, parece que su búsqueda no estaba teniendo gran éxito. Pero su acoso contra ella por medio del teléfono celular era otra historia. El 18 de mayo o alrededor de esa fecha, Haille acudió a su amigo Ron, quien - a diferencia de otras amistades de edad similar a la de ella - tenía 35 años y más experiencia. Esta vez, cuando Atticus la llamó a su celular, Haille le pasó el teléfono a Ron. "Oye esto", le pidió. Ron escuchó sin dificultad alguna las vociferantes amenazas de Atticus. "Voy a hacer que tu familia pague", decía Atticus. Según Ron, "Esa llamada atemorizó tanto a Haille que me pidió que la llevara en auto a la casa de su tía para cerciorarse de que la familia estuviera bien". "Cuando íbamos hacia allá le dije: 'Haille, me parece que las amenazas de Atticus van más dirigidas a ti que a tu familia. Creo que va a hacerte daño'". Fue entonces que Haille le contó a Ron acerca del incidente del 13 de mayo que desde entonces la había dejado paralizada de miedo. Le relató que Atticus la había atrapado contra el suelo y había simulado su aterrador asesinato. También le contó sobre las horribles palabras que le susurró al oído. Ron recordó minuciosamente lo que luego, con toda seriedad, le advirtió a ella ese día en el auto. "Le dije a Haille que quizás sea cierto que algunas personas pierden la razón por un instante, pero la mayor parte del tiempo son inteligentes. Prueban sus parámetros hasta que tienen suficiente confianza para llevar a cabo lo que están planeando". "Le dije: 'Él te va a matar. Se está preparando'". Haille también le contó a Ron sobre el agente de policía y lo mucho que a ella le había enojado que él se hubiera negado a ayudarla o a emitirle una orden de restricción. Ron le preguntó a Haille si quería que él mismo hablara con Atticus. Ella dijo 'no'. "Cuánto quisiera que me hubiera permitido hacerlo", dijo Ron. Ese mismo día, el 18 de mayo, la tía de Haille, Gloria, quien vive en las afueras de Cloverdale, recibió varias llamadas telefónicas de Atticus. Éstas la asustaron tanto que llamó por teléfono al Departamento de Policía del Condado de Sonoma. Le dijo a la despachadora que acababa de recibir llamadas de Atticus Reynolds y que éste le había dicho en un tono perturbador: "Será un largo verano". Gloria sentía que con esto Atticus le estaba diciendo que quemaría la casa de ella. Le informó a la despachadora que luego Atticus había colgado el teléfono y la había vuelto a llamar, esta vez diciendo: "Quiero saber si usted le teme a dios". La despachadora concluyó la llamada diciendo que estaba enviando a un agente para que tomara el reporte del incidente. Pero, según Gloria, la despachadora la llamó pronto de vuelta y le dijo que en ese mismo momento un agente le estaba entregando a Atticus una orden de restricción (emitida a solicitud de una novia anterior) en la casa de la madre de él. La existencia de una orden de restricción significaba que un juez recientemente había conocido de la violencia o amenazas de violencia de Atticus. Este nuevo conocimiento debió haber aumentado los esfuerzos de la despachadora por enviar un agente para que le tomara un reporte completo a Gloria. Por el contrario, al parecer ocurrió lo contrario. Cuando la despachadora llamó a Gloria para informarle que el agente estaba entregando la orden de restricción, le preguntó a Gloria si en verdad creía necesario que un agente llegara a tomarle el reporte o si quería darle éste por teléfono. Gloria le respondió que un reporte telefónico era aceptable. Agregó que aunque Atticus no lo hubiera dicho expresamente, de sus palabras ella había entendido que estaba amenazando con quemar su casa, y que sólo deseaba estar segura de que habría un reporte al respecto. Nadie en el Departamento de Policía del Condado de Sonoma escribió un reporte de incidente de la llamada de Gloria. Y las notas hechas por la despachadora minimizan la queja presentada por la tía de Haille, reduciéndola a un reporte de 'llamadas sospechosas', sin ninguna mención de la preocupación expresa de Gloria en cuanto a que Atticus estaba profiriendo la