La
prostitución en la
Avenida Santa Rosa
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A
la memoria de
April Lynn Misenhimer
24 de julio de 1981 - 17 de enero de 2003
El
17 de enero del 2003 fue encontrado el cuerpo de April Lynn
Misenhimer, de 21 años de edad, quien fue estrangulada
en la habitación de un hotel en la Avenida Santa
Rosa. El asesinato aún no ha sido esclarecido.
Toda
la familia de April la describe como una persona alegre
y amorosa.
Y la extrañan mucho.
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Introducción
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A lo largo del
año 2003, la prostitución emergió una
y otra vez de las sombras de la Avenida Santa Rosa a las
páginas de nuestra prensa local.
El 2003 empezó
con el hallazgo, el 17 de enero, del cuerpo de April Lynn
Misenhimer, de 21 años de edad, quien fue encontrada
estrangulada en el Motel Redwood en esa avenida. Continuó
con una cantidad sin precedentes de redadas de prostitutas
por parte de la policía, así como una ola
de ataques sumamente violentos contra las mujeres y las
niñas en la avenida. El año concluyó
con otros tres ataques a puñaladas y un ataque sexual
ocurridos en las últimas dos semanas de diciembre
contra tres mujeres en el área de esa avenida. Dos
de ellas eran prostitutas. Es posible que la tercera también
lo haya sido o, como sucedió al menos en otro ataque
ese año, quizás sólo fue erróneamente
considerada como tal.
Las fuerzas de
seguridad del condado de Sonoma respondieron a los sucesos
en la avenida con una doble estrategia. Por un lado, en
esfuerzos coordinados por el Departamento de Policía
de Santa Rosa (DPSR) y el Departamento del Alguacil (ambas
agencias tienen jurisdicción sobre la avenida), la
policía llevó a cabo la inusualmente elevada
cantidad de 10 redadas de alto perfil contra prostitutas
y clientes. Por otro lado, detectives de crímenes
violentos de las dos agencias trabajaron para resolver la
continua ola de violaciones, raptos, ataques con armas letales,
intentos de asesinato, prostitución infantil, violación
infantil y otros crímenes violentos contra las prostitutas,
entre éstos el asesinato de April Lynn Misenhimer,
que hasta la fecha permanece irresuelto.
Consideramos
que lo que a primera vista podría parecer un enfoque
coordinado de las fuerzas de seguridad es una contradictoria
serie de estrategias con fines encontrados. Un esfuerzo
socava al otro y la seguridad de la comunidad se ve comprometida
en vez de potenciada. Hacia el final del año se había
dado un gran número de arrestos de prostitutas y
clientes por el delito menor de prostitución. En
su mayoría, los crímenes violentos graves
ocurridos en el avenida aún no han sido esclarecidos
ni resueltos. Y la prostitución continúa sin
disminuir.
"El
problema es que no podemos lograr que las prostitutas hablen
con nosotros". Detective del DPSR
A principios
del 2003, un detective manifestó su frustración
por la irresolución de los crímenes violentos.
"El problema", dijo en una conversación
sobre el estado del caso de asesinato de Misenhimer, "es
que no podemos lograr que las prostitutas hablen con nosotros".
Es una frustración que escuchamos como un constante
refrán de diferentes detectives en ambos departamentos,
sobre distintos crímenes, a lo largo del año.
El problema de
la renuencia de las prostitutas a hablar y cooperar con
la policía y los fiscales no es una cuestión
sin importancia. Contrario a la impresión dada en
la televisión por los programas de crímenes,
el esclarecimiento de los crímenes violentos depende
no tanto de una alta tecnología forense como sí
de la buena calidad de la comunicación y cooperación
de la policía con las personas en las comunidades
donde los crímenes ocurren.
Este cuadernillo
no aboga a favor o en contra de despenalizar la prostitución.
Tampoco es un análisis de las causas y remedios de
este oficio. Lo que esperamos lograr es abrir un debate
sobre la situación inmediata de la prostitución
en nuestra comunidad. Presentamos algunos de los eventos
del año que han dado forma a nuestras reflexiones
y sugerimos varias alternativas que podrían aumentar
la seguridad pública. Pero iniciaremos con algo aún
más preocupante que hemos descubierto en el camino
- el próspero negocio de la venta de niñas
menores de edad en el condado de Sonoma.
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Niñas
a la Venta, Inc. Santa Rosa, CA
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A principios
de abril del 2003, una niña de 14 años de
edad corrió hacia el Departamento de Policía
de Santa Rosa (DPSR) en busca de ayuda para su hermana gemela
y una amiga. Les rogó a los policías que se
apresuraran porque su hermana y amiga estaban siendo retenidas
y prostituidas en la habitación de un hotel en la
Avenida Santa Rosa y ella temía por sus vidas. El
17 de abril, la policía arrestó a un hombre
de Santa Rosa, de 41 años de edad, quien ahora ha
sido acusado de 19 cargos de felonía que van desde
actuar como proxeneta de menores hasta ataque sexual contra
niñas. La policía cree que había más
víctimas infantiles que no fueron halladas.
Dado que el caso
aún no ha sido concluido, llamaremos a este hombre
'Steve'. La prensa y otras fuentes indican que 'Steve' administraba
un negocio bien establecido como proxeneta de niñas
en el condado de Sonoma. Al parecer operaba desde el Parque
Julliard en el extremo norte de la Avenida Santa Rosa y
utilizaba un equipo de agentes que merodeaban por la terminal
de autobuses y otras áreas en busca de niñas
vulnerables. Los agentes invitaban a las niñas a
una fiesta. Luego, poco a poco las llevaban a la habitación
de un hotel para que tuvieran relaciones sexuales con otros
hombres a fin de obtener más drogas, mientras que
'Steve' les cobraba el dinero a los clientes. Cuando las
niñas se resistían, 'Steve', al igual que
otros proxenetas, las retenía a la fuerza con amenazas
abiertas o veladas. Tal como lo hace la mayoría de
proxenetas con niñas menores de edad, también
las mantenía escondidas en habitaciones de hoteles
y fuera de las calles, para luego llevarles a los clientes.
Un
próspero mercado para un antiguo negocio
en Santa Rosa
Aunque no es
probable que 'Steve' vuelva a seguir operando pronto en
las calles, hay otro aspecto aún más perturbador
de este caso. Al parecer, 'Steve' ha estado al frente de
este negocio sin ningún problema, en el mismo lugar,
al menos durante los últimos 10 años. Mientras
examinábamos el caso hablamos con dos mujeres, ahora
adultas, que hace una década, en su adolescencia,
también fueron reclutadas por él básicamente
de la misma manera.
¿Cómo
es posible que la venta institucionalizada, la violación
infantil en serie y la destrucción en serie de las
vidas de niñas pequeñas puedan pasar desapercibidas
durante por lo menos 10 años, con una sede en un
parque abierto, en el corazón del centro de Santa
Rosa, a ni siquiera tres cuadras del Departamento de Policía?
Y dado el intenso esfuerzo que en años recientes
las fuerzas de seguridad han enfocado en la prostitución
en el área, ¿cómo es posible que 'Steve'
y otros como él no hayan sido detectados? ¿Por
qué fue necesario que una niña de 14 años
escapara de sus garras y tuviera la fortaleza y presencia
mental de acudir a la policía para que 'Steve' captara
la atención de las fuerzas de seguridad?
