En
los delitos sexuales, más que en cualquier otro tipo
de crimen, la víctima suele ser tu principal prueba
y fuente de pistas hacia las evidencias. Al mismo tiempo,
los relatos que la víctima hace de la agresión
sexual son generalmente mucho más inhibidos, reservados
y vulnerables a distorsión que los de víctimas
de otros delitos. Para complicar aún más las
cosas, ninguna otra entrevista a víctimas de crímenes
tiende a hacer que la persona entrevistadora se sienta más
insegura respecto a cómo proceder.
Si
no se remedian, estos retos de las entrevistas por delitos
sexuales conducen una y otra vez a pérdida de pruebas,
de casos y, con suma frecuencia, de anuencia de la víctima
a continuar con el proceso. Pero también significan
que invertir un poco de esfuerzo en mejorar estas entrevistas
puede representar enormes beneficios para los procesamientos
de delitos sexuales. Además, mejorar las técnicas
de las entrevistas por delitos sexuales puede hacer que la
propia entrevista se convierta en una fuente de sanación,
alivio y justicia para las víctimas, pues ellas sienten
que sus historias han sido escuchadas y documentadas expertamente.
La
siguiente lista de qué hacer y no hacer va dirigida
primordialmente a mejorar las entrevistas realizadas por la
policía, pero deberían ser útiles para
cualquiera que entreviste a víctimas de delitos sexuales.
A excepción de las primeras dos, estas sugerencias
no tienen que ser aplicadas en un orden particular. Por el
contrario, su objetivo es mejorar tu enfoque general y que
las apliques a lo largo de toda una entrevista. (A veces en
estas sugerencias nos referimos a la víctima en femenino
por la fluidez del lenguaje, pero reconocemos que también
los hombres son víctimas de delitos sexuales.)
1.
Dale a la víctima el mayor control posible desde el
principio.
El
principal daño de los delitos sexuales es que a las
víctimas se les ha despojado de autodeterminación
al nivel más íntimo de su ser. De modo que,
comprensiblemente, por lo general están muy atentas
a cualquier señal de que estén perdiendo el
control de nuevo, sobre todo en asuntos relacionados con el
delito. Sienten una particular ansiedad respecto a los estragos
desconocidos que un caso penal pudiera desatar aun más
en sus vidas. Cuanto más infundas en la víctima
un sentido de control en el proceso desde el principio (y
durante toda la entrevista), más capaz será
de relajarse para estar abierta y cooperar.
Si
las circunstancias son tales que será necesario programar
la entrevista con anticipación, como suele suceder,
siempre pregúntale a la víctima si se sentiría
cómoda y segura respecto a la hora y el lugar sugeridos
para la reunión e incluso dale la opción de
sugerir alternativas. Infórmale de su derecho a que
durante la entrevista estén presentes una defensora
y una persona de apoyo de su elección.
Ese
segundo consejo es obligatorio por ley en muchos estados,
incluyendo California. Pero sea obligatorio o no, es sumamente
valioso ofrecer estas opciones al principio para obtener la
confianza de la víctima. Le da el claro mensaje de
que eres consciente de las dificultades de estas entrevistas
para la víctima y que, por encima de cualquier otra
cosa, quieres darle algún control respecto al ambiente
de la entrevista.
Igualmente
importante es que le digas con mucha claridad tu nombre completo
y le des un número telefónico o dirección
electrónica donde pueda contactarte directamente. Dile
cuál es tu programa de trabajo y la fecha más
próxima en que te comunicarás con ella e infórmale
sinceramente que quieres que te contacte en cualquier momento
si tuviera alguna preocupación. Reserva unos momentos
para que ella escriba esta información en un lugar
donde no vaya a perderla. Agradécele por su anuencia
a ayudarte con el caso. Cuanto mayor empeño pongas
en construir ese puente hacia ti y el caso, más probable
será que la víctima lo atraviese.
Si
la víctima es menor de edad, tiende ese puente
así de cuidadosamente con su madre, padre o tutor.