amenaza de quemar su hogar. En esas notas tampoco hay indicios de que la despachadora se haya molestado en buscar entre los registros de su propio departamento el nombre de Atticus, el cual estaba disponible con sólo teclear unas letras en la computadora. Si lo hubiera hecho, habría visto que ese mismo departamento había arrestado a Atticus apenas siete meses antes como sospechoso en un caso de felonía de incendio provocado. En ese caso, de octubre del 2004, estuvo involucraba una casa en las afueras de Cloverdale que fue completamente destruida por el fuego. Se determinó que el incendio fue intencional. No se sentenció a nadie por el crimen. Muchas personas en Cloverdale sienten que las autoridades permitieron que también esa investigación contra Atticus, por felonía de incendio provocado, se les deslizara de las manos. En múltiples maneras, la muerte de Haille fue 'la muerte de muchos atajos' - mil atajos oficiales, cada uno orientado a proteger al sistema contra las víctimas de Atticus más que a proteger a la gente contra Atticus. Tan claro como la melodía de un clarínas acciones obstruccionistas del sistema penal contra las necesidades de las mujeres están en buena medida camufladas por un manto de omisiones y negligencias. Pero hay cuando menos un funcionario que se ufana de ello. Al igual que antes ha ocurrido con muchas otras mujeres, a principios de mayo del 2005 la vida de Haille cayó en manos de él y luego fuera de éstas. En un artículo publicado en el diario Press Democrat el 13 de julio del 2005, el fiscal de distrito del Condado de Mendocino, Norm Vroman, quien ha servido dos periodos en tal cargo, anunció su plan de postularse como juez de la Corte Suprema de ese condado. La campaña, según lo habría dicho el mismo Vroman en su usual fanfarroneo egocéntrico, será "un referendo personal sobre Norm Vroman". Apodado "Hombre de Mendocino" por sus muy populares posturas a favor de las armas y la marihuana, Vroman no menciona (como tampoco lo hace el artículo) sus amargos enfrentamientos, a lo largo de los años, con víctimas de crímenes y sus defensoras/es. El artículo no hace mención del tiempo en que Vroman le pidió a un juez que suspendiera la condena a prisión de un hombre sentenciado por su onceava ofensa de conducir en estado de ebriedad. Ni del homicidio por violencia doméstica de Jackie Anderson luego de que la oficina de Vroman descaradamente hiciera caso omiso de la creciente violencia del perpetrador; o de la larga trayectoria de declaraciones públicas de este funcionario, en las que se mofa de la idea de que la violencia doméstica debería ser tratada como un crimen. En ocasiones, sus declaraciones sobre este tema han sido tan imprudentes que hasta la policía local empezó a expresar por medio de la prensa su preocupación al respecto. Lo triste es que aun las personas pensantes del Condado de Mendocino han atribuido todo esto al desafortunado daño colateral que implica el hecho de tener un fiscal de distrito que representa en forma estelar las opiniones rurales libertarias de esa misma gente. No ven que la mínima adherencia a esos ideales de 'dejar hacer' condena a mujeres, niñas y niños a la ley de la jungla. Y parecen no darse cuenta en absoluto de la hipócrita diligencia de Vroman cuando se trata de las mujeres. El mismo "Hombre de Mendocino" que dice que se debería dejar que las parejas con problemas de violencia doméstica los resuelvan por sí mismas, acusó de intento de asesinato a tres niñas escolares, de 7, 8 y 9 años de edad, que pusieron bodoques de tuza en el emparedado de una compañera. El artículo de prensa del 13 de julio no mencionó ese episodio ni muchos otros similares. Y no es sorprendente que tampoco haya mencionado el catastrófico papel que jugó la Oficina del Fiscal de Distrito en el asesinato de Jasa 'Haille' Anguillo. A finales de abril del 2005, Atticus fue arrestado y encarcelado en el Condado de Mendocino por un agente de la Patrulla de Autopistas de California (CHP) por resistirse al arresto. Puesto rápidamente en libertad después de esa captura, Atticus fue