En los últimos
10 años, ¿cuántas vidas de niñas
han destruido 'Steve' y sus clientes? Y para que este negocio
haya prosperado como aparentemente ocurrió, ¿cuántos
hombres en nuestra comunidad han estado dispuestos a pagar
para atacar sexualmente a una niña?
A la luz de las
evidencias, una parte de la respuesta a estas preguntas
resulta obvia. Las fuerzas de seguridad son proactivas y
muy agresivas en su aplicación de las leyes referidas
al delito menor de prostitución, a la vez que casi
siempre son pasivas para aplicar aquéllas relacionadas
con la venta y violación en serie de niñas.
Las redadas están
diseñadas para atrapar prostitutas y clientes en
el acto del delito menor de prostitución en la Avenida
Santa Rosa, no para capturar a los proxenetas ya sea de
prostitutas adultas o de niñas. Tampoco se han diseñado
para localizar a niñas prostituidas, ya que ellas
raras veces son alquiladas en las calles. De hecho, las
redadas, tal como están diseñadas, tienen
muy pocas probabilidades de conducir a la policía
a nada de lo que resulta ser el aspecto más horrendo
y criminal de la prostitución: la venta y la esclavización
sexual de niñas y niños.
Las
fuerzas de seguridad "se topan por casualidad"
con otros casos de niñas a la venta
Bastó
apenas una rápida búsqueda en los archivos
del diario Press Democrat en Internet para descubrir que,
además de 'Steve', en Santa Rosa otras cuatro personas
han sido acusadas de actuar como proxenetas de niñas
menores de edad en los últimos cuatro años.
En cada uno de estos casos, la operación llegó
a la atención de las fuerzas de seguridad por pura
casualidad, según el diario lo manifestó en
un artículo el 19 de julio del 2003. Por ejemplo,
dos de los casos llegaron a ser de su conocimiento cuando
una víctima infantil reportó ante la policía,
como en el caso de 'Steve'. En otro caso, un agente de patrulla
se percató de la presencia de menores mientras estaba
escudriñando en un hotel por un asunto no relacionado.
En un caso más, los agentes "se toparon"
con niñas prostituidas, y luego con su proxeneta,
en el curso de la vigilancia a un ofensor sexual, etc. La
edad promedio de las niñas víctimas en estos
casos es de unos 14 años. (Los nombres de las personas
acusadas en estos otros casos son Barbara Thomas, Lawrence
Barnett, Antoine Blessett y Harvey McPeters.)
Si las fuerzas
de seguridad accidentalmente "se toparon" con
cuatro de estas operaciones en cuatro años, ¿cuántos
más de esos negocios estarán ahí afuera,
ahora mismo, actuando con toda impunidad? Tomando en cuenta
la cantidad de niñas que son mancilladas por estos
proxenetas, ¿por qué las fuerzas de seguridad
no están efectuando redadas proactivas contra esos
perpetradores felones?
Tal como lo manifiesta
un detective de la unidad de crímenes sexuales del
DPSR que se ha interesado en el problema: "Sabemos
cómo diseñar las redadas para atrapar a estos
proxenetas de niñas. Pero necesitamos fondos para
pagarle a un detective especialista que haga el trabajo".
Y agrega que "ahora mismo no tenemos los fondos".
Si no hay suficientes
fondos para descubrir a los proxenetas que venden niñas,
¿puede quedar alguna duda en cuanto a lo que se debe
hacer? Los fondos de las fuerzas de seguridad que actualmente
se utilizan para redadas repetidas y de alto costo por el
delito menor de prostitución deben ser destinados
a la realización de redadas dirigidas a capturar
a los proxenetas y clientes que arruinan las vidas de las
niñas.
La
esclavitud sexual empieza en casa
En los últimos
dos años, la prensa nacional e internacional y grupos
de derechos humanos se han centrado en la esclavitud sexual
de las niñas alrededor del mundo. Se estima que en
cualquier momento hay hasta más de 15 millones de
niñas y mujeres jóvenes sometidas a esclavitud
sexual en todo el mundo. Y aunque estas investigaciones
por lo general destacan a las redes organizadas de esclavitud
sexual en Asia, Rusia y América Latina, también
dejan muy claro que uno de los principales mercados, si
no el principal, está conformado por hombres estadounidenses.
Aun así, pocas de estas investigaciones han examinado
la lucrativa esclavización y venta de jovencitas
locales que se origina aquí mismo, en nuestras ciudades.
Es un floreciente negocio local que probablemente sólo
crecerá conforme el tránsito por las fronteras
se dificulte aún más y mientras las fuerzas
de seguridad locales continúen haciéndose
de la vista gorda.
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¿Cómo
se sirve mejor a la comunidad?
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Una redada
en la calle, del tipo que rutinariamente se realiza
en la Avenida Santa Rosa por violaciones a las leyes
relacionadas con el delito menor de prostitución,
requiere la coordinación y los turnos de aproximadamente
10 agentes de la policía. además de
ello, cantidades aun mayores de tiempo y dinero son
consumidas por carceleros, cortes, jueces, fiscales,
oficiales de libertad condicional y otros funcionarios
en el procesamiento del elevado volumen de estos casos.
Dado que se trata de delitos menores, el castigo final
suele ser una multa o, si mucho, una corta permanencia
en la cárcel, y la prostituta o el cliente
está de vuelta en las calles en poco tiempo.
En enorme
contraste, un solo arresto de un proxeneta que vende
niñas podría resultar en múltiples
cargos de felonía, como en el caso de 'Steve',
quien ha sido acusado de 19 felonías. Y es
probable que el proxeneta sea enviado a prisión
por un largo tiempo. Las vidas de numerosas niñas
son salvadas con un solo arresto y se previene una
gran cantidad de violaciones infantiles. Además,
se cierra toda una empresa que crearía la próxima
generación de prostitutas. Sin embargo, actualmente
las fuerzas de seguridad no efectúan redadas
proactivas diseñadas para capturar a estos
proxenetas.
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Sin importar
cuáles sean los distintos puntos de vista acerca
de la prostitución, parece que como comunidad
podemos estar de acuerdo en un punto de partida. Debemos
detener la venta de niñas para fines sexuales
en el condado de Sonoma.
Es necesario
que nuestra respuesta sea por lo menos tan agresiva
y proactiva para detener a los proxenetas y clientes
que se dedican al comercio sexual infantil como lo
es para ponerle un alto al delito menor de prostitución
adulta. Y si no existen suficientes fondos, entonces
los sustanciales recursos de las fuerzas de seguridad
que actualmente se invierten en redadas de prostitutas
adultas en las calles por violaciones de delitos menores
deberían ser reasignados inmediatamente para
apoyar redadas dirigidas a capturar a los proxenetas
y clientes que cometen felonías sexuales contra
las niñas.
NOTA:
La edad promedio de entrada al comercio sexual para
todas las prostitutas es de 14 años, de acuerdo
a un estudio (1985, Children of the Night: A Study
of Adolescent Prostitution, Lexington, Mass.), y
de 13 años según otra investigación
(Silbert and Pines, 1982, "Victimization of
street prostitutes", Victimology: An International
Journal). Es claro que si queremos acabar con la
prostitución, un paso esencial es detener
a los hombres que venden niñas.