Aunque quizás no compartirás detalles de la
investigación con estas personas, la mayoría
querrá obtenerlos. Por lo tanto, es aun más
importante que las incluyas y seas deferente con ellas en
tantas otras formas como sea posible.
2. No inicies tu entrevista sin de nuevo dedicar tres o cuatro
minutos únicamente a abordar las necesidades y preocupaciones
de la víctima.
Las
víctimas de delitos sexuales casi siempre llegan a
una entrevista plagadas de vergüenza, ansiedades, desinformación
y el temor a estar siendo juzgadas. Y aun más significativo,
suelen llegar a estas entrevistas sintiéndose muy inseguras
acerca de si realmente quieren o no seguir adelante con el
proceso de justicia.
Este
estado mental es un marcado contraste con, por ejemplo, el
de una víctima de robo a quien su indignación
no le provoca ningún conflicto en absoluto y está
deseosa de que su caso sea documentado. Mientras no se aborden
estas ansiedades e incertidumbres de las víctimas de
delitos sexuales, es probable que ellas vacilen y no digan
mucho.
Entonces,
después de presentarte con la víctima, pon tu
agenda completamente a un lado y di algo como “Dentro
de algunos minutos te haré muchas preguntas sobre lo
que sucedió, pero primero quiero responder cualquier
pregunta que pudieras tener” o “...pero antes
quiero asegurarme de que te sientes cómoda con el proceso”.
No
supongas que la falta de reacción de la víctima
a tu introducción significa que está lista para
hablar sobre el delito. Continúa con preguntas específicas.
Pregúntale sobre su bienestar general desde la violación,
preocupaciones que tenga respecto a su seguridad, el grado
de apoyo de sus parientes y amistades, la seguridad de su
vivienda y, muy importante, preocupaciones y preguntas que
ella pudiera tener respecto a presentar una denuncia ante
la policía. Expresa tu disposición a responder
preguntas en cualquier momento, hacer un receso y abordar
asuntos de seguridad que puedan surgir, además de manifestarle
que aprecias su ayuda para poner al perpetrador tras las rejas.
Una
preocupación común que las víctimas raras
veces expresan es: ‘Seguramente la policía no
me cree, o ya lo habría arrestado’. No puedes
permitir que la víctima tenga esas sospechas, así
que no esperes hasta que ella las mencione. Explícale
por qué suele haber demoras en los arrestos por delitos
sexuales.
No
te apresures con tus comentarios introductorios. Reduce el
ritmo lo más que sea posible, y muy probablemente el
resto fluirá con facilidad.
Lo
esencial a tener en mente es que, antes de abrirse, la mayoría
de víctimas necesita haberse convencido de que tú
comprendes las complejas fracturas respecto a asuntos de seguridad
y sociales que ha habido en sus vidas como consecuencia del
delito. Con sólo hacerle preguntas pertinentes y comprensivas
estableces activamente que la entiendes, que te preocupa su
seguridad y eres lo suficientemente competente y conocedora
para remediar cualquier problema. Sólo entonces deberías
preguntarle si está lista para empezar.
3. Mantén la mirada sobre el premio.
En
algún o algunos puntos de la entrevista a una víctima
de un delito sexual podrías sentir que ella hizo ciertas
cosas que realmente consideras estúpidas, ineficaces,
provocadoras, moralmente ofensivas, incorrectas, riesgosas,
injustas, cobardes o deshonestas. Y es muy probable que la
mayoría de estas víctimas se haya metido en
la situación y la haya manejado de manera muy diferente
a como tú lo habrías hecho.
En
primer lugar, recuerda que tú eres agente de policía
y probablemente la víctima no lo sea. De hecho, en
su mayoría las víctimas serán mujeres
jóvenes con respuestas totalmente diferentes a las
de un/a agente policial con capacitación. En segundo
lugar, ten en mente que, sin importar cuánta capacitación
sobre la violencia sexual hayamos recibido, vivimos en un
mundo donde la violencia sexual está cubierta de mitos
y reacciones profundamente arraigados que no desaparecen por
sólo saber los hechos. Culpabilizar de alguna manera
a las víctimas es una de esas reacciones que a menudo
sale a la superficie de manera inconsciente, independientemente
de cuánta capacitación tengamos.
