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Justicia criminal

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Las mujeres no tienen por qué morir

La mayoría de muertes, lastimaduras y traumas relacionados con violencia doméstica puede ser fácilmente prevenida utilizando sólo los conocimientos y recursos con que contamos en la actualidad. Éste no es un sueño que tenemos en el Centro de Justicia para Mujeres; ni siquiera es un sueño en absoluto. Es un hecho, ahora plenamente establecido en por lo menos seis ciudades de los Estados Unidos. En apenas pocos años, ciudades tan diversas como San Diego, CA; Quincy, MA, y Nashville, TN, han reducido en un 60% y aún más las tasas de homicidios relacionados con violencia doméstica.

La clave de estos sorprendentes éxitos es la misma en cada localidad. El remedio es simple y puede ser aplicado en cualquier lugar. Las vidas de las mujeres pueden ser salvadas a través de una respuesta agresiva y minuciosa a la violencia doméstica por parte del sistema de aplicación de justicia al nivel de delitos menores. Éste es el único remedio que se ha comprobado que funciona. Y funciona sumamente bien.

El mecanismo para este éxito también es fácil de apreciar. Cuando existe violencia o amenaza de violencia, el único segmento de nuestra sociedad que posee la autoridad y el poder necesarios para controlar a un ofensor violento es la fuerza policial.

Adicionalmente, a diferencia de los homicidios impredecibles que son el resultado de un robo que no funcionó o de una pelea callejera, el homicidio relacionado con violencia doméstica raras veces surge de la nada.

Por el contrario, las condiciones en una relación de abuso generalmente escalan al nivel de fatalidad a lo largo de un prolongado periodo de tiempo. Durante este proceso se dan explosiones y advertencias que casi siempre son llevadas al conocimiento de las autoridades. Es en esos momentos que, si la policía, los fiscales y las cortes intervienen con procedimientos ahora firmemente establecidos, el ofensor violento es puesto bajo control y de esta manera se detiene el curso hacia la fatalidad. Es un hecho comprobado.

Trágicamente, el crucial papel que juega la policía se demuestra a la inversa en demasiadas ocasiones. La investigación de los acontecimientos que conducen a las tragedias relacionadas con violencia doméstica que ocurren tan frecuentemente, revela una historia de incapacidad, por parte de la policía, para actuar en forma apropiada o de actuar en absoluto.

Si la violencia doméstica fuera una enfermedad, los significativos éxitos que han sido reproducidos en varias ciudades del país serían considerados como una cura milagrosa y el gremio médico en todos lados se apresuraría a aplicar el remedio. Ya no se trata de qué se puede hacer para prevenir las letales consecuencias en una relación doméstica violenta. Se trata de por qué tantos oficiales de policía continúan desafiando los procedimientos y las leyes que, según se ha comprobado, salvan las vidas de las mujeres y qué se requerirá para hacerles cambiar.

Se autoriza copiar y distribuir esta información siempre y cuando el crédito y el texto se mantengan intactos.
Reservados © todos los derechos, Marie De Santis,
Women's Justice Center,
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rdjustice@monitor.net
Traduccion por Laura E. Asturias / Guatemala leasturias@itelgua.com

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