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Part I

Mapeo de los obstáculos de las mujeres a la justicia criminal

El problema: Negación sistemática de protección y justicia a las mujeres

A lo largo de los Estados Unidos, y cada vez más en otros países, existe un sólido cuerpo de leyes bien diseñadas que otorgan poderes y autoridad a los oficiales de la justicia criminal para intervenir de manera efectiva en casi todos los casos de violencia contra las mujeres, incluida la mayoría de casos en los que la víctima siente demasiado temor a testificar.

El problema formidable y persistente es la continua falta de voluntad de tantos oficiales de la justicia criminal para implementar estos poderes a favor de las mujeres que son víctimas de violencia. Es una renuencia que los funcionarios le han ocultado cada vez más al público tras una elaborada fachada de programas y retórica sobre la violencia contra las mujeres. Y es una falta de voluntad que continúa avanzando sin ningún control legal o social.

Aunque la mayoría de agentes de policía, fiscales y departamentos de libertad condicional han desarrollado una moderna retórica, formulado políticas y creado todo tipo de fuerzas de tarea y programas que enfocan la violencia contra las mujeres, la realidad es que sus respuestas cotidianas a mujeres, niñas y niños víctimas de violencia continúan siendo deplorablemente inadecuadas y marcadas por una sexista y racista denegación de justicia. Sin duda alguna, en todo el sistema hay personas y unidades que son progresistas y están dispuestas a utilizar sus poderes a favor de las mujeres, y que pueden ser usadas con grandes beneficios por las víctimas y sus defensoras(es) para movilizar al sistema.

Sin embargo, desafortunadamente, una buena parte de estos avances es socavada por las grandes cantidades de oficiales de la justicia criminal que en forma activa obstaculizan los cambios. Mientras más progreso se logra por un lado, más sofisticadas se vuelven las tácticas utilizadas por oficiales reaccionarios para descartar a las mujeres y sacar sus casos del sistema. Muchos de ellos, resintiendo profundamente las nuevas políticas que les mandan tratar con seriedad la violencia contra las mujeres, sabotean de manera activa los casos, las políticas y a las víctimas.

Es de lamentar que el sistema de justicia criminal, como un todo, muestre tan poca tendencia a disciplinar a estos oficiales o alinearlos. De hecho, la persistente cultura hipermasculina de las fuerzas de seguridad tiene más probabilidades de proteger y encubrir a estos individuos que de castigarlos. Los oficiales que albergan y practican hostilidades contra las mujeres todavía son ampliamente tolerados en todo el sistema. Y como veremos más adelante, existen ejemplos comunes de agencias de las fuerzas de seguridad que de plano protegen a violadores y golpeadores que se encuentran en sus propias filas. Por lo general, el sistema de justicia criminal sigue colaborando con los perpetradores que residen tanto dentro como fuera de ese sistema.

Pero no son sólo las fuerzas de seguridad y los perpetradores que responden en forma deficiente a la violencia contra las mujeres. Los estudios están empezando a mostrar cuán sistemáticamente la policía y los fiscales en general continúan manteniendo sus poderes fuera del alcance de las mujeres víctimas de violencia.

* En el año 2000, un reportero investigativo en el Philadelphia Inquirer expuso que el Departamento de Policía de Filadelfia estaba desechando más de 400 reportes de violación cada año; lo hacía simplemente archivando en forma errónea las violaciones en la categoría menor "2701" de llamado para pedido de servicio. Esta categorización prácticamente garantizaba que los casos no serían investigados de manera apropiada o tomados con seriedad. Tras la extensa cobertura de la evidencia irrefutable expuesta por la prensa, al final la policía tuvo que admitir que esto, de hecho, era exactamente lo que estaba haciendo.

Trucos similares para el desecho masivo de casos de violación han sido descubiertos por periodistas en numerosas ciudades a lo largo del país. Las unidades para crímenes sexuales en Phoenix escribían los reportes de violación en un formulario de "sólo información"; era su manera de engavetar los casos. Muchos departamentos de policía se deshacen del gran volumen de sus casos de violación etiquetando rutinariamente los reportes de estos hechos como "infundado" o bien como un caso de "él dijo, ella dijo" antes de que cualquier investigación sea realizada.

* La Revisión de Fatalidades por Violencia Doméstica del estado de Washington, realizada en el año 2002 (al igual que las revisiones de homicidios relacionados con violencia llevadas a cabo por el Centro de Justicia para Mujeres y Purple Berets), revela lo que las autoras de ese estado aptamente califican como "el absurdo procesamiento de casos", un término que aplican al siguiente patrón: los oficiales de la justicia criminal ponen a circular los casos de violencia doméstica a través del sistema, pero al hacerlo no aplican adecuadamente los poderes reales a dichos casos. Es una dinámica que a menudo se repite una y otra vez hasta que, finalmente, las mujeres terminan siendo asesinadas. En lugar de desechar los casos en forma sumaria, como era la práctica hace décadas, los oficiales dan todas esas vueltas pero sin tomar una acción seria contra el perpetrador.