de nuevo arrestado días después, en esta ocasión por el Departamento de Policía de Mendocino. El 29 de abril, el fiscal de distrito de este condado acusó a Atticus de un cargo de felonía por asalto con arma mortal, cuatro delitos menores relacionados con drogas y tránsito, como también de violar la libertad condicional. El 3 de mayo lo acusó de un cargo adicional de delito menor por resistirse al arresto en una ofensa previa. No conocemos los detalles de estos crímenes. Los casos están abiertos y, siendo así, los archivos no están disponibles al público. Lo que sí sabemos es que a pesar de estos tres nuevos casos - resistencia al arresto, violación de la libertad condicional y, en particular, la felonía por asalto con arma mortal - y pese a que Atticus estaba en libertad condicional en dos condados y tenía una larga trayectoria de total desobediencia a la ley, el asistente del fiscal de distrito no aseguró una orden para retenerlo sin posibilidad de salir libre bajo fianza. Recordemos que estar en libertad condicional significa que, ya habiéndose hallado culpable de un crimen a un individuo, el hecho de que cometa una nueva infracción otorga a las fuerzas de seguridad la autoridad para retenerlo sin que pueda salir bajo fianza. Era trabajo del fiscal de distrito, en beneficio de la seguridad del público, insistir en la retención del sospechoso sin posibilidad de fianza, y era trabajo del juez ordenar que se llevara a cabo. Increíblemente, el 12 de mayo del 2005, a Atticus se le permitió salir de la cárcel bajo fianza. Al día siguiente, envalentonado por esa nueva luz verde oficial para seguir actuando como de costumbre, Atticus atacó a Haille en el simulacro de asesinato cerca del arroyo. Diez días después la estranguló. Es una secuencia de eventos que de manera escalofriante hace recordar los hechos que condujeron al homicidio de violencia doméstica de Jackie Anderson, una madre de Ukiah, en 1999, cuando Vroman inició su primer periodo como fiscal de distrito. (Ver: La vida de Jackie: Un chiste en la corte). A pesar del alto perfil de las críticas de las mujeres contra Vroman en ese y otros casos, parece que el fiscal de distrito no ha aprendido nada o, peor aún, que no le importa. Ante la tentación de pensar que éstas son sólo algunas de las desafortunadas circunstancias que le suceden una y otra vez a cualquier fiscal de distrito, veamos detenidamente lo que ocurrió después. El 22 de mayo del 2005, un agente del Departamento de Policía de Mendocino arrestó a Atticus Reynolds por el asesinato de Haille y lo condujo a la cárcel. Pongamos a un lado, por un momento, el hecho de que ese agente, quien también tenía fácil acceso a los antecedentes y al estado de libertad condicional de Atticus, al encarcelarlo no indicó que debía ser retenido sin posibilidad de salir libre bajo fianza. Más bien, veamos lo que sucedió el 24 de mayo. Cuando el asistente del fiscal de distrito de Mendocino llegó a la corte por el caso de Atticus portando consigo el archivo de asesinato y pandemonio de éste, aun así no aseguró su retención sin posibilidad de fianza. Durante tres días después de haber asesinado a Haille, Atticus tuvo la posibilidad de pagar la fianza y volver a las calles. Fue en la tarde del 25 de mayo cuando familiares de Haille se acercaron por primera vez a nosotras. Como era de esperar, la familia estaba abrumada, sumida en un abismo de pérdida. Pero, además del dolor, esas personas se sentían aterrorizadas pues Atticus podía en cualquier momento salir libre bajo fianza y llevar a cabo las múltiples amenazas que había proferido contra familiares y amistades de Haille. Nos apresuramos a contactar antes de las 5 p.m. al asistente del fiscal de distrito de Mendocino asignado al caso. Le preguntamos: ¿Cómo es posible que usted haya permitido que a Atticus se le retuviera con posibilidad de salir libre bajo fianza? ¡Él está en libertad condicional en dos condados! El asistente dijo que ya sabía eso. Entonces, ¿por qué no lo retiene sin que pueda pagar fianza? ¡No hay excusa! La familia está aterrorizada, y con