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Jueves, 13 de septiembre
del 2001
La Misión por las Mujeres
Afganas condena enfáticamente los actos de cruel violencia cometidos
el 11 de septiembre del 2001 que tuvieron como resultado la pérdida
de miles de vidas de personas estadounidenses. Nos unimos al país
y al mundo en el duelo por quienes fallecieron en Nueva York, Washington
DC y Pennsylvania.
Sin embargo, exhortamos
fuertemente al gobierno de Estados Unidos y a sus aliados a no llevar
a cabo ataques militares contra Afganistán en venganza a estos violentos
actos. Afganistán es un país devastado por más de dos décadas de
guerra, que iniciaron a finales de los años setenta, cuando los
fundamentalistas llamados Mujahadeen, armados y entrenados por el
gobiernos de Estados Unidos y otros países, lucharon contra la ocupación
soviética de su país. Después del retiro de los soviéticos a principios
de los años noventa, los combates internos entre varios grupos de
Mujahadeen tuvieron como resultado la destrucción de la mayor parte
de la infraestructura en ciudades como la capital, Kabul. Cuando
el fundamentalista Talibán tomó el control de la mayor parte de
Afganistán en 1996, la situación solamente empeoró para el pueblo
afgano. Como bien sabemos, el Talibán es actualmente el gobierno
más represivo en el mundo y no representa al pueblo afgano.
La sociedad afgana ha
padecido por demasiado tiempo las consecuencias de una guerra extrema,
de la pobreza, las enfermedades, el hambre, la falta de educación,
de cuidados de salud y de refugios. Hoy día, las personas afganas
constituyen el segundo grupo de refugiados más grande del mundo.
Adicionalmente, en todo el interior del país existen millones de
personas afganas desplazadas, quienes apenas están sobreviviendo.
Atacar ahora a Afganistán sería atacar a un pueblo debilitado e
indefenso que carece de control sobre quienes les gobiernan con
violencia y terror. A la vez que insistimos en que los responsables
deberían ser identificados y juzgados en un tribunal de ley, exhortamos
al gobierno de Estados Unidos a no responder a esta violencia con
violencia.
Desde la Misión por las
Mujeres Afganas también exhortamos a nuestros compatriotas estadounidenses
a recordar los valores de libertad y respeto a la diversidad que
engrandecen a este país. Necesitamos recordar el rebote reaccionario
contra estadounidenses de descendencia japonesa, quienes injustamente
fueron convertidos en blanco en 1941 tras el bombardeo de Pearl
Harbor. Después de la tragedia del 11 de septiembre, tratémonos
mutuamente con respeto y dignidad, indiferentemente del origen nacional
o la religión.
La Misión por las Mujeres
Afganas trabaja para apoyar un cambio positivo a largo plazo en
Afganistán a través de proyectos de salud y educación.
260 South Lake Avenue
PMB 165
Pasadena, CA 91101, USA
Tel. (509)756-2236
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