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Cómo mejorar las entrevistas a víctimas de delitos sexuales
12 sugerencias de qué hacer y no hacer


(descargar PDF en español)

En los delitos sexuales, más que en cualquier otro tipo de crimen, la víctima suele ser tu principal prueba y fuente de pistas hacia las evidencias. Al mismo tiempo, los relatos que la víctima hace de la agresión sexual son generalmente mucho más inhibidos, reservados y vulnerables a distorsión que los de víctimas de otros delitos. Para complicar aún más las cosas, ninguna otra entrevista a víctimas de crímenes tiende a hacer que la persona entrevistadora se sienta más insegura respecto a cómo proceder.

Si no se remedian, estos retos de las entrevistas por delitos sexuales conducen una y otra vez a pérdida de pruebas, de casos y, con suma frecuencia, de anuencia de la víctima a continuar con el proceso. Pero también significan que invertir un poco de esfuerzo en mejorar estas entrevistas puede representar enormes beneficios para los procesamientos de delitos sexuales. Además, mejorar las técnicas de las entrevistas por delitos sexuales puede hacer que la propia entrevista se convierta en una fuente de sanación, alivio y justicia para las víctimas, pues ellas sienten que sus historias han sido escuchadas y documentadas expertamente.

La siguiente lista de qué hacer y no hacer va dirigida primordialmente a mejorar las entrevistas realizadas por la policía, pero deberían ser útiles para cualquiera que entreviste a víctimas de delitos sexuales. A excepción de las primeras dos, estas sugerencias no tienen que ser aplicadas en un orden particular. Por el contrario, su objetivo es mejorar tu enfoque general y que las apliques a lo largo de toda una entrevista. (A veces en estas sugerencias nos referimos a la víctima en femenino por la fluidez del lenguaje, pero reconocemos que también los hombres son víctimas de delitos sexuales.)

1. Dale a la víctima el mayor control posible desde el principio.

El principal daño de los delitos sexuales es que a las víctimas se les ha despojado de autodeterminación al nivel más íntimo de su ser. De modo que, comprensiblemente, por lo general están muy atentas a cualquier señal de que estén perdiendo el control de nuevo, sobre todo en asuntos relacionados con el delito. Sienten una particular ansiedad respecto a los estragos desconocidos que un caso penal pudiera desatar aun más en sus vidas. Cuanto más infundas en la víctima un sentido de control en el proceso desde el principio (y durante toda la entrevista), más capaz será de relajarse para estar abierta y cooperar.

Si las circunstancias son tales que será necesario programar la entrevista con anticipación, como suele suceder, siempre pregúntale a la víctima si se sentiría cómoda y segura respecto a la hora y el lugar sugeridos para la reunión e incluso dale la opción de sugerir alternativas. Infórmale de su derecho a que durante la entrevista estén presentes una defensora y una persona de apoyo de su elección.

Ese segundo consejo es obligatorio por ley en muchos estados, incluyendo California. Pero sea obligatorio o no, es sumamente valioso ofrecer estas opciones al principio para obtener la confianza de la víctima. Le da el claro mensaje de que eres consciente de las dificultades de estas entrevistas para la víctima y que, por encima de cualquier otra cosa, quieres darle algún control respecto al ambiente de la entrevista.

Igualmente importante es que le digas con mucha claridad tu nombre completo y le des un número telefónico o dirección electrónica donde pueda contactarte directamente. Dile cuál es tu programa de trabajo y la fecha más próxima en que te comunicarás con ella e infórmale sinceramente que quieres que te contacte en cualquier momento si tuviera alguna preocupación. Reserva unos momentos para que ella escriba esta información en un lugar donde no vaya a perderla. Agradécele por su anuencia a ayudarte con el caso. Cuanto mayor empeño pongas en construir ese puente hacia ti y el caso, más probable será que la víctima lo atraviese.

Si la víctima es menor de edad, tiende ese puente así de cuidadosamente con su madre, padre o tutor. Aunque quizás no compartirás detalles de la investigación con estas personas, la mayoría querrá obtenerlos. Por lo tanto, es aun más importante que las incluyas y seas deferente con ellas en tantas otras formas como sea posible.

2. No inicies tu entrevista sin de nuevo dedicar tres o cuatro minutos únicamente a abordar las necesidades y preocupaciones de la víctima.

Las víctimas de delitos sexuales casi siempre llegan a una entrevista plagadas de vergüenza, ansiedades, desinformación y el temor a estar siendo juzgadas. Y aun más significativo, suelen llegar a estas entrevistas sintiéndose muy inseguras acerca de si realmente quieren o no seguir adelante con el proceso de justicia.

