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De la barrera del idioma a las puertas cerradas de la justicia

En el condado de Sonoma, cuando las víctimas que no hablan inglés llaman a la policía para pedir ayuda, con demasiada frecuencia se enfrentan a una negativa a traducir, lo cual bloquea su acceso a la protección y la justicia. Las siguientes cinco historias, que hemos extraído de nuestros actuales casos, son típicas del flujo continuo de estos incidentes que parece estar aumentando en vez de reducirse. Las mujeres nos han autorizado a contar sus historias, en la esperanza de que otras sean tratadas de manera apropiada. Todos los nombres han sido cambiados.

La historia de Lorena:
Como debería ser - desde el principio

Es tan simple... El agente de la Policía de Santa Rosa sacó una tarjeta de su bolsillo, tomó el teléfono de nuestra oficina y marcó el número de la Línea de Idiomas. Le dio al operador su número de cuenta y pidió una intérprete que hablara español. En menos de un minuto había en la línea una intérprete profesional.

Sentada frente al agente, a sólo un par de pasos de él, Lorena, de 19 años de edad, estaba tan tensa en la orilla de la silla que podría podido quebrarse. Había requerido todo nuestro esfuerzo tranquilizarla, antes de que el agente llegara, hasta el punto en que pudiera relatar su historia. Ahora ella fijó su mirada en el agente, como tratando desesperadamente de anclarse a algo en medio de una insoportable tormenta emocional.

Mirando a Lorena, el agente le preguntó en un idioma que ella no podía comprender, "¿Puede usted decirme qué sucedió?" Entonces se detuvo y le pasó el auricular a ella. Lorena escuchó atentamente a la traductora. Vaciló por un momento, como si no estuviera convencida de que esto fuera a funcionar; luego contó toda su historia y por iniciativa propia le devolvió el auricular al agente. Fue entonces, cuando Lorena se percató de que el agente tomaba notas mientras escuchaba a la intérprete en el teléfono, que por primera vez se pudo observar que el terror empezaba a disiparse visiblemente de sus ojos.

La conversación entre el agente y Lorena rápidamente cobró ese ritmo lento y confiable de las conversaciones bien traducidas. Conversaciones que, debido a las pausas rítmicas, suelen ser más calmadas y ordenadas que aquéllas en que las personas hablan el mismo idioma. Realmente es una forma de magia.

En 15 minutos el agente había obtenido la información precisa que necesitaba para abrir un caso criminal contra el esposo de Lorena, conseguirle a ella una orden de protección de emergencia, iniciar una búsqueda de los niños que el esposo estaba reteniendo como rehenes y devolverlos a los brazos de Lorena.

Pero, como ocurre en tantos otros casos de víctimas hispanohablantes, eso no era lo que el agente tenía pensado hacer. Por el contrario, al presentarse a nuestra oficina nos pidió un breve resumen del caso, lo cual estaba bien. Le dijimos que Lorena había escapado de su hogar después de haber sido atacada por su esposo, que éste se había llevado a los niños para esconderlos y luego había enviado a una tercera persona a decirle a Lorena que nunca más volvería a ver a sus hijos si ella no regresaba con él. El agente se acercó a nosotras y dijo: "Voy a enviarla a lidiar con esto en la Corte de Familia".

Lo que el agente en realidad quería decir era: 'No voy a perder valioso tiempo policial en este caso'. Nosotras contestamos, "No, éste es un asunto criminal y usted va a manejarlo correctamente". Habiendo resuelto esto, el agente nos pidió que nosotras tradujéramos para él. "No", respondimos, "usted sabe que, debido a que somos defensoras, nuestra traducción podría hacer que la declaración de ella sea expugnable en la corte". Sólo entonces el agente sacó de su bolsillo la tarjeta de la Línea de Idiomas e hizo lo que debía hacer.

Cuando estamos paradas al lado de una mujer, a menudo podemos conseguir que las cosas se hagan bien. Pero veamos lo que ocurre cuando una mujer de habla hispana llama por su propia cuenta a la policía.

La historia de Corina:
"Nunca usamos niñas o niños para traducir"

Durante 10 años, la policía en todo el condado de Sonoma ha jurado que jamás siquiera pensaría en utilizar niñas o niños para que traduzcan en casos de violencia doméstica. Y durante 10 años le hemos estado llevando casos que prueban lo contrario. Aquí va uno más.

Este verano, cuando el agente de la Oficina del Alguacil que respondió a la llamada de solicitud de ayuda de Corina empezó a utilizar a la sobrina de 13 años de edad del esposo de ella, Corina protestó de inmediato. Tanto como pudo en su limitado inglés, le pidió al agente que le consiguiera una verdadera intérprete. Éste se negó categóricamente. Le dijo que la niña de 13 años podía interpretar bien.