Una
manera de evitar que tales reacciones salgan a la superficie
y obstruyan tu entrevista es mantener tu enfoque en la meta
de poner al peligroso sospechoso tras las rejas. La víctima
frente a ti, sin importar lo que tú sientas respecto
a su conducta, es quien mejor puede ayudarte a alcanzar esa
meta. Mantener tu concentración en aliarte con la víctima
para recopilar pruebas ayuda a que cualquier juicio que puedas
tener sobre ella se vuelva insignificante. Y dejar esos juicios
totalmente fuera de tu conducta con la víctima es clave
para que coopere sin reservas.
4. No pisotees las pruebas.
El
antiguo refrán médico que dice ‘Primero,
no hacer daño’ es primordial en las entrevistas
por delitos sexuales. Tu primera prueba—la anuencia
de la víctima a contar abiertamente su historia—es
tan frágil como levantar una huella de la arena. Lo
que menos querrás es pisotearla.
Con
frecuencia, las víctimas nos relatan aspectos vitales
de su historia que luego omiten por completo durante la entrevista
con la policía. Esta omisión puede ser una reacción
de la víctima a una compleja combinación de
gestos subliminales de la persona entrevistadora, sus preguntas
mal planteadas, su incapacidad de notar la creciente incomodidad
de ella, o sencillamente el temor de la víctima a lo
que se desatará cuando divulgue una circunstancia delicada.
Brindar suficiente aliento e información sin interponerte
en el camino es un equilibrio que viene con la experiencia.
Pero
un buen primer paso para prevenir esta fuente común
de pérdida de pruebas es recordar que durante una entrevista
suele haber decenas de coyunturas en las cuales la víctima
está decidiendo consciente o inconscientemente si mencionará
o no algunos aspectos de la historia o los ampliará.
Cuanto más conscientemente empieces a estar alerta
a esos momentos y escucharlos en tus entrevistas, mayor será
tu conciencia de ellos. Es en esos momentos cuando debes detenerte,
reducir el ritmo, alentar, explicar o tranquilizar, porque
la decisión de la víctima en cada una de estas
coyunturas puede resolver tu caso o destruirlo.
Recuerda
que una historia de delitos sexuales atraviesa un gran territorio
que la mayoría de personas comunes no pensaría
en discutir ni siquiera con sus amistades de mayor confianza
en las condiciones más seguras. Tu tono, tus palabras
y observación aguda son lo que determina si anularás
ese frágil proceso o abrirás las puertas a una
divulgación plena.
5. Prevé y contrarresta percepciones erróneas
de la víctima.
La
manera en que la víctima de un delito sexual ve su
propia experiencia también está cubierta de
los mismos mitos y percepciones erróneas que hay en
el resto de la sociedad, sólo que en este caso con
más intensidad que nunca. Frecuentemente, la víctima
está juzgando su propia conducta con el peso acumulado
de la culpabilización abierta y subliminal que a lo
largo de su vida ha escuchado hacer contra las víctimas.
Así que a menudo tienes que contrarrestar activamente
estos mitos para ayudar a la víctima a hablar libremente.
No
pones nada en peligro al introducir preguntas difíciles
con “Quiero que sepas que no importa en absoluto lo
que estabas haciendo (bebiendo) o la ropa que llevabas puesta.
El asunto es que para poder atrapar al violador tengo que
saber de ti los detalles veraces exactos, de modo que nadie
pueda atacar tu historia”; o “Aun si hubieras
estado haciendo algo ilegal, eso no es importante para mí
pues ignoraremos el delito menor a fin de poder llegar al
crimen más serio que fue lo que te ocurrió”.