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Protegiendo
- o no - a la comunidad
contra depredadores sexuales violentos
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El 31 de enero
del 2003, una joven de 18 años de edad, residente
de Santa Rosa y que no es prostituta, fue brutalmente violada
en el área de la Avenida Santa Rosa. La policía
cree que fue atacada porque el violador creyó que
era prostituta. Un hombre que tiene una larga historia de
crímenes sexuales violentos contra mujeres fue arrestado
y enfrentará un juicio por el crimen.
De particular
interés en este caso es que, mientras investigaba
la violación de la joven, la policía encontró
a dos prostitutas que también recientemente habían
sido violadas por el mismo perpetrador. De hecho, fueron
violadas por él en los meses previos a que atacara
a la adolescente. Sin embargo, ninguna de las prostitutas
había reportado sus violaciones a la policía.
Si cualquiera
de estas dos prostitutas hubiera reportado las violaciones
a la policía, y si ésta hubiese tomado en
serio esos reportes, es casi seguro que la violación
de la adolescente nunca habría ocurrido.
Los ofensores
sexuales violentos de todos los tipos frecuentemente usan
a prostitutas y abusan de ellas. Las violan, golpean y raptan;
las atan, las torturan y asesinan. De acuerdo a una serie
de estudios sobre violencia contra trabajadoras del sexo,
la prostituta promedio es violada y golpeada múltiples
veces al año tanto por proxenetas como por clientes.
Los estudios también han hallado que la gran mayoría
de prostitutas nunca reporta estos graves crímenes
violentos a la policía. (Ver: Estudio
de 800 prostitutas)
De los numerosos
ataques violentos contra las trabajadoras del sexo en nuestra
comunidad que fueron del conocimiento de la policía
en el año 2003, la mayoría llegó a
su atención ya sea por casualidad o en el curso de
la investigación de un detective para otro caso.
Sólo se puede suponer que muchísimos más
de estos ataques nunca llegan a ser conocidos por la policía
bajo ninguna circunstancia, lo cual deja a los perpetradores
en total libertad para atacar una y otra vez.
Tan
frágil como levantar una huella de la arena
Dada la elevada
incidencia de crímenes violentos graves contra prostitutas,
si las mujeres y las niñas se sintieran libres para
reportar estos crímenes a la policía, ello
serviría como una inmensa protección no sólo
para las mismas trabajadoras del sexo, sino también
para toda la comunidad. Numerosos criminales violentos serían
sacados de las calles. Pero arrestar a estos hombres violentos
requiere, primordialmente, que las prostitutas se sientan
cómodas y seguras para hablar con las fuerzas de
seguridad. Tal como están las cosas actualmente,
esto es algo que ellas no sienten.
En general, las
trabajadoras del sexo perciben que la policía es
hostil hacia ellas y que constantemente las acosa. Tienen
miedo de las fuerzas de seguridad. Temen que si reportan
una violación a la policía, lo que ésta
hará será voltearse contra ellas y arrestarlas
por prostitución o uso de drogas. Temen que la policía
no las va a tomar en serio y responderá, aun en los
ataques más violentos contra ellas, con la actitud
de "Bueno, ¿y qué otra cosa esperan,
haciendo este tipo de trabajo?"
Las trabajadoras
del sexo con quienes hablamos en la Avenida Santa Rosa,
así como los proveedores de servicios que trabajan
con prostitutas, afirmaron que, en efecto, muchos agentes
de policía las acosan. No todos ellos lo hacen. De
hecho, varios detectives de crímenes violentos se
están esforzando por establecer una buena comunicación
con ellas.
Sin embargo,
una cantidad significativa de agentes de policía
sí trata tan mal a las prostitutas que lo que ellas
suelen percibir es un hostigamiento constante. Este acoso,
junto a la política policial que hace énfasis
en las repetidas redadas dirigidas a arrestar a las trabajadoras
del sexo por delitos menores, prácticamente asegura
que ellas no acudirán a la policía para reportar
crímenes violentos. Es una política que se
reduce a un sistemático pisoteo de evidencias. Es
una política que, aun sin intención de hacerlo,
favorece a los depredadores. Los mismos depredadores violentos
saben que las prostitutas no reportarán los crímenes.
Trabajar con
víctimas de crímenes sexuales, ya se trate
de prostitutas o no, es un proceso tan frágil como
levantar una huella de la arena. Si queremos sacar de las
calles a los depredadores violentos, es esencial crear una
política policial general que trate a las trabajadoras
del sexo primordialmente como víctimas de crímenes
sexuales y, en segundo lugar, como perpetradoras de delitos
menores.
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Estudio
de 800 prostitutas
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Estudio
de 1991 conducido por el Consejo para Alternativas
a la Prostitución, de Portland, Oregon
Porcentajes
de victimización
Mujeres
sin hogar por un promedio de 6.3 años: 90%
Violadas:
71%
por el proxeneta: 85%
por un cliente: 78%
Reportaron la violación a la policía:
9%
Atacadas:
95%
por el proxeneta: 63%
por un cliente: 100%
Reportaron el ataque a la policía: 5%
Secuestradas:
53%
por el proxeneta: 77%
por un cliente: 91%
Reportaron el ataque a la policía: 0%
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Sin importar
cuáles sean los distintos puntos de vista acerca
de la prostitución, parece que como comunidad
podemos estar de acuerdo también en esta segunda
recomendación.
Por la
seguridad de cada persona en la comunidad, las fuerzas
de seguridad deben crear un nuevo ambiente policial,
tanto en las calles como en sus respuestas a las prostitutas
individuales, que motive a las trabajadoras del sexo
a reportar los crímenes violentos a la policía.
Para lograr
esto, las fuerzas de seguridad deberían:
- Dejar
muy claro, en palabras y acciones, que si las prostitutas
reportan crímenes violentos a la policía,
ésta no se volteará contra ellas para
arrestarlas por cualquier actividad de delito menor
en que se hayan involucrado. Por el contrario, la
policía tomará en serio sus denuncias,
las investigará plenamente, protegerá
la seguridad de ellas y las tratará con el
mismo respeto que se les debe a todas las víctimas
de un crimen violento. (Ya es una práctica
común de la policía ignorar los delitos
menores de una víctima a fin de resolver
y perseguir un crimen más serio. Pero las
prostitutas en las calles necesitan saber que también
a ellas la policía las tratará de
esta forma.)
- Poner
fin al acoso gratuito contra las trabajadoras del
sexo. Cualquier agente que las hostigue debería
ser disciplinado. La policía debe motivarlas
activamente a que reporten esos acosos.
- Instituir
esfuerzos proactivos para eliminar el ambiente hostil
que actualmente existe contra las prostitutas por
parte de las fuerzas de segurida
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La
historia de Ángela
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Ángela
fue prostituta en la Avenida Santa Rosa durante cinco años,
desde 1993 hasta 1998. Aparte de que ella entró a la
prostitución como adulta, su historia es típica
de muchas que trabajan en esa avenida. Ángela relata
su historia con la esperanza de que podamos comprender mejor
las realidades de la prostitución en nuestra comunidad.
Todos los nombres en la historia han sido cambiados.
Día
tras día... Lo hice en la lluvia, lo hice en las
noches más frías, lo hice temprano en las
mañanas, lo hice en los feriados. Lo hice en Navidad.
La actitud de Duffy era, "Sólo es un día
más, sólo un día más".