sobrada razón. Usted debe ir a la corte y conseguir que a Atticus no le sea posible salir libre bajo fianza. Por fin a la mañana siguiente, el 26 de mayo, se hizo. El asistente del fiscal de distrito simplemente fue a la corte y pidió que Atticus fuera retenido sin posibilidad de libertad bajo fianza. Así de fácil había sido todo el tiempo. Si el fiscal de distrito de ustedes no asegura concienzudamente la máxima seguridad pública contra algún Atticus Reynolds que haya cometido asesinato y pandemonio o cualquier otra cosa que figure en sus antecedentes, por favor, queridas personas de Mendocino, deténganse y piensen si desearían que Norman Vroman sea el juez cuando el abusador de una hija de ustedes sea llevado a la corte. Tantas víctimas inocentesn la mañana del 22 de mayo, Haille estaba ilusionada porque iba a pasar algún tiempo con su hermana, quien llegaría desde Santa Cruz. Pero primero - le dijo Haille a su hermana por teléfono esa mañana - tenía que ir a recoger el automóvil de Atticus. De alguna manera, él le había expresado a Haille las palabras que ella siempre quiso escuchar. Le informó que él mismo iba a ingresar en el hospital psiquiátrico de Oakcrest. Por fin iba a conseguir ayuda. Luego endulzó aún más las cosas. Le dijo a Haille que, antes de ir a Oakcrest, quería reunirse con ella y darle su automóvil. El de Haille se había descompuesto un tiempo atrás, por lo que tener el auto de Atticus sin duda sería una gran ayuda. Aun así, Haille no quería correr riesgos. Le pidió a su amigo Adam que la acompañara y él accedió. Ambos fueron en el auto de Adam a encontrarse con Atticus en una calle acordada en Cloverdale. Haille se subió al auto de Atticus y empezó a revisar los documentos. No pasó mucho tiempo antes de que entraran en una larga y acalorada discusión. Adam era joven, como Haille. Decidió darles espacio. Manejó un poco por la calle y esperó. Cuando estimó que ya les había dado suficiente tiempo, dio la vuelta y regresó. Al volver al lugar, Haille, Atticus y el auto habían desaparecido. Hay tantas víctimas en un homicidio, especialmente en un pueblo pequeño. Y más aún en un homicidio por violencia doméstica, en el que las vidas de la víctima y del perpetrador, de las familias y las amistades están tan fuertemente entretejidas. Las heridas son todavía más profundas cuando la víctima y sus amistades son tan jóvenes. La mayoría de la gente no sabe que el principal rango de edad de las víctimas de violencia doméstica es de 16 a 24 años. (En promedio, los perpetradores tienen 10 años más.) El rango de 16 a 24 años de edad significa que ni la víctima ni sus amistades tienen aún la experiencia suficiente para manejar con facilidad ni siquiera las relaciones sanas, mucho menos responder en forma efectiva cuando hay abuso. Los perpetradores, por supuesto, son conscientes de esto y tienen fácilmente en la mira a este grupo de edad. Ese rango de edad también significa que mientras más difícil es la situación en que se encuentra una persona joven, menos probable es que pida ayuda a su madre, padre o una figura paterna. En su adolescencia, la gente se afana apasionadamente por dejar atrás las dependencias de la infancia. Lo último que una persona joven quiere es que su madre o padre sepa que no puede manejar las cosas por sí misma - en especial alguien tan joven como Haille, quien se enorgullecía de su autosuficiencia. Aun comprendiendo todo esto, las amistades y familiares de Haille quedan en agonía, dolorosamente repitiéndose "y si tal o cual cosa", y librando solitarias batallas con los sentimientos de culpa. ¿Qué pude haber hecho de manera diferente? ¿Estaría Haille viva si no la hubiera dejado con Atticus discutiendo en el auto? ¿O si le hubiera dicho las cosas con más fuerza? ¿O si hubiera amenazado a Atticus? ¿O si le hubiera conseguido a Haille información sobre violencia doméstica? ¿O si la hubiera sacado de Cloverdale? Es muy poco probable que cualquiera de esas posibilidades habría cambiado el resultado final. Durante al menos una semana y media y quizás por más tiempo antes, Atticus, con