Sintiéndose derrotada, Corina decidió proceder y relató partes de su historia a la policía a través de la sobrina de su esposo; dijo que tenía mucho miedo y que su marido la estaba amenazando de muerte. Pero no reveló otras porciones importantes de su historia. Tampoco tenía idea de cuánto de lo que estaba diciendo realmente le estaba siendo traducido al agente.

Luego, para empeorar las cosas y como un retorno a las peligrosas y desechadas prácticas de hace 30 años, el agente le instruyó informalmente al esposo que se fuera del hogar durante 24 horas. No hizo esfuerzo alguno por obtener una orden de protección de emergencia apropiada para Corina, ni por entrevistar a testigos clave o investigar más. Por el contrario, al igual que sucede en tantos casos de víctimas de habla hispana, el agente se retiró.

Afortunadamente, Corina logró encontrarnos. Protestamos por la respuesta del agente. Un detective fue despachado para hacer las cosas correctamente. Se obtuvo la historia completa, se entrevistó a los testigos, una orden de protección fue escrita, el esposo fue arrestado y ahora se enfrenta a múltiples cargos de violencia doméstica. Pero basta con preguntarle hoy a cualquier agente, y con toda seguridad dirá de nuevo que la policía nunca utiliza niñas o niños para que traduzcan en casos de violencia doméstica.

NOTA: Más sobre la respuesta de la Oficina del Alguacil a las víctimas de habla hispana se encuentra en La historia de Andrea: Un millón de dólares no era suficiente

La historia de Stephanie:
Él dice que ella está loca, así que llévensela

A pesar de que el esposo de Stephanie era 28 años mayor que ella, pese a que era un empresario del condado de Sonoma que naturalmente hablaba inglés y que había comprado a Stephanie cuando ella era una madre soltera sin hogar que vivía en la pobreza más miserable en las calles de Centroamérica, y a pesar del hecho de que él la había mantenido prácticamente como esclava desde que la llevó a los Estados Unidos, Stephanie se atrevió a rebelarse.

Y cuando ella empezó a desobedecer las órdenes de su marido y resistirse a sus ataques, fue como si él instintivamente supiera que la policía le serviría como su mano derecha. Era él mismo quien llamaba a la policía.

En una ocasión el otoño pasado, cuando Stephanie se rehusó a obedecerlo, él llamó a la Policía de Santa Rosa y dijo que estaba loca y amenazando con suicidarse. Luego, ignorando por completo los intentos de ella para protestar en español ante la policía porque su marido estaba mintiendo, la policía simplemente la esposó y se la llevó a Oakcrest. Una vez ahí, pasó un día y medio antes de que le consiguieran una intérprete para que pudiera relata su historia a los médicos. Éstos determinaron que ella estaba bien y la enviaron de vuelta a casa. La intérprete que Oakcrest le proveyó un día y medio después era la señora encargada de la limpieza.

Este verano, y de nuevo basándose únicamente en la historia del esposo de Stephanie, quien alegó que ella lo había golpeado, la Policía de Santa Rosa la sacó de su hogar, abrió un caso criminal de 'asalto con arma mortal' contra ella, le otorgó al marido una orden de restricción contra ella y, lo más insoportable de todo, se le dio a él la custodia plena de su bebé.

Para cuando Stephanie nos encontró, estaba enterrada debajo de todo el peso de la opresión de su esposo, como también del inmenso poder del sistema de justicia. Mientras trabajábamos para corregir las cosas, la primera acción del juez de la Corte de Familia fue rehusarse a aceptar declaraciones escritas en español por testigos de Stephanie, diciéndole que ella misma tenía que conseguir que fueran traducidas. Desde la policía, pasando por el hospital, hasta el juez, estos oficiales convirtieron ilegalmente la barrera del idioma en un muro impenetrable para mantener fuera a Stephanie y fortalecer los abusos de su esposo.

La historia de Angelina:
Por debajo de su dignidad

Los agentes de las fuerzas de seguridad deberían utilizar traductoras(es) para traducir. No deberían usarles para que se encarguen del crítico trabajo de la investigación del caso y de esta manera un agente pueda lavarse las manos, sacudirse a la víctima y retirarse.