Antes de llegar
a Santa Rosa nunca había pensado mucho en la prostitución,
menos aun había considerado hacerlo. En ese tiempo
yo estaba muy débil emocionalmente. Acababa de empezar
a enfrentar el abuso sexual que sufrí en mi niñez.
Había comenzado a consumir drogas. Y estaba sola.
No pasó mucho tiempo antes de que un hombre llamado
Duffy llegara a tocar a mi puerta, literalmente. Un día
él apareció, así nomás. Viendo
hacia atrás, no hay duda que llegó con todo
un plan en mente para mí. Ahora sé que lo
mismo había hecho antes con otras jóvenes.
"¿Qué?
¡De ninguna manera! ¿Qué? ¿Estás
loco?"
Muy pronto Duffy
empezó a llevar hombres al apartamento. Me decía:
"Sabes, podrías pasar algún tiempo con
él y hacer mucho dinero". Aunque me sentía
muy débil emocionalmente, todavía me quedaba
algún sentido de dignidad y tener sexo por dinero
era inaceptable para mí. Cuando Duffy mencionaba
el asunto, yo le decía: "¿Qué?
¡De ninguna manera! ¿Qué? ¿Estás
loco?"
Luego un día,
más o menos un mes después de conocerlo, el
tema salió de nuevo. Mi respuesta fue la misma. En
absoluto me iba yo a involucrar en eso. Pero esta vez, cuando
dije "¡De ninguna manera!", Duffy de repente
me dio un puñetazo en la cara, tan fuerte como pudo.
Me quebró la nariz y había sangre por todos
lados. Estaba loco de furia. Intenté ir a traer una
toalla y me dijo: "Si te mueves otra vez, te voy a
pegar más duro". Fue esa violencia, además
de mi estado emocional, las drogas y la necesidad de dinero,
lo que me hizo empezar a aceptar clientes. Pero para salir
ahí yo necesitaba drogarme mucho, muchísimo.
Sin eso me era imposible estar con un cliente. Me emborrachaba
para hacerlo. Así que muy pronto se convirtió
en un círculo vicioso. Necesitaba drogarme para hacerlo,
y necesitaba hacerlo para conseguir dinero y así
poder drogarme. En general necesitas drogas o alcohol para
dejar fuera el repulsivo sentimiento en tu alma - y tener
la fuerza para enfrentar el peligro.
"Habría
sido absurdo que yo misma tratara de
gastar el dinero"
Duffy era un
novio-proxeneta, que es la situación para muchas
de las mujeres de la Avenida. Duffy nunca trabajaba. Yo
siempre, SIEMPRE, le entregaba el dinero a él. Habría
sido absurdo que yo misma tratara de gastar el dinero. Duffy
podía aparecerse en cualquier momento. Su violencia
era demente e impredecible. Muchas veces pensé que
iba a matarme. Por mucha violencia que yo haya enfrentado
en las calles, la verdadera violencia era Duffy. Si yo había
estado afuera por una hora y sólo regresaba con $60
pero él pensaba que debí haber vuelto con
$100, no le importaba que le dijera que la policía
me había estado hostigando durante 20 minutos. Él
iba a matarme.
No importaba
cuánto dinero hicieras en las calles. De todas las
prostitutas que conocí, ninguna tenía dinero
- nunca. Era como si en realidad no fuera tu dinero. Éste
simplemente pasaba por nosotras, ya fuera para los proxenetas
o los narcotraficantes.
Día tras
día... Lo hice en la lluvia, lo hice en las noches
más frías, lo hice temprano en las mañanas,
lo hice en los feriados. Lo hice en Navidad. La actitud
de Duffy era, "Sólo es un día más,
sólo un día más".
"Piedras
y granito se incrustaron profundamente
en mi cara"
Desde el primer
año me enfrenté a la violencia de los clientes.
Una vez me subí a un automóvil y le mostré
al hombre dónde estacionarlo. Por el contrario, me
llevó a un lugar alejado y luego se puso físico.
De repente, casi sin darme cuenta, él salió
del auto, le dio la vuelta y me sacó de un jalón.
Pude escaparme. Luego él se subió al auto
y trató de arrollarme. A otra mujer le quebró
un diente.
También
he sido esposada, atada, y una vez tuve que quebrar el vidrio
del auto de un cliente. Pero, por supuesto, el peor era
Bret Crevello. Todo empezó cuando no pudo tener una
erección y se le acabó el tiempo. Cuando dije
que tenía que irme o él debía pagarme
más, me golpeó tan fuerte que quedé
inconsciente. Al recobrar el conocimiento traté de
salirme del auto. Pero la puerta estaba trabada y no podía
abrirla. Él salió del auto, fue a abrir mi
portezuela desde afuera y me sacó de un tirón.
Me arrastró de la pierna por un estacionamiento.
Piedras y granito se incrustaron profundamente en mi cara.
Me arrastró hacia un campo abierto detrás
de una hilera de autos.
El hombre tenía
una furia mortal. Cada vez que yo gritaba, me pateaba y
golpeaba más fuerte. Pero seguía gritando.
Y luego me volvía a patear y golpear más duro.
Me repetía que yo iba a morir. Estaba tan furioso
que a mí no me quedaba duda alguna de que iba a golpearme
hasta matarme.
Lo que me salvó
fue que, por pura casualidad, un conserje estaba trabajando
muy tarde esa noche en una de las distribuidoras de automóviles.
Me oyó gritar. No podía llegar hasta donde
yo estaba debido al cerco, pero sí llamó a
la policía. Crevello me había estado golpeando
durante 20 minutos. Yo perdía el conocimiento y volvía
a recuperarlo. No habrías podido reconocerme. Tenía
huesos rotos y todo mi cuerpo estaba hinchado y distorsionado.
Brevemente recuerdo las luces rojas titilantes y a un hombre
de la ambulancia que decía: "Vas a estar bien".
Y luego volví a quedar inconsciente.
No quería
decirles a los policías lo que había ocurrido.
Ellos se rehusaban a devolverme mi dinero y las llaves de
mi casa, diciendo que debían retenerlos como evidencia,
pero no me hacía ningún sentido que quisieran
quedarse con las llaves como evidencia. Tuve que conseguir
a una defensora que pudiera convencerlos de que me devolvieran
las llaves. Tomó un tiempo; luego yo cooperé
y les conté toda la historia.
"Vivía
en un miedo total"
Si por mí
hubiera sido, no habría atestiguado en la corte.
No podía imaginar presentarme allí por mi
propia cuenta. Vivía en un miedo total: miedo a las
cortes, miedo a las calles, miedo total. La única
razón por la que atestigüé fue que Duffy
me obligó a hacerlo. Se aseguró de que yo
llegara a tiempo a todas las audiencias en la corte. Era
como que Duffy iba a cerciorarse de que el hombre recibiera
su merecido por haberse metido con algo que a él
le pertenecía.
La razón
por la cual las prostitutas no reportan crímenes
violentos a la policía, sin importar cuán
serios sean, es la forma que los agentes las tratan. A muchos
policías les gusta hostigar a las mujeres. A ninguno
le pasó por la mente que yo pudiera haber sido víctima
de algo. Para ellos sólo era una puta que estaba
con Duffy.
Siempre se acercaban
a mí con actitudes realmente racistas y sexistas
al máximo. Me gritaban: "¡¿Qué
está haciendo esta mujer blanca con este negro?!"
