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Declaraciónes de Mujeres Afganas y de Otras Mujeres

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Natasha Walter: ¿Dónde están las mujeres en esta guerra?

'Hojeando los diarios, podría pensarse que la guerra es algo de lo que sólo pueden hablar los hombres, que sólo afecta a los hombres'

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(Inglaterra), 10-X-2001

¿A quién no le habría gustado ver ayer la tranquila sonrisa de Yvonne Ridley en las páginas de su diario? Sin embargo, ha habido murmullos críticos desde que la capturaron los talibanes. "¿Y su hija?", he oído preguntar a otr@s periodistas, sugiriendo que Ridley no debería haber dejado a su hija para ir a trabajar en una zona de guerra.

ero Yvonne Ridley no fue la única madre o padre que trabaja para los medios occidentales en Afganistán o Pakistán, si bien fue una particularmente desafortunada. Quizás podríamos preguntar si la hija de Ridley la extraña cuando ella se va a trabajar, pero sólo si también averiguamos cuántos periodistas hombres actualmente en Asia Central han dejado niñ@s en casa, y si preguntamos qué pueden sentir sus hij@s al respecto.

Todo lo que puedo decir es, gracias a Dios que algunas mujeres están dispuestas a ir a trabajar en la zona de guerra, incluso algunas madres. Si no fuera por las pocas periodistas mujeres que están en el campo de batalla, podríamos pensar, al hojear los diarios, que la guerra es algo de lo que sólo los hombres pueden hablar, y que sólo afecta a los hombres.

o voy a sostener que las periodistas mujeres siempre aportarán un particular punto de vista femenino a sus informes. Eso sería una estupidez. A algunas periodistas mujeres que cubren guerras les gusta más reportar sobre movimientos de tropas que de refugiados, así como algunas comentaristas mujeres prefieren el lenguaje del halcón y no el de la paloma. Igualmente, muchos periodistas hombres gustosamente informan sobre los hechos desde la óptica de los refugiados, o hablan sobre maniobras militares como si éstas tuvieran consecuencias más allá de lo militar.

Pero si el periodismo de guerra ha cambiado durante la última generación (y yo creo que sí ha cambiado), hasta el punto en que ahora incluye, más que nunca, las experiencias de civiles, de refugiados y de gente común afectada por la acción militar, no es coincidencia que este cambio haya ocurrido exactamente en el momento en que más mujeres toman parte en la producción de información.

n esta guerra, quizás más que nunca antes, necesitamos desesperadamente oír voces de mujeres. Y eso no significa sólo las voces de mujeres occidentales. Hemos oído, y necesitábamos oír, las voces de las madres y hermanas e hijas de quienes murieron en los ataques en Estados Unidos. Y por cierto tenemos algunas periodistas mujeres occidentales enviando reportes desde Asia Central.

Pero las mujeres cuyas voces están todavía casi totalmente ausentes son las mujeres que ahora son más afectadas por la guerra. Si Yvonne Ridley hubiera tenido éxito, en su desafortunada expedición a Kabul, por lo menos habría ayudado a romper, por un momento, el silencio de las mujeres afganas atrapadas por la guerra. Porque son sus voces las que necesitamos oír urgentemente.

En por lo menos un sentido, los fundamentalistas afganos todavía tienen total éxito. Siguen manteniendo cubiertas a las mujeres. Ocasionalmente, unas pocas mujeres se han escabullido: hablando ocultas por un seudónimo, un velo, una cortina de humo, tratando de transmitir a un periodista confundido los horrores no sólo de las últimas semanas, sino de años de opresión en Afganistán. ¿Pero qué tendrían ahora para decirnos las mujeres? Sólo podemos imaginar lo que están sufriendo ahora, en una sociedad que arañaba su existencia entre la guerra civil y la sequía, y donde ahora las bombas están destrozando lo que queda de sus ciudades.

n esta guerra, si miramos desapasionadamente la situación de las mujeres, podemos entender claramente que los ataques militares no erradicarán los problemas de la región. Cuando los estadounidenses y los británicos apoyaron a los mujadines como los buenos muchachos en la lucha contra la Unión Soviética, pudieron hacerlo sólo porque ignoraron completamente su comportamiento hacia las mujeres. Ahora que confían en la Alianza del Norte como un aliado estratégico que puede sacar del medio a los talibanes, pueden hacerlo sólo porque están ignorando completamente su comportamiento hacia las mujeres.