Este estado mental es un marcado contraste con, por ejemplo, el de una víctima de robo a quien su indignación no le provoca ningún conflicto en absoluto y está deseosa de que su caso sea documentado. Mientras no se aborden estas ansiedades e incertidumbres de las víctimas de delitos sexuales, es probable que ellas vacilen y no digan mucho.

Entonces, después de presentarte con la víctima, pon tu agenda completamente a un lado y di algo como “Dentro de algunos minutos te haré muchas preguntas sobre lo que sucedió, pero primero quiero responder cualquier pregunta que pudieras tener” o “...pero antes quiero asegurarme de que te sientes cómoda con el proceso”.

No supongas que la falta de reacción de la víctima a tu introducción significa que está lista para hablar sobre el delito. Continúa con preguntas específicas. Pregúntale sobre su bienestar general desde la violación, preocupaciones que tenga respecto a su seguridad, el grado de apoyo de sus parientes y amistades, la seguridad de su vivienda y, muy importante, preocupaciones y preguntas que ella pudiera tener respecto a presentar una denuncia ante la policía. Expresa tu disposición a responder preguntas en cualquier momento, hacer un receso y abordar asuntos de seguridad que puedan surgir, además de manifestarle que aprecias su ayuda para poner al perpetrador tras las rejas.

Una preocupación común que las víctimas raras veces expresan es: ‘Seguramente la policía no me cree, o ya lo habría arrestado’. No puedes permitir que la víctima tenga esas sospechas, así que no esperes hasta que ella las mencione. Explícale por qué suele haber demoras en los arrestos por delitos sexuales.

No te apresures con tus comentarios introductorios. Reduce el ritmo lo más que sea posible, y muy probablemente el resto fluirá con facilidad.

Lo esencial a tener en mente es que, antes de abrirse, la mayoría de víctimas necesita haberse convencido de que tú comprendes las complejas fracturas respecto a asuntos de seguridad y sociales que ha habido en sus vidas como consecuencia del delito. Con sólo hacerle preguntas pertinentes y comprensivas estableces activamente que la entiendes, que te preocupa su seguridad y eres lo suficientemente competente y conocedora para remediar cualquier problema. Sólo entonces deberías preguntarle si está lista para empezar.

3. Mantén la mirada sobre el premio.

En algún o algunos puntos de la entrevista a una víctima de un delito sexual podrías sentir que ella hizo ciertas cosas que realmente consideras estúpidas, ineficaces, provocadoras, moralmente ofensivas, incorrectas, riesgosas, injustas, cobardes o deshonestas. Y es muy probable que la mayoría de estas víctimas se haya metido en la situación y la haya manejado de manera muy diferente a como tú lo habrías hecho.

En primer lugar, recuerda que tú eres agente de policía y probablemente la víctima no lo sea. De hecho, en su mayoría las víctimas serán mujeres jóvenes con respuestas totalmente diferentes a las de un/a agente policial con capacitación. En segundo lugar, ten en mente que, sin importar cuánta capacitación sobre la violencia sexual hayamos recibido, vivimos en un mundo donde la violencia sexual está cubierta de mitos y reacciones profundamente arraigados que no desaparecen por sólo saber los hechos. Culpabilizar de alguna manera a las víctimas es una de esas reacciones que a menudo sale a la superficie de manera inconsciente, independientemente de cuánta capacitación tengamos.

Una manera de evitar que tales reacciones salgan a la superficie y obstruyan tu entrevista es mantener tu enfoque en la meta de poner al peligroso sospechoso tras las rejas. La víctima frente a ti, sin importar lo que tú sientas respecto a su conducta, es quien mejor puede ayudarte a alcanzar esa meta. Mantener tu concentración en aliarte con la víctima para recopilar pruebas ayuda a que cualquier juicio que puedas tener sobre ella se vuelva insignificante. Y dejar esos juicios totalmente fuera de tu conducta con la víctima es clave para que coopere sin reservas.

4. No pisotees las pruebas.

El antiguo refrán médico que dice ‘Primero, no hacer daño’ es primordial en las entrevistas por delitos sexuales. Tu primera prueba—la anuencia de la víctima a contar abiertamente su historia—es tan frágil como levantar una huella de la arena. Lo que menos querrás es pisotearla.

Con frecuencia, las víctimas nos relatan aspectos vitales de su historia que luego omiten por completo durante la entrevista con la policía. Esta omisión puede ser una reacción de la víctima a una compleja combinación de gestos subliminales de la persona entrevistadora, sus preguntas mal planteadas, su incapacidad de notar la creciente incomodidad de ella, o sencillamente el temor de la víctima a lo que se desatará cuando divulgue una circunstancia delicada. Brindar suficiente aliento e información sin interponerte en el camino es un equilibrio que viene con la experiencia.