Una vez, sin ningún motivo, un policía me
empujó y me puso boca abajo encima del capó
de la patrulla, me levantó la falda sobre la espalda
y luego me cateó. En otra ocasión un policía
me tocó toda con el pretexto de que estaba buscando
drogas. No importaba que él estuviera infringiendo
la ley; sabía que se podía salir con la suya.
O me escribían una citación por botar la colilla
de un cigarrillo en un tragante.
Era constante.
La única manera en que las mujeres reportaban un
crimen a un policía era cuando ellas pensaban que
estaban a punto de morir. ¿Me ofrecieron servicios?
¿O me dijeron que podría haber una solución?
Nunca, en cinco años, algún policía
siquiera me dio a entender que podría haber ayuda
o una solución.
Pero aun si alguien
hubiera hablado conmigo, no sé si yo habría
recibido el mensaje de que había una salida. Sólo
hay una forma en que lo habría escuchado. Duffy habría
tenido que ser sacado del panorama. Él era la verdadera
amenaza para mí. Él era la verdadera violencia.
Yo sentía más terror de Duffy que de cualquier
cliente. Y él tenía un control total sobre
mí con ese terror.
Oportunidades
perdidas
Hubo varias ocasiones,
sin embargo, en que probablemente yo habría estado
dispuesta a hablar con la policía. Pero esas oportunidades
siempre se perdieron de una u otra forma.
Una vez, Duffy
me estaba persiguiendo por la calle en una de sus furias
repentinas. Corrí al hotel y le grité al recepcionista:
"Por favor, llame a la policía. Él va
a matarme". Y el hombre dijo: "Váyase al
carajo". Yo estaba ahí parada rogándole:
"Por favor, llame a la policía. No puedo ir
allá afuera. Él va a matarme". El hombre
respondió: "Ya se lo dije: ¡váyase
al carajo!" Y nunca llamó a la policía.
En otra ocasión,
Duffy me estaba persiguiendo con un cuchillo. Alguien vio
la escena y llamó a la policía. Cuando los
agentes llegaron, encontraron el cuchillo. Y también
tenían a los testigos. Pero se acercaron a hablar
conmigo mientras Duffy estaba parado ahí mismo y
tuve que decirles que nada había sucedido. Los policías
sabían que él tenía una larga historia
de crímenes violentos, inclusive homicidio. Y en
ese tiempo yo no tenía ningún antecedente
penal. Me quedé perpleja cuando lo dejaron ir.
Ocurrió
lo mismo por lo menos ocho veces. Alguien había presenciado
o escuchado la violencia de Duffy cuando me golpeaba. Llamaban
a la policía, los agentes llegaban y cada vez me
preguntaban, justo enfrente de Duffy, qué había
sucedido. Cualquier policía con dos dedos de frente
me habría entrevistado lejos de Duffy. Y si el policía
se hubiera esforzado al menos un poco para decirme que le
preocupaba mi seguridad, o que me iba a proteger si yo quería
salir [de la prostitución], yo temía tanto
por mi vida en algunas de estas ocasiones que ésos
pudieron haber sido los momentos en que habría escuchado
el mensaje.
Pero lo cierto
es que a ninguno de los policías le importó
nunca lo suficiente como para hacer bien su trabajo. Ellos
sin duda sabían. Conocían los antecedentes
de Duffy. Estaban recibiendo todas esas llamadas de testigos
cuando Duffy me golpeaba. Los policías tenían
que saber que yo estaba metida hasta el cuello. Y que me
estaba ahogando.
La
pesadilla termina
La pesadilla
no empezó a terminar sino hasta un día en
que Duffy, sin motivo alguno, apuñaló a un
hombre frente a mis ojos. Inmediatamente después,
me obligó a tomar el cuchillo. Pero esta vez los
policías sí llegaron. Pude percibir que ellos
sabían que el cuchillo no era mío. Y en esta
ocasión, cuando me preguntaron, les dije tan claro
como el agua: "No es mi cuchillo".
Fue la primera
vez en cinco años que me pronuncié contra
Duffy. Tan pronto como él fue a la cárcel,
empezó a llamarme desde allí. Le respondí
un par de veces. Y en cuestión de pocos días
simplemente dejé de levantar el auricular. Un año
después estaba completamente libre de drogas y forjándome
una vida nueva y sana.
De las 12 o más
mujeres que conocí realmente bien y que trabajaron
en la avenida en los mismos años que yo, tres están
muertas. Una de ellas era Joanie Holmes. (Ver
abajo la nota sobre Joanie Holmes.)
Ahora, cinco
años después de haberme salido de la prostitución,
cada vez que conduzco por la hilera de autos donde el cliente
trató de matarme, me pregunto cómo es que
tuve tanta suerte de que alguien me oyera gritar pero que
nadie haya oído a April Lynn. Porque ella tuvo que
haber gritado. Y April Lynn está muerta. Y yo lloro.
Pero estoy viva. Les digo a las mujeres que todavía
están ahí afuera que yo comprendo - y eso
lo digo de todo corazón.
|
El
punto ciego de las fuerzas de seguridad
|
En una
conversación reciente, el sargento del Departamento
del Alguacil del condado de Sonoma encargado de coordinar
las redadas contra la prostitución en la Avenida
Santa Rosa repitió el refrán de las
fuerzas de seguridad sobre lo difícil que es
lograr que las trabajadoras del sexo cooperen en las
investigaciones de crímenes violentos. Y agregó:
"Ocurre lo mismo que con las drogas y las pandillas.
Es difícil conseguir la cooperación
de cualquier grupo de personas involucradas en el
crimen".
Es este
último comentario lo que resulta tan revelador
de un punto ciego de la policía en lo que se
refiere a la prostitución. Porque hay una enorme
y obvia diferencia, por un lado, entre las drogas
y las pandillas y, por el otro, la prostitución.
En las comunidades de drogas y pandillas, los crímenes
graves y violentos son casi siempre mutuos, van y
vienen; se trata de un grupo o un individuo contra
el otro.
Pero, en
la prostitución, las mujeres y las niñas
prostituidas son prácticamente siempre las
víctimas de crímenes violentos, mientras
que los hombres proxenetas y clientes casi siempre
son los perpetradores de la violencia. No conocemos
siquiera un solo caso en la Avenida Santa Rosa en
que una prostituta haya violado, raptado, apuñalado,
golpeado, estrangulado o asesinado a alguien.
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La policía
debería priorizar el arresto de proxenetas
por encima del arresto de prostitutas. Debería
diseñar estrategias investigativas orientadas
a identificar y recopilar evidencias contra los proxenetas.
Es necesario que la policía reconozca que la
mayoría de los proxenetas recurre a la violencia
para mantener a las mujeres dentro de la prostitución.
Tratar
de detener la prostitución arrestando a las
trabajadoras del sexo e ignorando a los proxenetas
es muy parecido a pretender ponerle fin a la violencia
doméstica capturando a las víctimas
e ignorando a los golpeadores. Todo lo que se consigue
con tal estrategia es que la policía refuerza
el control que el proxeneta tiene sobre la prostituta.
Los estudios
académicos sobre la prostitución y los
detalles de historias como la de Ángela dejan
claro que los proxenetas violentos que controlan a
las trabajadoras del sexo deben ser sacados de las
calles para que ellas puedan salir de esta ocupación.
En la actualidad no existe en el condado de Sonoma,
por parte de las fuerzas de seguridad, ningún
esfuerzo encaminado a descubrir a los proxenetas.