su mente desquiciada e irrestricta criminalidad, estaba resuelto a asesinar a Haille. De hecho, al igual que tantos hombres que matan a las mujeres en sus vidas, es probable que él haya decidido asesinar a Haille el día en que se dio cuenta que ella definitivamente lo estaba dejando. Aun si amistades y parientes hubieran podido interrumpir la letal trayectoria de Atticus en uno u otro punto, ¿hay acaso alguna duda de que él regresaría otro día para intentarlo desde un ángulo diferente? La única medida razonable que lo habría detenido de manera certera era removerlo de las calles y encerrarlo sólidamente y a largo plazo en la cárcel. Pero de todos modos veamos algunas hipótesis. En las semanas antes del fatal desenlace, por ejemplo, las amistades de Haille habrían podido reconocer los signos que apuntaban al muy real peligro de asesinato. De hecho, Atticus no presentaba sólo uno de los cinco principales factores de riesgo para cometer homicidio relacionado con violencia doméstica: tenía los cinco - aunque es improbable que alguna persona se habría percatado de la existencia de todos esos factores. Según el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, esos cinco principales factores de riesgo son: antecedentes de uso de armas (Atticus los tenía en el caso de otra víctima), amenazas verbales de matar o lastimar, estrangulación, celos constantes o violentos y violencia sexual (contra otra víctima). Una vez reconocido el riesgo, amistades de Haille habrían podido conseguir que ella escribiera una declaración, la habrían acompañado a la estación de policía y asegurado que la policía incorporara la declaración a un caso criminal con cargos apropiados. Habrían presionado de manera efectiva al jefe de la estación o al concejo municipal si el caso no era investigado minuciosamente. Luego habrían seguido el caso hasta la Oficina del Fiscal de Distrito, habrían asegurado que ahí se presentaran cargos apropiados y presionado efectivamente al fiscal de distrito para contrarrestar su tendencia a dejar que estos casos se le vayan de las manos en cada paso del camino. De igual forma habrían vigilado a jueces, oficiales de libertad condicional, agentes penitenciarios y todos los poderosos actores que deberían estar persiguiendo los casos de violencia doméstica de manera colectiva y agresiva a fin de garantizar la seguridad de las víctimas, pero que no lo están haciendo. Claramente, tendría que ser una persona joven muy rara aquélla que tuviera la suficiente fuerza para movilizar al sistema a que trabajara en beneficio de Haille. También muy rara es la persona adulta que podría lograrlo. ¿Qué puede decirse de defensoras/es de las víctimas y de los servicios para víctimas? ¿No habrían podido las amistades de Haille ponerla en contacto con esos servicios? Sí, podrían haberlo hecho. Sin embargo, es poco probable que ello habría ayudado. En primer lugar, los proveedores de servicios para víctimas jamás han tenido ningún poder oficial en el sistema de justicia penal, y en los últimos años prácticamente han quedado soterrados bajo los auspicios y el control de ese sistema. La ventaja quizás sea que más víctimas son puestas en contacto con servicios tales como consejería y acompañamiento. No obstante, lo desastroso es que esos proveedores se encuentran en una posición más débil que nunca antes para luchar por los derechos de las mujeres dentro del mismo sistema que ahora firma sus cheques. ¿Y qué decir de Haille? Aunque todas las personas con quienes hablamos sentían dolor por el daño que se le hizo a ella, viejos y persistentes mitos sobre la violencia doméstica se colaban entre los esfuerzos de la gente por comprender lo que ocurrió. "Estas jóvenes deben aprender a alejarse de esos hombres". Pero Haille sí terminó la relación con Atticus y sí se alejó de él. Es por eso que la mató: porque ella tuvo la audacia de apartarse de él. De hecho, la mayoría de homicidios relacionados con la violencia doméstica ocurre cuando las mujeres toman medidas decisivas para salir de la relación. Por eso es que resulta tan cruel