Pero un buen primer paso para prevenir esta fuente común de pérdida de pruebas es recordar que durante una entrevista suele haber decenas de coyunturas en las cuales la víctima está decidiendo consciente o inconscientemente si mencionará o no algunos aspectos de la historia o los ampliará. Cuanto más conscientemente empieces a estar alerta a esos momentos y escucharlos en tus entrevistas, mayor será tu conciencia de ellos. Es en esos momentos cuando debes detenerte, reducir el ritmo, alentar, explicar o tranquilizar, porque la decisión de la víctima en cada una de estas coyunturas puede resolver tu caso o destruirlo.

Recuerda que una historia de delitos sexuales atraviesa un gran territorio que la mayoría de personas comunes no pensaría en discutir ni siquiera con sus amistades de mayor confianza en las condiciones más seguras. Tu tono, tus palabras y observación aguda son lo que determina si anularás ese frágil proceso o abrirás las puertas a una divulgación plena.

5. Prevé y contrarresta percepciones erróneas de la víctima.

La manera en que la víctima de un delito sexual ve su propia experiencia también está cubierta de los mismos mitos y percepciones erróneas que hay en el resto de la sociedad, sólo que en este caso con más intensidad que nunca. Frecuentemente, la víctima está juzgando su propia conducta con el peso acumulado de la culpabilización abierta y subliminal que a lo largo de su vida ha escuchado hacer contra las víctimas. Así que a menudo tienes que contrarrestar activamente estos mitos para ayudar a la víctima a hablar libremente.

No pones nada en peligro al introducir preguntas difíciles con “Quiero que sepas que no importa en absoluto lo que estabas haciendo (bebiendo) o la ropa que llevabas puesta. El asunto es que para poder atrapar al violador tengo que saber de ti los detalles veraces exactos, de modo que nadie pueda atacar tu historia”; o “Aun si hubieras estado haciendo algo ilegal, eso no es importante para mí pues ignoraremos el delito menor a fin de poder llegar al crimen más serio que fue lo que te ocurrió”.

A veces ayuda enormemente explicar algunos aspectos esenciales del procesamiento de delitos sexuales—por ejemplo, la mayor importancia que en estos casos tiene la credibilidad de la víctima. Explicar esos asuntos no sólo evita que las víctimas malinterpreten por qué les estás haciendo ciertas preguntas delicadas, sino también las ayuda a sentirse más como socias en el proceso y aumenta su cooperación en este sentido.

6. No hagas preguntas tan rígidas que pierdas detalles esenciales.

Usualmente, las víctimas de delitos sexuales no ofrecen información a menos que se les pida. Las preguntas estilo horario de tren, como ‘¿Y luego qué sucedió?’, podrían ser suficientes para casos de robo de vehículo o pelea en un bar, pero a menudo pasan por alto las evidencias conductuales que pueden ser tan importantes cuando se trata de delitos sexuales.

Recuerda también que las víctimas, en su mayoría, son ingenuas respecto a lo que constituye evidencia, especialmente en cuanto al carácter sutil de las pruebas en un caso de delito sexual. Lo que una víctima puede considerar sólo incidentes extraños que no vale la pena mencionar puede ser una fuerte indicación de la intención del sospechoso, de su culpa o de encubrimiento. Y a menudo éstos son eventos que ocurrieron mucho antes y después de la violación.

De nuevo, entonces, explicar un poco qué constituye evidencia puede ayudar a la víctima a examinar más activamente su experiencia para buscar los detalles que tú necesitas. Y esto también puedes lograrlo haciendo preguntas de respuesta abierta como: “Viendo atrás, ¿recuerdas algo inusual que el sospechoso haya hecho para ponerte en una situación de aislamiento?”; “¿Alguna cosa diferente o inusual que hiciste para protegerte después de haber sido violada?”; “¿Algo inusual que el sospechoso haya dicho o hecho desde que te violó para encubrir la violación?”; “¿Alguna otra persona que pudo haber presenciado algo de esto?”, etc.

7. Averigua cuáles fueron los elementos de temor.

Una víctima te dice que el sospechoso le ordenó a gritos que se quitara la blusa y ella lo hizo. Sin embargo, no había un arma ni amenazas directas. Para un abogado defensor, eso suena a consentimiento. También un agente de policía podría considerarlo consentimiento aunque la víctima le había dicho “no” muchas veces al sospechoso antes de que la violara. Incluso la propia víctima puede tener dudas respecto a si esto descalifica el acto como una violación.