A
veces ayuda enormemente explicar algunos aspectos esenciales
del procesamiento de delitos sexuales—por ejemplo, la
mayor importancia que en estos casos tiene la credibilidad
de la víctima. Explicar esos asuntos no sólo
evita que las víctimas malinterpreten por qué
les estás haciendo ciertas preguntas delicadas, sino
también las ayuda a sentirse más como socias
en el proceso y aumenta su cooperación en este sentido.
6. No hagas preguntas tan rígidas que pierdas detalles
esenciales.
Usualmente,
las víctimas de delitos sexuales no ofrecen información
a menos que se les pida. Las preguntas estilo horario de tren,
como ‘¿Y luego qué sucedió?’,
podrían ser suficientes para casos de robo de vehículo
o pelea en un bar, pero a menudo pasan por alto las evidencias
conductuales que pueden ser tan importantes cuando se trata
de delitos sexuales.
Recuerda
también que las víctimas, en su mayoría,
son ingenuas respecto a lo que constituye evidencia, especialmente
en cuanto al carácter sutil de las pruebas en un caso
de delito sexual. Lo que una víctima puede considerar
sólo incidentes extraños que no vale la pena
mencionar puede ser una fuerte indicación de la intención
del sospechoso, de su culpa o de encubrimiento. Y a menudo
éstos son eventos que ocurrieron mucho antes y después
de la violación.
De
nuevo, entonces, explicar un poco qué constituye evidencia
puede ayudar a la víctima a examinar más activamente
su experiencia para buscar los detalles que tú necesitas.
Y esto también puedes lograrlo haciendo preguntas de
respuesta abierta como: “Viendo atrás, ¿recuerdas
algo inusual que el sospechoso haya hecho para ponerte en
una situación de aislamiento?”; “¿Alguna
cosa diferente o inusual que hiciste para protegerte después
de haber sido violada?”; “¿Algo inusual
que el sospechoso haya dicho o hecho desde que te violó
para encubrir la violación?”; “¿Alguna
otra persona que pudo haber presenciado algo de esto?”,
etc.
7. Averigua cuáles fueron los elementos de temor.
Una
víctima te dice que el sospechoso le ordenó
a gritos que se quitara la blusa y ella lo hizo. Sin embargo,
no había un arma ni amenazas directas. Para un abogado
defensor, eso suena a consentimiento. También un agente
de policía podría considerarlo consentimiento
aunque la víctima le había dicho “no”
muchas veces al sospechoso antes de que la violara. Incluso
la propia víctima puede tener dudas respecto a si esto
descalifica el acto como una violación.
En
primer lugar, recuerda que obedecerle a un atacante suele
ser lo más inteligente. Y luego considera que el punto
en que la víctima, especialmente una joven, empieza
a obedecer las exigencias de un atacante es a menudo muy diferente
al punto en que un agente de policía, o un hombre,
comenzaría a obedecerlas.
A
partir de ahí, es importante averiguar de la víctima
qué pensó ella que podía ocurrir si no
obedecía la orden del sospechoso. En este caso, el
sospechoso la había llevado con engaños a las
3 a.m. a un lugar aislado y desconocido para ella. La víctima
no tenía transporte, teléfono o dinero. Tampoco
hablaba inglés. “Estaba poniéndose cada
vez más enojado”, dice. “Era más
fuerte que yo. De una u otra forma él iba a obtener
lo que pretendía y yo no quería que me golpeara”.
¿No es ésa la misma razón por la cual
‘voluntariamente’ decidirías entregarle
tu billetera a un ladrón? Pero aun así fuiste
víctima de robo, ¿no?
Lo
primero que debes preguntar es: “¿Qué
pensaste que podía ocurrir si no le obedecías?
¿...si simplemente hubieras salido del lugar? ¿...si
hubieras gritado?” Esta información clave sobre
lo que la víctima temía que pudiera suceder,
y por qué, puede parar en seco a un abogado defensor.
Pero es información que fácilmente podría
pasar desapercibida si no indagas y preguntas directamente.
8. ¡No interrogues!