Cuando la Policía de Healdsburg se presentó al hogar de Angelina en respuesta a su llamada, entrevistaron a su esposo angloparlante e hicieron que ella hablara por teléfono con un empleado civil bilingüe en la estación de la policía. Sin embargo, en vez de utilizar a este empleado civil como traductor, el agente le transfirió toda la tarea de entrevistar a Angelina. Además de que el agente no interrogó a la víctima a través del traductor, tampoco supervisó la entrevista, y las consecuencias para ella fueron devastadoras. Su esposo ya se encontraba en libertad condicional por violencia doméstica. Y el empleado civil erróneamente le informó a Angelina que no era un crimen la negativa de su esposo a permitir que ella se fuera del hogar con su bebé y, siendo así, no había nada que la policía pudiera hacer al respecto. Cuando el agente por fin escribió un reporte sobre el caso, en el espacio designado para "declaración de la víctima" escribió "ninguna".

En los días después de que ocurrió este incidente y antes de que Angelina nos encontrara, su esposo había sacado un cuchillo y amenazado de muerte a Angelina y a la hija que tienen, de cuatro años de edad. Llamamos al Departamento de Libertad Condicional, pero el oficial ahí hizo lo mismo que el agente de la Policía de Healdsburg. Consiguió que un traductor llamara a Angelina y luego dejó en sus manos la tarea de entrevistarla. Esta vez, el traductor pasó por alto el nuevo y dramático incidente que acababa de ocurrir.

Entonces, de vuelta a la Policía de Healdsburg, donde el agente ahora dijo "no pude encontrar un traductor" y, mirando su reloj agregó "y ahora es muy tarde" para llamar a la Línea de Idiomas (sabiendo perfectamente bien que ésta opera 24 horas al día). Tomó días de martillar los muros de la discriminación para lograr incorporar a los antecedentes una declaración apropiada de Angelina. Su esposo fue sentenciado por una felonía además de los nuevos crímenes que, de haber sido apropiado el trabajo policial desde un principio, nunca habrían ocurrido.

La historia de Andrea:
Un millón de dólares no fue suficiente

Ante la corte a finales de junio, Andrea no podía creer que el juez la estuviera dejando libre de todos los cargos, libre para seguir adelante con su vida, sin una sentencia, sin libertad bajo palabra, sin más fechas para audiencias en la corte y sin antecedentes. Había sido un largo camino desde la doble dosis de desesperación que la paralizó durante meses. Desesperación por haber vivido tanto tiempo en una situación de violencia doméstica, y también por el hecho de que cuando llamó a la Oficina del Alguacil para pedir ayuda, el agente la arrestó.

Como ocurre en tantos casos de víctimas de habla hispana, aunque Andrea había hecho la llamada a la línea 911, el agente no hizo ningún esfuerzo para obtener su declaración. Por el contrario, aceptó la versión de su esposo angloparlante acerca de lo que había sucedido. Andrea pidió una traductora. El agente se negó a conseguírsela y luego la arrestó.

No sólo protestó Andrea ahí mismo en la escena, sino que una vez más trató de comunicar su versión de la historia cuando el agente la conducía a la subestación de policía del Valle de Sonoma. Esta vez, dice Andrea, el agente que hizo el arresto y otro en la subestación se rieron de sus esfuerzos.

La escena que Andrea describe, de haber sido objeto de burlas por parte de los agentes de la subestación del Valle de Sonoma, es escalofriantemente parecida a la descrita por el testigo Marty Cabello en el caso federal de derechos civiles de Teresa Macías contra el Departamento del Alguacil del condado de Sonoma. Vale recordar que Teresa Macías fue asesinada por su esposo sólo algunas semanas después de que los agentes la menospreciaran. Y fue hace apenas dos años que una jueza federal le ordenó al alguacil del condado de Sonoma pagar un millón de dólares a los hijos de Macías por discriminación contra su madre.

En el caso de Andrea, cuando el agente la llevó desde la subestación hasta la cárcel, las burlas no paraban. Dice ella que de nuevo trató de contarle al agente su versión de la historia. Y una vez más éste empezó a atosigarla. "Vamos, Andrea", le decía, "¡hable inglés!" "Usted sabe que puede hablar inglés". "Vamos, Andrea, vamos, ¡hable inglés!"

No fue sino hasta meses después de muchos dolores que la corte finalmente escuchó la versión de Andrea sobre lo que había ocurrido, y la liberó.

$$$$$$$$$ ¿Demasiado caro? $$$$$$$$$$$$$

Quince minutos del servicio de un(a) intérprete de la Línea de Idiomas para conseguir la declaración de una víctima le cuesta a la policía menos de $50 y le ahorra a la comunidad costos inmensurables en más llamadas a la policía, más mujeres oprimidas, más violencia juvenil y más muerte social en general.

Se autoriza copiar y distribuir esta información siempre y cuando el crédito y el texto se mantengan intactos.
Reservados © todos los derechos, Marie De Santis,
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Traduccion por Laura E. Asturias / Guatemala

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