la pregunta que la gente a menudo hace respecto a las víctimas de ese tipo de violencia: ¿Por qué ella simplemente no se va? Respuesta: Porque la violencia casi siempre aumenta. Porque es entonces cuando hay más probabilidades de que un hombre asesine. Y si nos detenemos a pensar un poco más, comprenderemos que en las relaciones íntimas en realidad no existe eso de 'simplemente irse', ya que el perpetrador conoce los lugares adonde la mujer podría ir y a las personas a quienes podría pedirles ayuda. "Haille no debió ir a buscar el auto de Atticus". No, ella no debió haberlo hecho. Pero Haille era una joven. Atticus sabía exactamente qué decir para engañarla. Ella trató de protegerse pidiéndole a Adam que la acompañara, y él también es un joven. Sin embargo, aun si Haille no se hubiera encontrado con Atticus para que le diera el automóvil, ¿realmente creemos que eso habría puesto fin a la decisión de matarla que él ya había tomado? "Haille y Atticus consumían drogas". Haille, más o menos, dependiendo de con quién se hable. (Haille no tenía antecedentes penales de ningún tipo.) Más de la mitad de adolescentes del Condado de Sonoma usan drogas. De hecho, el consumo de drogas por gente joven en este condado es 50 por ciento más elevado que el promedio estatal. Pero las drogas no son la causa de la violencia doméstica. Si bien las drogas pueden influir en alguna medida, múltiples estudios han revelado que aun si se detiene el consumo de ellas o de alcohol, la violencia doméstica usualmente continúa. Consideremos también esto: el uso ilícito de drogas ocupa un bajo décimo lugar entre los factores de riesgo para cometer homicidio por violencia doméstica, según fueron determinados por el Departamento de Justicia. La violencia doméstica no es provocada por las drogas. Es causada por el sexismo narcisista masculino. "Haille debió haber ido a un albergue". O "debería haberse ido del pueblo". Cualquier persona que vaya a un albergue tiene que salir de ahí. El tiempo que se le permite estar en el albergue es medido en semanas. Existe una posibilidad externa de que el tiempo habría roto el ritmo de Atticus, pero no es probable. Otra ex novia de Atticus ha seguido teniendo problemas con él durante años después de terminar la relación. En cuanto a irse del pueblo, el problema es que cualquier dosis de seguridad que brinde el hecho de poner distancia de por medio puede a menudo esfumarse debido al nuevo y muy real peligro de que la víctima quede casi completamente aislada de su sistema de apoyo. Sin tener cerca a nadie a quien poder recurrir en pocos minutos, sin ojos ni oídos amigos que vigilen los movimientos y estados de ánimo del perpetrador, sin hogares de amistades adonde correr, una víctima que se va del pueblo puede descubrir que fuera de éste es más un blanco perfecto que si hubiera permanecido entre sus amistades. En síntesis, el hecho de escapar de la violencia doméstica es mucho más complejo y peligroso de lo que los clichés fáciles lo hacen parecer. Lo único que certeramente protege a la víctima es que el perpetrador (no la víctima) sea removido por completo del panorama. Póngase usted en el lugar de Haille. ¿Qué haría si alguien le estuviera persiguiendo para darle muerte? En realidad sólo hay una cosa por hacer, y es lo único que verdaderamente tiene sentido: ir a la policía para pedir ayuda. Haille la pidió y la policía se negó a brindársela. Quizás fue una de las jóvenes amigas de Haille, de Sebastopol, quien mejor lo expresó: "¿Para qué pagamos impuestos? ¿No es para que depuren la maleza?" El absurdo procesamiento de casosn los últimos 15 años en los Estados Unidos, la reducción de la tasa de homicidios de mujeres relacionados a la violencia doméstica es menor que la disminución de la tasa de homicidios en general. Esto a pesar de los miles de millones de dólares que han sido asignados a las fuerzas de seguridad y a las comunidades para el manejo de la violencia doméstica. Y pese al hecho de que los homicidios relacionados a la violencia doméstica son considerados los más prevenibles de todos. A