"Los de la Alianza del Norte son los nuevos talibanes," dice una mujer afgana que se identifica como Fátima en una entrevista en Internet. "Los de la Alianza del Norte son hipócritas: dicen que están a favor de la democracia y de los derechos humanos, pero no podemos olvidar la negra experiencia que tuvimos con ellos. Abuelas de setenta años fueron violadas durante su régimen; miles de jóvenes fueron violadas; miles fueron asesinadas y torturadas. Fueron el gobierno con el cual empezó esta tragedia en Afganistán".

átima es una vocera de una organización que ha aparecido por primera vez en las conciencias de mucha gente en las últimas semanas: la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán (RAWA, por su nombre en inglés). Resultan tan importantes porque nos recuerdan que un país en el que a las mujeres se les niegan todos sus derechos humanos es un país en el que los fundamentalistas ya estaban aterrorizando a su gente, mucho antes de que algunos decidieran aterrorizar a oficinistas estadounidenses.

"Advertimos muchas veces sobre esto al gobierno de los Estados Unidos", dice Fátima. "El fundamentalismo es igual al terrorismo. Dijimos que este germen no estaría solamente en Afganistán, sino que se extendería a todo el mundo".

Si escuchamos las voces de estas mujeres, podemos también darnos cuenta de que la lucha contra el terrorismo no será ganada con las armas. Otra vocera de RAWA fue entrevistada en el programa Woman's Hour [La Hora de la Mujer] en Radio 4 ayer a la mañana. Cuando Jenni Murray le preguntó si las mujeres afganas están dispuestas a tomar las armas, esta mujer dijo que una lucha armada no conseguiría nada.

En efecto, la guerra contra el terrorismo es una batalla de ideas, no de armas de fuego. ¿Cómo pueden los ataques a Afganistán que ahora han comenzado, dejar de reforzar el atractivo de un movimiento como Al-Qaeda, que está bien lejos de las fronteras de Afganistán? Cualquier movimiento basado en inflamar a la gente para que muera contra un enemigo similar a un Goliat será necesariamente reforzado por las imágenes de bombas que llueven del cielo nocturno. Si se desea verdaderamente debilitar a un movimiento tal, se debe cambiar la mentalidad de la gente, y no bombardearla hasta que se atrinchere todavía más.

en esto son centrales las mujeres. Tienen decididamente el potencial para ser las disidentes más poderosas del fundamentalismo en toda Asia Central y el Oriente Medio. Las mujeres como las de RAWA deben ser apoyadas en su larga y desesperada lucha por recuperar algunos de sus derechos y para combatir los tentáculos del fundamentalismo en sus países.

Mucha gente en Occidente está reconociendo que una guerra en la cual las mujeres pueden ser ignoradas por ambos bandos no es una guerra que traerá estabilidad a la región. Hablar de intervención humanitaria en Afganistán ha demostrado ser meramente eso: hablar, ahora que ha comenzado el bombardeo. Aviones estadounidenses han arrojado algunos miles de paquetes de pan y mantequilla de maní sobre montañas minadas, como estrategia propagandística, mientras los convoyes de alimentos de la ONU son detenidos y millones de civiles son abandonados y deben enfrentar el invierno, después de años de sequía, sin ayuda. Las fronteras de Afganistán siguen cerradas para las mujeres y los niños que mueren de hambre, sacrificad@s en esta guerra que, para ell@s, simplemente añade nuevo terror al terror existente.

s interesante notar que tanto George Bush como Osama bin Laden han usado un lenguaje similar para insistir en que ahora debemos tomar partido. "En este conflicto, no hay terreno neutral", dijo Bush. "El mundo está dividido en dos campos, el campo de los fieles, y el campo de los infieles", dijo bin Laden. Pero muchas mujeres en Afganistán están ahora atrapadas entre los dos campos, y muchas morirán allí sin haber sido escuchadas jamás.

Natasha Walter: Error! Reference source not found.
Traducción: Gabriela Adelstein para la Red Informativa de Mujeres de Argentina (Error! Reference source not found.)

Versión en inglés:
Natasha Walter: Where are the women in this war?
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