A
menudo surgen contradicciones en la historia de una víctima
y muchas veces hay claros indicios de que la víctima
no está diciendo la verdad en todo lo que afirma. En
estos casos, el instinto de un agente policial es aprovechar
al máximo esas contradicciones. Sin duda alguna, es
necesario desenmarañar la historia para llegar a la
verdad. Pero pocas cosas tienen más probabilidades
de callar a una víctima que hacerla sentir, aun mínimamente,
que está siendo juzgada. Ser sujeta a un modo de interrogatorio,
por breve que sea, es más de lo que la mayoría
de víctimas de delitos sexuales puede soportar.
En
primer lugar, es importante comprender que la principal razón
por la cual las víctimas de delitos sexuales pueden
mentir, distorsionar u omitir información es que tienen
miedo de que nadie les crea. Al igual que cualquier otra persona
criada en este planeta, durante toda su vida han oído
cómo se culpabiliza en mil y una maneras a las víctimas
de violación. Ahora que ellas mismas fueron violadas,
harán todo lo necesario para protegerse contra una
suerte parecida.
Por
supuesto, tú sabes que probablemente la víctima
no estaba en el bar con este hombre estudiando para un examen
de historia. Pero si empiezas a interrogarla al respecto,
pondrás tu caso en riesgo.
Otra
causa común de contradicciones en las historias de
las víctimas son los efectos devastadores del trauma,
especialmente en lo que se refiere a la hora en que ocurrió
la violación. El trauma fragmenta los pensamientos
y la expresión de éstos, lo cual puede fácilmente
llevar a contradicciones en el relato. Los intentos de interrogar
exacerban muchísimo el problema. Por el contrario,
las preguntas tranquilas y amables suelen aclarar las cosas.
Cualquiera
sea la causa subyacente de lo que parecen ser contradicciones,
recuerda que tu meta es atrapar al violador, lo cual significa
que necesitas desenmarañar la historia de tal manera
que conserves la confianza de la víctima.
Es
cierto que hay denuncias de violación completamente
falsas y maliciosas, pero son raras. Y por lo general son
bastante obvias y fáciles de desentrañar. En
este caso, un interrogatorio en realidad tampoco ayuda.
9. Asóciate con la víctima.
Pocas
cosas serán más productivas que indicarle activamente
a la víctima, en tantas maneras como sea posible, que
estás asociada a ella, en vez de asumir un rol autoritario
y unilateral, por dos razones importantes.
En
primer lugar, debido al carácter más abierto
de estas entrevistas, aunque tú haces las preguntas
es la víctima quien está escarbando en su experiencia
y a través de la conducta del sospechoso para sacar
a luz detalles potencialmente significativos. Cuanto más
abordes la entrevista como la persona que orienta a la víctima
en busca de pruebas, mayor será la probabilidad de
que ella identifique lo que es más significativo y
se reduzca la muy común omisión de detalles
esenciales.
En
segundo lugar, asociarte con la víctima en vez de adoptar
una actitud condescendiente o autoritaria eleva enormemente
su dignidad al llevarla desde la indefensión pasiva
de ser una víctima hasta una posición de participante
activa en busca de justicia.
Entonces,
dile directamente a la víctima que necesitas su ayuda
para repasar su experiencia y hallar en ésta detalles
que pudieran ser evidencias, y explícale de manera
activa los tipos de cosas que constituyen evidencia. Lo sorprendente
es cuántas víctimas, incluso niñas y
niños, captan lo que esto significa y luego mencionan
cosas que nunca se te ocurrió preguntarles.
10.
No concluyas la entrevista sin disponer la escena para el
siguiente paso. Pocas cosas hacen que las víctimas
de delitos sexuales se sientan más innecesariamente
angustiadas, temerosas o cautelosas respecto al proceso que
no estar informadas de lo que está ocurriendo y lo
que sucederá después. Comprensiblemente, una
de las maneras más comunes en que ellas manejan este
tipo de ansiedad es simplemente retirándose del caso.