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NOTA:
Joanie Holmes era una prostituta de Santa Rosa que
murió en la cárcel del condado de Sonoma
dos días después de haber sido arrestada
por prostitución el 2 de junio de 1997. Según
testigas, Holmes enfermó gravemente luego de
entrar a su celda. Estas testigas afirman que Holmes
y otras reclusas intentaron repetidas veces conseguir
ayuda para ella, pero que los guardias respondieron
ridiculizándolas, si bien era obvio que Holmes
se encontraba en estado de extrema gravedad. Durante
dos días, mientras ella más enfermaba,
peor era el trato que recibía de los guardias,
hasta que finalmente falleció. Una demanda
por muerte dolosa contra la cárcel del condado
de Sonomá fue resuelta por una suma no revelada
a favor de los dos hijos Holmes, que al momento de
la muerte de su madre tenían ocho meses y dos
años de edad.
Información
proveniente de una investigación realizada
por Tanya Brannan, de Purple Berets. Para conocer
más sobre el caso, ver www.purpleberets.org/leissues_prostitution.html
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Notas
sobre Gary Ridgway,
el asesino en serie de Green River
|
"Ustedes
(la policía) tenían el problema.
Yo tenía la respuesta".
"Pensé que les estaba haciendo un favor a ustedes".
"Ustedes no pueden controlarlas, pero yo sí
puedo".
Gary Ridgway durante una entrevista con las
fuerzas de seguridad.
El
6 de noviembre del 2003, Gary Leon Ridgway se declaró
culpable de haber matado a 48 mujeres y niñas, todas
prostitutas, en una farra de asesinatos que duró
20 años en el área de Green River en Seattle,
Washington. Si bien se sospecha que les habría quitado
la vida a docenas más, aun con 48 víctimas
Ridgway lleva el récord de haber sido sentenciado
por matar a más personas que cualquier otro asesino
en serie. (El récord de Ridgway, sin embargo, podría
tener una corta vida. En el área de Vancouver, Richard
Picton, un criador de cerdos que ahora se encuentra bajo
juicio por los asesinatos en serie contra mujeres y niñas,
en su mayoría prostitutas, es sospechoso de haber
matado a 65 o más.)
Pero hay mucho
más que cifras en la historia de Ridgway que debería
sacudir la sensibilidad humana. Basta con tomarnos un momento
y ponderar los eventos para percatarnos de que sus crímenes,
y en especial las respuestas de la gente a éstos,
son ilustrativos de nuestra situación aquí.
Asesinato
en menor grado
Una búsqueda
entre reportes de prensa luego de que Ridgway se declarara
culpable reveló, y ello no es una sorpresa, que la
historia recibió una extensa cobertura y tuvo un
gran debate a nivel mundial. Aun así, ninguno de
esos debates abordó en modo alguno el tema de la
prostitución o el de la violencia contra las mujeres.
Tampoco aparecieron en la prensa los grupos de derechos
civiles o de defensa de los derechos de las mujeres para
protestar contra esta matanza sexista. Por el contrario,
el mundo civilizado aprovechó la ocasión para
reavivar el debate sobre la pena de muerte.
¡Imaginemos
si las 48 víctimas asesinadas hubieran sido seleccionadas
para morir por ser personas negras, homosexuales, inmigrantes
o pertenecientes a algún otro grupo social oprimido!
De haber sido así, un coro de voces progresistas
habría exhortado a análisis y cambios para
asegurar que esto nunca volviera a ocurrir.
Pero ellas eran
mujeres, mujeres jóvenes y niñas, prostitutas.
Ellas estaban plasmadas en las mentes de tantas personas
tal como las fuerzas de seguridad se refieren a los asesinatos
de prostitutas. Éstos eran "asesinatos en menor
grado, SSHI-Sin Seres Humanos Involucrados". Y la única
declaración singular en los medios acerca de por
qué esas mujeres estuvieron en la mira para ser asesinadas
fue la del perpetrador.
"El plan
era matar a tantas mujeres como me
fuera posible que yo creía que eran prostitutas".
"Escogí a prostitutas como mis víctimas
porque ellas
eran fáciles de levantar sin que nadie notara su
ausencia".
Tomado del Acuerdo de Declaración
de Culpabilidad de Ridgway a la Corte del condado King
el 6 de noviembre del 2003.
El silencio de
la sociedad acerca de los asesinatos contra tantas mujeres
y niñas es inmensamente responsable de perpetuar
las sombras en las cuales hombres como Ridgway pueden salirse
con la suya, impunemente matando mujeres durante décadas.
"Pensé
que les estaba haciendo un favor a ustedes"
El Resumen de
Evidencias oficial del fiscal del condado King a la corte
es un documento que merece una mirada más profunda
por las numerosas pistas que ofrece sobre la mentalidad
y los crímenes de Ridgway. (El texto completo se
encuentra en www.metrokc.gov/kcsc/docs/Ridg_Summary.pdf.)
El documento incluye una serie de citas tomadas de una entrevista
a Ridgway por las fuerzas de seguridad, en la cual él
le dice al detective:
"Y, bueno,
hmm, hmm, hmm, hmm, no es para salirme del tema, pero
yo pensé que les estaba haciendo un favor a ustedes",
matando, matando prostitutas. Ustedes no pueden controlarlas,
pero yo sí puedo. Ustedes no pueden lastimar a
nadie. No pueden. Pueden arrestarlas y esposarlas, podrían
ponerse un poco rudos con ellas, un poco. Pero no pueden,
hmm, ustedes no pueden detener el problema..."
"Yo estaba,
hmm, como ya dije, haciéndoles un favor que ustedes
no podían, ustedes no podían hacer. Ustedes
no podían, hmm, quiero decir que si son personas
indocumentadas, ustedes las llevan a la frontera y las
sacan de aquí en un avión. Pero si es una
prostituta, ustedes la arrestaban y ella estaba de vuelta
en la calle tan pronto como pagaba la fianza y cambiaba
su, hmm, nombre, y ustedes, ustedes tenían el problema.
Yo tenía, yo tenía la respuesta..."
A primera vista,
parecería un completo colapso mental el hecho de
que cualquier criminal considere que sus acciones criminales
ayudan a la policía, especialmente si se trata de
actos tan horrendos como los brutales asesinatos perpetrados
por Ridgway durante dos décadas. Pero, al mismo tiempo,
no es del todo incorrecta la evaluación que este
asesino hizo de lo que su propia causa tenía en común
con la causa de la policía o de la sociedad. El grito
exasperado de negocios y residentes de comunidades alrededor
del mundo es: "Desháganse de las prostitutas".
Las prostitutas
son el problema. No lo es la extrema opresión social
y económica de las mujeres, como tampoco la sistemática
violencia contra ellas, ni los proxenetas o los hombres
que pagan para violar niñas. Las prostitutas son
el problema. Los Gary Ridgways y los Richard Pictons del
mundo pueden fácilmente nutrirse de estos sentimientos
para suprimir cualquier vestigio de conciencia que les quede
y, tal como dijo Ridgway, "sentirme orgulloso de mi
trabajo" y creer que le están haciendo "un
favor" a la policía. Es por ello que casi no
existe una ciudad en el mundo que no tenga una serie de
homicidios de prostitutas sin esclarecer.