En primer lugar, recuerda que obedecerle a un atacante suele ser lo más inteligente. Y luego considera que el punto en que la víctima, especialmente una joven, empieza a obedecer las exigencias de un atacante es a menudo muy diferente al punto en que un agente de policía, o un hombre, comenzaría a obedecerlas.

A partir de ahí, es importante averiguar de la víctima qué pensó ella que podía ocurrir si no obedecía la orden del sospechoso. En este caso, el sospechoso la había llevado con engaños a las 3 a.m. a un lugar aislado y desconocido para ella. La víctima no tenía transporte, teléfono o dinero. Tampoco hablaba inglés. “Estaba poniéndose cada vez más enojado”, dice. “Era más fuerte que yo. De una u otra forma él iba a obtener lo que pretendía y yo no quería que me golpeara”. ¿No es ésa la misma razón por la cual ‘voluntariamente’ decidirías entregarle tu billetera a un ladrón? Pero aun así fuiste víctima de robo, ¿no?

Lo primero que debes preguntar es: “¿Qué pensaste que podía ocurrir si no le obedecías? ¿...si simplemente hubieras salido del lugar? ¿...si hubieras gritado?” Esta información clave sobre lo que la víctima temía que pudiera suceder, y por qué, puede parar en seco a un abogado defensor. Pero es información que fácilmente podría pasar desapercibida si no indagas y preguntas directamente.

8. ¡No interrogues!

A menudo surgen contradicciones en la historia de una víctima y muchas veces hay claros indicios de que la víctima no está diciendo la verdad en todo lo que afirma. En estos casos, el instinto de un agente policial es aprovechar al máximo esas contradicciones. Sin duda alguna, es necesario desenmarañar la historia para llegar a la verdad. Pero pocas cosas tienen más probabilidades de callar a una víctima que hacerla sentir, aun mínimamente, que está siendo juzgada. Ser sujeta a un modo de interrogatorio, por breve que sea, es más de lo que la mayoría de víctimas de delitos sexuales puede soportar.

En primer lugar, es importante comprender que la principal razón por la cual las víctimas de delitos sexuales pueden mentir, distorsionar u omitir información es que tienen miedo de que nadie les crea. Al igual que cualquier otra persona criada en este planeta, durante toda su vida han oído cómo se culpabiliza en mil y una maneras a las víctimas de violación. Ahora que ellas mismas fueron violadas, harán todo lo necesario para protegerse contra una suerte parecida.

Por supuesto, tú sabes que probablemente la víctima no estaba en el bar con este hombre estudiando para un examen de historia. Pero si empiezas a interrogarla al respecto, pondrás tu caso en riesgo.

Otra causa común de contradicciones en las historias de las víctimas son los efectos devastadores del trauma, especialmente en lo que se refiere a la hora en que ocurrió la violación. El trauma fragmenta los pensamientos y la expresión de éstos, lo cual puede fácilmente llevar a contradicciones en el relato. Los intentos de interrogar exacerban muchísimo el problema. Por el contrario, las preguntas tranquilas y amables suelen aclarar las cosas.

Cualquiera sea la causa subyacente de lo que parecen ser contradicciones, recuerda que tu meta es atrapar al violador, lo cual significa que necesitas desenmarañar la historia de tal manera que conserves la confianza de la víctima.

Es cierto que hay denuncias de violación completamente falsas y maliciosas, pero son raras. Y por lo general son bastante obvias y fáciles de desentrañar. En este caso, un interrogatorio en realidad tampoco ayuda.

9. Asóciate con la víctima.

Pocas cosas serán más productivas que indicarle activamente a la víctima, en tantas maneras como sea posible, que estás asociada a ella, en vez de asumir un rol autoritario y unilateral, por dos razones importantes.

En primer lugar, debido al carácter más abierto de estas entrevistas, aunque tú haces las preguntas es la víctima quien está escarbando en su experiencia y a través de la conducta del sospechoso para sacar a luz detalles potencialmente significativos. Cuanto más abordes la entrevista como la persona que orienta a la víctima en busca de pruebas, mayor será la probabilidad de que ella identifique lo que es más significativo y se reduzca la muy común omisión de detalles esenciales.

En segundo lugar, asociarte con la víctima en vez de adoptar una actitud condescendiente o autoritaria eleva enormemente su dignidad al llevarla desde la indefensión pasiva de ser una víctima hasta una posición de participante activa en busca de justicia.

Entonces, dile directamente a la víctima que necesitas su ayuda para repasar su experiencia y hallar en ésta detalles que pudieran ser evidencias, y explícale de manera activa los tipos de cosas que constituyen evidencia. Lo sorprendente es cuántas víctimas, incluso niñas y niños, captan lo que esto significa y luego mencionan cosas que nunca se te ocurrió preguntarles.