Pese
a la importancia cardinal de mantener a las víctimas
de delitos sexuales informadas y conectadas, la mayoría
de ellas, al llamarnos por primera vez, no puede responder
las preguntas más básicas sobre el estado de
su caso: ¿En qué etapa del proceso se encuentra
el caso? ¿Quién es el detective? ¿Cuáles
son los cargos que están siendo investigados? ¿Fue
remitido el caso a la Oficina del Fiscal de Distrito? ¿Se
ha entrevistado a todos los testigos?
¡Esto
no es culpa de la víctima, sino del detective! Quizás
tú le brindaste la información a ella, pero
las víctimas traumatizadas no siempre escuchan lo que
estás diciendo. De modo que debes prestar atención
a si una víctima está reteniendo la información.
La mejor manera de hacerlo es pedirle que escriba la información
e incluso entonces recordarle repetidamente que debería
llamarte si tuviera alguna pregunta.
11. ¡Protege a la víctima! ¡Protege tu
caso! Dile a la víctima de delitos sexuales que quieres
enterarte inmediatamente de cualquier intento que el sospechoso
o sus amigos hagan de acosarla o disuadirla de que siga adelante
con el caso.
Dado
que en su mayoría los sospechosos de delitos sexuales
conocen a las víctimas y comparten el círculo
social de ellas, casi siempre intentarán acosarlas,
vilipendiarlas, disuadirlas y organizar a otras personas para
que hagan lo mismo. Con suma frecuencia, los perpetradores
son más persistentes que los detectives respecto a
controlar el caso.
Por
lo tanto, ¡protege a la víctima y protege tu
caso! Tu puente hacia la víctima debe ser más
fuerte que el intento del sospechoso de destruirlo. Infórmale
a la víctima que es común que los perpetradores
de delitos sexuales empiecen a acosar y tomar represalias.
Explícale que cualquier intento que un perpetrador
haga para disuadirla de proseguir con el caso, aun si fuera
sólo verbal, es un nuevo delito. Dile que quieres enterarte
de inmediato si ella está teniendo este tipo de problemas.
Luego
haz lo que sea necesario para frenar en seco la conducta del
perpetrador, incluso abrir inmediatamente un nuevo caso penal
o arrestar al sospechoso por intentar disuadir a una testiga.
Y
aun si la conducta del perpetrador no llegara a nivel criminal,
intervén y usa tu autoridad para detener las hostiles
dinámicas sociales que tan rutinariamente surgen contra
las víctimas de delitos sexuales. Estas dinámicas
son otra causa muy común que lleva a las víctimas
a abandonar sus casos. De modo que llama por teléfono
a la escuela, amistades, lugar de trabajo o donde sea que
el problema esté dándose y di que quieres que
se detenga para que tu investigación pueda continuar.
¡Protege a la víctima y protegerás tu
caso!
12.
Prepara ampliamente a la víctima con anticipación
para la llamada probatoria. En ningún punto
es tan importante asociarse con la víctima como en
la llamada probatoria. Después de todo, en esta llamada
es la víctima quien lidera la investigación.
Y es ella quien debe pensar durante la llamada. En vista de
que las llamadas probatorias suelen ser tu mejor oportunidad
para obtener pruebas contundentes en casos de delitos sexuales,
es un gran error no poner a la víctima a reflexionar
anticipadamente sobre lo que piensa de esas llamadas y los
posibles escenarios.
Recuerda
que la mayoría de las víctimas conoce bien a
los sospechosos. Al informarle a la víctima sobre el
carácter de esta llamada y hacer que piense antes de
preparar la llamada, ella estará pensando con anticipación
en las posibles respuestas que el sospechoso pueda dar e ideará
reacciones efectivas en cuanto a la mejor manera de llevarlo
a hablar del delito.
Otra
oportunidad que frecuentemente se deja pasar en las llamadas
probatorias es que tanto la víctima como tú
piensen en cuál otra persona podría estar en
una posición aun más favorable para lograr que
el sospechoso admita lo que hizo. Hablar con la víctima
sobre la llamada probatoria al concluir la entrevista hace
que ella esté bien preparada para el día de
la llamada y aumenta enormemente las probabilidades de éxito.
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