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El caso de Maria Teresa Macias

"Si yo muero...":
In English

"Si yo muero, no quiero que otras mujeres sufran lo que estoy sufriendo. Quiero que se las escuche".
María Teresa Macías

Cuando conocimos a la madre de Teresa Macías, Sara Rubio Hernández, ella todavía estaba recuperándose en el hospital de las heridas de bala que recibió al momento en que su hija fue asesinada. Siete meses antes, Sara había llegado a los Estados Unidos, procedente de un remoto rancho en las montañas de México, para tratar de ayudar a su hija a escapar de la violencia doméstica en que Teresa se encontraba atrapada. El 15 de abril de 1996, cuando Sara y Teresa se dirigían a limpiar una casa en un hogar opulento en Sonoma, el esposo de Teresa, Avelino, se escondía al acecho. Él le disparó a Teresa y la asesinó, luego le lanzó dos balazos a su suegra, Sara.

En la habitación del hospital había tanto dolor que parecía que aun el aire iba a llorar. Aun así, Sara quiso hablar. En fragmentos, entre silencios y lágrimas, nos contó (a Marie De Santis y Tanya Brannan) sobre la desesperación que Teresa vivió en sus últimas semanas. Luego de más de un año de una lucha infructuosa por conseguir ayuda del alguacil -nos dijo-, una sensación de desolación se había apoderado de su hija.

Sara compartió con nosotras las palabras que su hija le dijo: "Si yo muero, no quiero que otras mujeres sufran lo que estoy sufriendo. Quiero que se las escuche". Nos aseguró que no quería que las palabras de su hija o su lucha fueran en vano. Nos pidió investigar y contar la historia de Teresa.

Conforme transcurrieron las semanas y los meses, e indiferentemente de cuán dolorosos fueran los eventos que descubriéramos durante nuestra investigación, Sara quería que los reveláramos ante el público en el afán de cumplir el deseo de su hija. También para cambiar la forma en que la policía responde a la violencia contra las mujeres.

Cuando tratamos de contestar las preguntas de Sara en relación a cómo pudo suceder todo esto, le explicamos que la policía frecuentemente ignora las súplicas de ayuda de las mujeres en los casos de violencia doméstica. También le contamos que las mujeres aquí no tienen el derecho legar a recibir protección policial y que la policía carece de la obligación legal para actuar. Cuando le dijimos a Sara que tratar de cambiar las cosas a través de una demanda de derechos civiles sería un largo y agonizante proceso, y que probablemente sería infructuoso, ella quiso seguir adelante de todos modos.

Después de cuatro años que han sido sumamente difíciles para Sara, el caso de su hija ha sentado un potente precedente en los Estados Unidos para el derecho constitucional de las mujeres a recibir protección policial. La decisión no afectará los derechos de las mujeres en México. Sara Rubio Hernández también sabía eso.

Por favor ayúdanos a expresar nuestra profunda gratitud a Sara Rubio Hernández por su generoso e inigualable regalo a las mujeres estadounidenses. Puedes escribirle a la dirección del Centro de Justicia para Mujeres: 250 Sebastopol Rd., Santa Rosa, CA 95407.

 

Se autoriza copiar y distribuir esta información siempre y cuando el crédito y el texto se mantengan intactos.
Reservados © todos los derechos, Marie De Santis,
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Traduccion por Laura E. Asturias / Guatemala

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