10. No concluyas la entrevista sin disponer la escena para el siguiente paso. Pocas cosas hacen que las víctimas de delitos sexuales se sientan más innecesariamente angustiadas, temerosas o cautelosas respecto al proceso que no estar informadas de lo que está ocurriendo y lo que sucederá después. Comprensiblemente, una de las maneras más comunes en que ellas manejan este tipo de ansiedad es simplemente retirándose del caso.

Pese a la importancia cardinal de mantener a las víctimas de delitos sexuales informadas y conectadas, la mayoría de ellas, al llamarnos por primera vez, no puede responder las preguntas más básicas sobre el estado de su caso: ¿En qué etapa del proceso se encuentra el caso? ¿Quién es el detective? ¿Cuáles son los cargos que están siendo investigados? ¿Fue remitido el caso a la Oficina del Fiscal de Distrito? ¿Se ha entrevistado a todos los testigos?

¡Esto no es culpa de la víctima, sino del detective! Quizás tú le brindaste la información a ella, pero las víctimas traumatizadas no siempre escuchan lo que estás diciendo. De modo que debes prestar atención a si una víctima está reteniendo la información. La mejor manera de hacerlo es pedirle que escriba la información e incluso entonces recordarle repetidamente que debería llamarte si tuviera alguna pregunta.

11. ¡Protege a la víctima! ¡Protege tu caso! Dile a la víctima de delitos sexuales que quieres enterarte inmediatamente de cualquier intento que el sospechoso o sus amigos hagan de acosarla o disuadirla de que siga adelante con el caso.

Dado que en su mayoría los sospechosos de delitos sexuales conocen a las víctimas y comparten el círculo social de ellas, casi siempre intentarán acosarlas, vilipendiarlas, disuadirlas y organizar a otras personas para que hagan lo mismo. Con suma frecuencia, los perpetradores son más persistentes que los detectives respecto a controlar el caso.

Por lo tanto, ¡protege a la víctima y protege tu caso! Tu puente hacia la víctima debe ser más fuerte que el intento del sospechoso de destruirlo. Infórmale a la víctima que es común que los perpetradores de delitos sexuales empiecen a acosar y tomar represalias. Explícale que cualquier intento que un perpetrador haga para disuadirla de proseguir con el caso, aun si fuera sólo verbal, es un nuevo delito. Dile que quieres enterarte de inmediato si ella está teniendo este tipo de problemas.

Luego haz lo que sea necesario para frenar en seco la conducta del perpetrador, incluso abrir inmediatamente un nuevo caso penal o arrestar al sospechoso por intentar disuadir a una testiga.

Y aun si la conducta del perpetrador no llegara a nivel criminal, intervén y usa tu autoridad para detener las hostiles dinámicas sociales que tan rutinariamente surgen contra las víctimas de delitos sexuales. Estas dinámicas son otra causa muy común que lleva a las víctimas a abandonar sus casos. De modo que llama por teléfono a la escuela, amistades, lugar de trabajo o donde sea que el problema esté dándose y di que quieres que se detenga para que tu investigación pueda continuar. ¡Protege a la víctima y protegerás tu caso!

12. Prepara ampliamente a la víctima con anticipación para la llamada probatoria. En ningún punto es tan importante asociarse con la víctima como en la llamada probatoria. Después de todo, en esta llamada es la víctima quien lidera la investigación. Y es ella quien debe pensar durante la llamada. En vista de que las llamadas probatorias suelen ser tu mejor oportunidad para obtener pruebas contundentes en casos de delitos sexuales, es un gran error no poner a la víctima a reflexionar anticipadamente sobre lo que piensa de esas llamadas y los posibles escenarios.

Recuerda que la mayoría de las víctimas conoce bien a los sospechosos. Al informarle a la víctima sobre el carácter de esta llamada y hacer que piense antes de preparar la llamada, ella estará pensando con anticipación en las posibles respuestas que el sospechoso pueda dar e ideará reacciones efectivas en cuanto a la mejor manera de llevarlo a hablar del delito.

Otra oportunidad que frecuentemente se deja pasar en las llamadas probatorias es que tanto la víctima como tú piensen en cuál otra persona podría estar en una posición aun más favorable para lograr que el sospechoso admita lo que hizo. Hablar con la víctima sobre la llamada probatoria al concluir la entrevista hace que ella esté bien preparada para el día de la llamada y aumenta enormemente las probabilidades de éxito.

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Traduccion por Laura E. Asturias / Guatemala

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