Y ésa
es otra razón por la cual es vital que como sociedad
empecemos a pronunciarnos y actuar a favor de la humanidad
y dignidad de las prostitutas y de su derecho a por lo menos
vivir libres de la violencia.
"...porque
estaba involucrada en la prostitución cuando fue
atacada"
Gary Ridgway
no ha sido el único en percibir que la policía
y la sociedad tendrían más prejuicios contra
las prostitutas que hacia la violencia de él.
En noviembre
de 1982, cuando recién iniciaba la ola de asesinatos
de Ridgway, una prostituta llamada Rebecca Garde Guay pudo
escapar al intento de Ridgway de matarla. Pero no fue sino
hasta dos años después, en diciembre de 1984,
que ella reportó ese ataque a la Fuerza de Tarea
de Green River. En su reveladora declaración oficial
escrita a la corte en el año 2003, el fiscal del
condado King señala: "Inicialmente Rebecca se
rehusaba a reportar la agresión porque estaba involucrada
en la prostitución cuando fue atacada".
Trágicamente
fue en esos dos años, entre el momento en que Rebecca
Guay fue atacada por Ridgway en 1982 y cuando ella presentó
la denuncia a la policía en 1984, que Ridgway asesinó
a la mayoría de sus víctimas. Si Rebecca hubiera
sentido que la policía aceptaría su situación
de prostitución sin sojuzgarla y que recibiría
protección física y emocional de las fuerzas
de seguridad, es muy probable que Ridgway habría
sido puesto rápidamente tras las rejas y las vidas
de tantas mujeres habrían sido salvadas. El resumen
del fiscal a la corte deja muy claro que hubo amplias evidencias
para encarcelar a Ridgway en ese momento, al menos por el
intento de asesinato contra Rebecca.
Pero en vista
de todas esas evidencias, ¿por qué Ridgway
no fue procesado en 1984 cuando Rebecca sí reportó
el crimen? La declaración del fiscal acerca de esta
crítica pregunta es circunspecta y sospechosa. Él
escribe: "Según el detective, Rebecca le dijo
que ella no deseaba perseguir el caso, por lo que Ridgway
no fue acusado". En primer lugar, es increíble
que, luego de haber revisado los horribles asesinatos de
48 prostitutas, el fiscal tenga el descaro de culpabilizar
a una trabajadora del sexo por la incapacidad de las fuerzas
de seguridad para presentar cargos por ese intento de asesinato.
Dada la posibilidad,
aun en ese momento, de haber detenido la matanza de Ridgway,
la declaración de que el caso no fue perseguido porque
Rebecca no lo deseaba deja más preguntas de las que
responde. Después de todo, en 1984 Rebecca había
presentado la denuncia por su propia cuenta, voluntariamente
había relatado su historia a la policía y
también voluntariamente había conducido al
detective a Ridgway, había identificado al criminal
y su vehículo para la policía, había
descrito con todo detalle el ataque y sus lastimaduras,
además de dirigir a la policía a testigos
que vieron sus lastimaduras y su histeria inmediatamente
después de la agresión. ¿Por qué
habría hecho ella todo esto y luego se rehusó
a perseguir el caso?
¿Fue porque
el detective no se tomó el tiempo para averiguar
qué necesitaba Rebecca para sentirse segura? ¿Habrá
sido porque el detective nunca se tomó el tiempo
para conseguirle defensoría y apoyo? ¿O fue
porque en realidad el detective no quería molestarse
en hacer estas cosas? Aparentemente, él ni siquiera
envió el caso del intento de asesinato de Ridgway
contra Rebecca a la Oficina del Fiscal de Distrito en 1984.
De haberlo hecho, el fiscal no habría tenido que
ir de vuelta al detective para averiguar por qué
el caso no había sido presentado.
Cualesquiera
sean las especificidades de estas fallas, una cosa es cierta.
Alrededor del mundo y en el condado de Sonoma, mujeres y
niñas están siendo asesinadas, violadas y
golpeadas porque las prostitutas no se sienten cómodas
ni seguras de acudir a la policía.
Algunas notas
más para reflexionar sobre Ridgway:
- Gary Ridgway
empezó a usar los servicios de prostitutas cuando
estaba sirviendo en el ejército en las Filipinas.
Existen amplias evidencias de que el ejército de
los Estados Unidos en las Filipinas participó en
el establecimiento de burdeles para tropas estadounidenses
que se encontraban en aquel país y que estos burdeles
utilizaban niñas locales aun de 12 años
para equipar el negocio. A principios de la década
de 1990, familias filipinas demandaron al ejército
estadounidense por actuar como proxeneta de niñas
filipinas menores de edad.
- Con pocas
excepciones, la cobertura de prensa sobre la declaración
de culpabilidad de Ridgway y su sentencia se refería
a las 48 víctimas sólo como mujeres, ignorando
por completo el hecho de que, en su mayoría, eran
adolescentes, muchas de ellas menores de 18 años
de edad. El idioma inglés es suficientemente claro
en su distinción entre mujeres y niñas y,
en particular, la prensa escrita no comete el error de
hablar de mujeres cuando se refiere a menores de 18 años.
Pero el hecho de que en tanta cobertura de prensa sobre
Ridgway no se haya mencionado que sus víctimas
eran mujeres y niñas se debe a la mentalidad sexista
según la cual una niña sexualmente activa
renuncia a las protecciones que se le confieren a la niñez
y asume las responsabilidades inherentes a la vida adulta.
- Asesinatos
en menor grado, SSHI-Sin Seres Humanos Involucrados: Entre
1985 y 1992, en San Diego, California, 45 mujeres fueron
atacadas sexualmente y asesinadas, y se creyó que
esos crímenes estaban relacionados. Muchas de las
víctimas eran prostitutas. En 1990, el periódico
Sacramento Bee citó a un agente de la policía
de San Diego acerca de los asesinatos: "Éstos
fueron asesinatos en menor grado", habría
dicho el agente, "mujeres motociclistas y prostitutas;
las llamábamos SSHI-Sin Seres Humanos Involucrados
(NHI's-No Humans Involved)".
|
Lo
que otras comunidades han hecho
|
Conforme
se comprende cada vez más que la prostitución
es un sistema explotador y violento en el cual las mismas
trabajadoras del sexo son las víctimas principales,
las comunidades están empezando a explorar enfoques
más significativos a este problema. He aquí
una muestra de lo que otras comunidades han hecho al
respecto.
- En el
año 2000, la Junta de Supervisores de San
Francisco aprobó una resolución que
instruye a la Policía de San Francisco y
la Oficina del Fiscal de Distrito a redirigir sus
recursos, trasladándolos de la prosecución
de prostitutas a la protección para ellas.
(Una
copia del texto completo
de la resolución, en inglés, se encuentra.)
- En
1999, Suecia aprobó una ley que penaliza
la compra de servicios sexuales, pero no la venta
de éstos. La premisa de esa legislación
fue que "...no es razonable castigar a la persona
que vende un servicio sexual. En la mayoría
de los casos ... esta persona es una pareja más
débil que es explotada". Adicionalmente,
el gobierno sueco asigna fondos de la seguridad
social para mujeres que desean salir de la prostitución.
(Ver * referencia abajo.)