Vale la pena mencionar que este "absurdo procesamiento de casos" no es un simple defecto burocrático. Se trata de actos intencionados. El "absurdo procesamiento de casos" no es más que una de las numerosas tácticas de camuflaje utilizadas por el sistema de justicia criminal en respuesta a la presión pública, en las últimas dos décadas, para que las fuerzas de seguridad traten seriamente la violencia contra las mujeres. En lugar de acatar la voluntad pública y legislativa e implementar un verdadero poder a favor de las mujeres, las fuerzas de seguridad han creado esas tácticas de camuflaje para engañar al público, de manera que éste crea que el trabajo se está siendo cuando, en realidad, se continúa abandonando a las mujeres en manos de la violencia. En vista de que el sistema de justicia criminal se hace más astuto en ocultar su denegación de protección y justicia, las(os) defensoras(es) deben aumentar sus habilidades de vigilancia.

* Una encuesta a 63 víctimas de violencia doméstica realizada en el 2002 por el Departamento de Policía de Santa Rosa reveló que una cantidad significativa de agentes que respondían a los llamados de ayuda no era capaz de llevar a cabo siquiera los requisitos más fundamentales de protección a las víctimas, ni el más básico nivel de recolección de evidencias que es esencial para la persecución de los casos. Esto, a pesar de 10 años de una constante presión comunitaria sobre la policía para que maneje la violencia doméstica con mayor seriedad.

En el 33 por ciento de los casos, a las víctimas no se les preguntó acerca de la presencia de armas de fuego. No se tomó fotografías casi en el 50 por ciento de aquellos casos en que había lastimaduras visibles. En más del 50 por ciento de los casos en que hubo niñas o niños presentes, los agentes no les tomaron una declaración. En el 27 por ciento de los casos, el oficial no preguntó sobre la historia de abuso. En aquellos casos en que la víctima sentía que necesitaba traducción, el agente nunca le ofreció este servicio. Por lo menos en el 30 por ciento de los casos en que había lastimaduras visibles, los oficiales no efectuaron arrestos, tal como lo exige la política de las agencias.

Esta encuesta a víctimas revela detalles del fenómeno del "absurdo procesamiento de casos" descrito en el informe del estado de Washington arriba mencionado. Pero aun este estudio en Santa Rosa no muestra el panorama completo de la mala conducta del agente que responde a un llamado de ayuda. La muestra de víctimas para el estudio fue seleccionada de casos de violencia doméstica en los que el agente había escrito un reporte criminal. Así, el estudio no capta los numerosos casos que observamos, en los cuales los agentes simplemente se alejan de los legítimos crímenes de violencia doméstica sin siquiera escribir un reporte. Tampoco es la gravedad de un caso lo que determina la seriedad de la respuesta del agente. De acuerdo a nuestra experiencia, el que un caso sea manejado en forma apropiada o no tiene que ver con cuál agente individual responde a un llamado, más que con la gravedad del caso.

* En el año 2000, vídeos noticiosos televisados de los ataques sexuales masivos tras el desfile puertorriqueño en la ciudad de Nueva York pescaron a la policía en el acto. Ésta literalmente se cruzó de brazos y dio la espalda a las mujeres, aun cuando ellas estaban siendo atacadas sexualmente frente a los propios ojos de los agentes. Aun cuando le rogaban a la policía que les diera ayuda. Un agente respondió el ruego de una víctima agregando sal a la herida y diciéndole en su tono más desdeñoso, "Regrese a Nueva Jersey".

Detalles cotidianos de la denegación de protección y justicia igualitarias por parte de las fuerzas de seguridad a las mujeres víctimas de violencia. Debido a que la negativa de las fuerzas de seguridad a brindar justicia está muy oculta de los ojos del público, sin duda alguna la ventana que mejor revela el mal manejo que éstas hacen de la violencia contra las mujeres es la ventana que está abierta para ti, la defensora o el defensor. Si trabajas con víctimas y te preocupas por vigilar los casos de justicia criminal de tus clientas, ya conoces las formas tan ineficientes en que las fuerzas de seguridad manejan la violencia contra las mujeres. Aun así, nos interesa plasmar aquí una lista de los abusos cotidianos a través de los cuales el sistema de justicia criminal degrada, engaña, disminuye y eventualmente se niega a implementar poderes esenciales para las mujeres víctimas de violencia. Es probable que puedas agregar tus propios ejemplos conforme lees esto.

La corta lista de abusos de las fuerzas de seguridad:
Actitudes de desinterés, abusivas, racistas y sexistas, retardatarias, despreocupadas, desalentadoras o indiferentes por parte de los agentes; no escribir reportes; reportes incompletos, prejuiciados o falsificados; investigaciones incompletas; incapacidad de recolectar y documentar todas las evidencias; no identificar ni enfocar los temores de las víctimas; atemorizar a propósito a la víctima para que no presente una denuncia...