diferencia de un robo o un negocio de drogas que sale mal, los homicidios relacionados a la violencia doméstica no surgen de la nada. El abuso y la violencia en la relación suelen desarrollarse lentamente a lo largo del tiempo. En el camino casi siempre hay luces de alerta y gritos de auxilio. Varios estudios realizados en distintas partes de los Estados Unidos han demostrado que una fuerte y concienzuda respuesta de las fuerzas de seguridad en esos momentos es el único - sí, el único - remedio que ha logrado reducir en forma drástica la tasa de dichos homicidios. Hasta este punto del presente informe nos hemos centrado en las oportunidades que fueron desperdiciadas en las últimas seis semanas de la vida de Haille. Aunque estos incidentes pueden ser los más dramáticos debido a su proximidad al asesinato, hay otros eventos ocurridos durante varios años que son igualmente perturbadores, si no es que más. Mencionaremos aquí sólo dos de esos incidentes, los cuales debieron haber alertado a las autoridades sobre el particular peligro que Atticus representaba para las mujeres, eventos a los que, por el contrario, se les dieron la indiferencia y desconsideración acostumbradas.
Si en un principio el fiscal de distrito estimó que las pruebas existentes ameritaban presentar el caso, ¿por qué entonces lo desechó dos meses después? No conocemos la respuesta en este caso particular, aunque sí sabemos que la víctima estaba cooperando. Pero según lo que hemos visto con demasiada frecuencia en estos casos, a menos que el acusado le facilite las cosas al fiscal de distrito declarándose culpable (lo cual Atticus no hizo), el funcionario simplemente se ahorra la molestia de trabajar el caso, se da la vuelta y lo desecha. No hay mucha seguridad para las mujeres en esa estrategia. También sabemos que el fiscal de distrito del Condado de Sonoma, Stephen Passalacqua, no ha mejorado en lo más mínimo, respecto de su antecesor, la tasa de prosecución de casos de violencia doméstica. Recordemos que ese antecesor, Mike Mullins, fue removido de su cargo debido, en parte, a que tenía una de las tasas más bajas de prosecución de casos de violencia doméstica. Sabemos, asimismo, que el total de los fondos de Asistencia a Víctimas destinados a víctimas de crímenes en el Condado de Sonoma, bajo supervisión de Passalacqua, se redujo en más del 60 por ciento del año 2003 al 2004. La enorme cantidad de fondos estatales y federales asignados a la violencia doméstica ha producido mucha retórica rimbombante y programas con elevados presupuestos para hacer que el público tenga una falsa sensación de seguridad, creyendo que el problema ha sido resuelto. La realidad es que sólo una mínima parte de los inmensos poderes del sistema de justicia criminal alguna vez se ejerce a favor de las víctimas. Y la violencia contra las mujeres continúa rampante. En el 2002, el Equipo de Revisión de la Mortalidad por Violencia Doméstica del estado de Washington calificó acertadamente este fenómeno como "el absurdo procesamiento de casos". Ese año, el Equipo del estado de Washington publicó su revisión de 77 homicidios relacionados con la violencia doméstica. Lo que descubrió como común presagio en muchos de esos casos fue que los perpetradores de violencia contra mujeres pasaban - una y otra y otra vez - por el sistema de la policía y las cortes, sin que dicho sistema realmente en alguna ocasión ejerciera sus poderes contra los perpetradores, hasta que éstos por fin llegaban a cometer un homicidio. La frase "absurdo procesamiento de casos" resume adecuadamente la manera en que nuestras agencias locales de las fuerzas de seguridad - policía, fiscales, agentes penitenciarios, oficiales de libertad condicional y las cortes de familia, todos por igual - manejaron a Atticus Reynolds. En un caso tras otro, el sistema nunca implementó ni una parte del poder real necesario para reprimir las conductas de Atticus, proteger a la comunidad y prevenir el asesinato de Jasa 'Haille' Anguillo. La Historia de Haille - Parte 3
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