- En Portland,
Oregon, el Programa de Educación sobre Explotación
Sexual (SEEP, por sus siglas en inglés) se
enfoca en educar a clientes de prostitutas que han
sido arrestados. Uno de los principales objetivos
de SEEP consiste en lograr que los clientes comprendan
que la prostitución no es un "crimen
sin víctimas", sino más bien
un sistema de violencia contra las mujeres. Una
serie de programas del tipo de SEEP alrededor del
país ha reportado buenos resultados en el
sentido de reducir la tasa de reincidencia de los
clientes. Sin embargo, estos programas han tenido
mucho menos éxito con proxenetas, quienes
por lo general son criminales mucho más serios.
(Ver * referencia abajo.)
*
De la Revisión de Literatura de las Ciencias
Médicas y Sociales, por Melissa Farley.
|
|
A fin de
crear en las fuerzas de seguridad un nuevo clima que
motive a las prostitutas a acercarse para reportar
crímenes violentos, la policía debe
desistir de sus constantes redadas dirigidas a arrestarlas.
Aun aquellos
agentes que están de acuerdo con nosotras en
las primeras tres recomendaciones suelen oponerse
a ésta. Dicen que no pueden ignorar la actividad
criminal. Pero la realidad de las prácticas
policiales regulares indica que sí pueden.
La policía tiene discrecionalidad, sobre todo
para manejar crímenes que son delitos menores.
Tiene discrecionalidad en el manejo tanto de actos
individuales como de categorías enteras de
crímenes.
Una situación
que quizás sea la más análoga
es que las agencias de las fuerzas de seguridad alrededor
del país, y más recientemente la policía
local, han reconocido la sabiduría y la necesidad
de rehusarse a participar en aquellas acciones del
Servicio de Inmigración y Naturalización
(INS, por sus siglas en inglés) encaminadas
a arrestar personas inmigrantes indocumentadas por
violaciones menores a las leyes inmigratorias. Esto
se debe a que la policía reconoce que un trabajo
policial exitoso no es factible en un clima en el
que segmentos enteros de la comunidad les temen a
las fuerzas de seguridad.
Las policía
reconoce que ignorar las violaciones menores a dichas
leyes sirve a sus mejores intereses. En nuestra propia
comunidad, una vez que las fuerzas de seguridad dejaron
de participar en las redadas del INS, ha habido un
giro completo y drástico en la anuencia de
las personas inmigrantes a acudir a la policía.
Personas indocumentadas que han sido víctimas
y testigos de crímenes y que con anterioridad
se negaban a comunicarse con la policía, ahora
lo hacen rutinariamente. En la actualidad, sólo
raras veces una víctima indocumentada nos pregunta
si la policía hará que la deporten.
|
|
Notas
finales
|
- Tanto la prensa
como las fuerzas de seguridad locales han resaltado en
repetidas ocasiones que muchas de las prostitutas arrestadas
en la Avenida Santa Rosa llegaron a este pequeño
pueblo desde otro lugar, como si Santa Rosa estuviera
siendo victimizada por malas mujeres procedentes de la
gran ciudad. Lo que nunca se enfatiza es que, con muy
pocas excepciones, los clientes arrestados en las redadas
son prácticamente todos residentes del condado
de Sonoma. La prostitución es impulsada por la
demanda local.
- De las 123
sobrevivientes del comercio sexual en el Consejo para
Alternativas a la Prostitución en Portland, el
85% reportó antecedentes de incesto, el 90% una
historia de abuso físico y el 98% dijo haber sufrido
abuso emocional (Hunter, 1994).
- De
la Revisión de Literatura de las Ciencias Médicas
y Sociales, por Melissa Farley
Al concluir
este cuadernillo, he aquí dos actuales piezas noticiosas:
- 17 de enero
del 2004, de CBC Vancouver, Canadá: La policía
de Vancouver ha acusado a un hombre después de
decomisar cintas de video que muestran violentos ataques
contra 50 prostitutas. Las cintas y los crímenes
llegaron al conocimiento de las fuerzas de seguridad sólo
después de que un testigo escuchara los gritos
de una de las mujeres. Según la agente policial
Sarah Bloor, la "extrema violencia" de las imágenes
está teniendo un "enorme impacto emocional"
en el equipo de investigación.
- 26 de enero
del 2004, de NBC4.tv: La policía de San Diego descubrió
una red de prostitución de hasta 10 niñas
- algunas de ellas aun de 12 años de edad. Los
proxenetas, que trabajaban en una confederación
dispersa, son hombres con edades entre 17 y 24 años.
|
Lo
que nosotras y tú podemos hacer para detener la venta
de niñas menores de edad en el condado de Sonoma
|
Únete
a nosotras en las reuniones de la Junta de Supervisores
y del Consejo Municipal de Santa Rosa en mayo. Llámanos
al número 575-3150 para conocer las fechas.
Estas reuniones
seguirán a nuestras reuniones de abril con el alguacil
Bill Cogbill y con Ed Flint, jefe del Departamento de Policía
de Santa Rosa, en las cuales estaremos solicitando que se
asigne inmediatamente a un(a) detective que efectúe
las acciones necesarias para detener toda compra y venta
de niñas menores de edad en el condado de Sonoma.
También se pedirá la implementación
de otras recomendaciones, tal como se describe en el cuadernillo.
Llámanos
al número 575-3150 y solicita copias adicionales
de nuestro cuadernillo "La prostitución en
la Avenida
Santa Rosa"
O
Puedes
obtener el mismo documento en inglés o español
en esta página de nuestro sitio www.justicewomen.com/cj_sr_prostitution.html
Llámanos para solicitar una expositora sobre
el tema para tu grupo.
Proporciona
copias del cuadernillo (o del boletín) a amistades,
docentes, agentes de policía, consejeras(os), clérigos
o cualquier persona que conozcas que esté dispuesta
a usar el teléfono para hacer una diferencia. Llámanos
para pedirnos la cantidad de copias del cuadernillo que
necesites.
Llama o escribe
a:
Ed Flint, jefe del Departamento de Policía de Santa
Rosa: 543-3550
Alguacil Bill Cogbill: 565-2781
Consejo Municipal de Santa Rosa: 543-3016
Junta de Supervisores del condado de Sonoma: 565-2241
Solicita que
se asigne inmediatamente a un(a) detective que efectúe
las acciones necesarias para detener toda compra y venta
de niñas menores de edad en el condado de Sonoma.
Recuérdales
a las autoridades escolares que cuando los estudiantes
acosan a las alumnas llamándolas "putas"
y "perras", esto no sólo degrada la sexualidad
de las jóvenes, sino también viola sus derechos
civiles a una educación igualitaria. También
recuérdales a las autoridades escolares que el Título
IX de la Ley Federal de Derechos Civiles obliga a todo el
personal de las escuelas a poner fin a todas esas conductas
de manera inmediata y efectiva.
Llámanos
para darnos cualquier sugerencia adicional que pudieras
tener.
Envía
hoy tu donación deducible de impuestos al Centro
de Justicia para Mujeres. Necesitamos tu apoyo financiero
para llevar a cabo este trabajo. Prometemos hacer un muy
buen uso de tu donación. Por favor envía hoy
tu cheque por correo a la dirección que aparece arriba.
Gracias.
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Se
autoriza copiar y distribuir esta información siempre
y cuando el crédito y el texto se mantengan intactos.
Reservados © todos los derechos, Marie De
Santis y Stephanie Serra
Women's Justice Center,
www.justicewomen.com
rdjustice@monitor.net
Traduccion por Laura E. Asturias / Guatemala
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