Entrevistas escuetas u hostiles a las víctimas y personas testigas; incapacidad de entrevistar a todos los testigos; interrogar a víctimas o testigos; entrevistar a víctimas y testigos frente al perpetrador; insinuar que la víctima es culpable; mostrar incredibilidad hacia las víctimas o los testigos; avergonzar o abochornar intencionalmente a las víctimas o los testigos; burlarse de las víctimas o los testigos; amenazar con acusar a la víctima o, de hecho, acusarla de crímenes no relacionados; incapacidad de hacer preguntas clave o de proveer una adecuada traducción, etc...

Ignorar a las personas de apoyo de las víctimas; intentar separar a éstas de sus personas de apoyo; desalentar a la víctima a que consiga una defensora o defensor; no informarle sobre su derecho a tener una persona defensora; ignorar la seguridad de las víctimas o los testigos; burlarse de los temores de la víctima; mostrar apoyo al sospechoso; reírse junto a éste; no arrestar al perpetrador, pero sí a la víctima...

Mentir; mentirle a la víctima diciéndole que nada se puede hacer cuando, de hecho, hay una clara justificación para actuar; desinformar a la víctima acerca de sus derechos; mentirle sobre la viabilidad del caso; mentirle acerca de la ley; no devolver las llamadas de la víctima o dejar pasar mucho tiempo antes de devolverlas; no informar a las víctimas sobre lo que ocurrirá a continuación, permitiendo pasivamente que ellas se queden en un limbo...

Incapacidad de preparar en forma apropiada a la víctima para las audiencias; no presentar los cargos adecuados; no presentar ningún cargo; persuadir a la víctima a que no testifique; atemorizarla con posibles tácticas de la defensa, o con tácticas imposibles de la defensa; retener evidencias críticas; realizar arreglos negociados que no corresponden al delito; sentencias descuidadas...

Una historia entre millones: Si nos apoyáramos en una sola historia, entre millones más, para evidenciar lo obstinadas que son las fuerzas de seguridad para tratar con seriedad la violencia contra las mujeres, ésa sería la historia relatada por el fiscal de la ciudad de San Diego, Casey Gwinn. Quizás recuerdes que fueron Casey Gwinn en la oficina del fiscal de la ciudad y la sargenta Ann O'Dell en el Departamento de Policía de San Diego quienes, a principios de los años noventa, lideraron la moderna respuesta de las fuerzas de seguridad a la violencia contra las mujeres. Los protocolos y la capacitación que desarrollaron consiguieron reducir la tasa de homicidios relacionados con violencia doméstica en más del 60 por ciento en cuestión de algunos años. En la actualidad, esos mismos protocolos y capacitaciones se han convertido en el modelo aceptado de respuesta a lo largo del país. Durante más de una década, a través de un constante refinamiento y mejoramiento de estos protocolos, San Diego ha mantenido su posición como la ciudad líder en una respuesta moderna de las fuerzas de seguridad a la violencia doméstica.

Aun así, fue a finales de los noventa, años después de haberse instituido las intensas capacitaciones y los estrictos protocolos que han orientado la respuesta en San Diego, cuando Casey Gwinn, su esposa y otra pareja se dirigían a casa después de un evento social. Sentían frustración yendo en el auto detrás de un pick-up que se movía muy lentamente. Entonces se percataron del porqué de la lenta velocidad del otro vehículo. El hombre que lo conducía sostenía el timón con una mano, mientras con la otra le daba puñetazos a la mujer que iba sentada a su lado.

El individuo detuvo el vehículo en una gasolinera. Casey Gwinn y sus acompañantes lo siguieron hasta allí. Ahora el hombre estaba usando ambas manos para golpear a la mujer. Casey llamó a la policía por su teléfono celular mientras su amigo se acercó al pick-up para detener la violencia del hombre. Al llegar la policía, el amigo de Casey dio su testimonio como testigo, luego Casey y sus acompañantes permanecieron en su auto y observaron.

Cuando el agente de policía terminó lo que estaba haciendo y se preparaba para retirarse, Casey, sin identificarse, le preguntó: "¿No va usted a arrestarlo?" El agente respondió: "No, no hay necesidad. Fue la típica disputa entre una pareja". Casey protestó: "Pero mire el ojo de ella. Está todo hinchado y rojo por la golpiza". "Naaah", fue la respuesta del policía, "eso es sólo porque estaba llorando mucho".

Fue entonces que Casey Gwinn se identificó ante el desafortunado agente. Cuando éste se recuperó de la sorpresa, le dijo a Casey: "Bueno, quizás yo debería regresar allá y entrevistarla más minuciosamente". A partir de ese momento, fue cuestión de minutos que el perpetrador estuviera esposado y el agente tuviera una serie completa de notas.

La moraleja, tal como Casey la relata, es que si no somos sumamente vigilantes en el monitoreo de la respuesta de las fuerzas de seguridad a la violencia contra las mujeres, ninguna cantidad de capacitación conseguirá erradicar la arraigada tendencia de las fuerzas de seguridad a denegarles protección y justicia a las mujeres.

 

 

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Traduccion por Laura E. Asturias / Guatemala

 

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