En
el Condado de Sonoma, la tentación de ver hacia otro lado es casi
irresistible. Mira desde cualquier ventana y ahí está la tierra
de dios, incitando a la aventura, a la soledad y la belleza, a
las artes... lo que tú quieras. Mira a las personas y en ellas
verás salud y armonía.
¡Pobre de la niña
de una minoría que pase penas y tenga necesidades en el Condado
de Sonoma! ¿Quién la verá siquiera?
Y si por casualidad
esa niña pasa momentáneamente frente a nuestros ojos, trayéndonos
dolor y recuerdos de pobreza y carencias sociales, ¿quién estará
ahí, para ella, que no haya convertido en una virtud el evitar
esas tensiones? ¿Puede haber alguna duda de que fue ese acostumbrado
mirar hacia otro lado lo que puso a Georgia Moses, de 12 años
de edad, en el camino del peligro? Es un desvío de la mirada tan
reflexivo que aun cuando Georgia fue encontrada asesinada a un
lado del camino, un periódico local le otorgó a su muerte apenas
dos párrafos en la página tres, mientras otro le asignó una fuerte
dosis de culpa.
Hubo por lo menos
una persona quien, tras el asesinato de Georgia, decidió en ese
mismo momento que las niñas pertenecientes a minorías serían vistas
y escuchadas, amadas y asistidas. Jeannie Walker, una consejera
afroamericana, convocó a adolescentes afroamericanas en su área
y abrió un hogar para ellas. Durante los últimos tres años y medio
desde la muerte de Georgia, las jóvenes se reúnen regularmente
en el hogar de Jeannie para compartir, apoyarse, crecer y tener,
tal como lo dice el nombre del grupo, Un tiempo para sonreír.
Ahora Jeannie se ha unido a la consejera latina Jennie Nestor
para proveer lo mismo a jóvenes latinas.
Jennie
Corella-Nestor
Consejera Bilingüe para Niñas y Adolescentes
544-3299
|
i
conoces jóvenes latinas entre los 12 y 18 años de edad que necesiten
un grupo de apoyo bilingüe, ¡llama hoy mismo a Jennie Nestor!
El número de contacto que aparece arriba es el de su oficina en
Social Advocates for Youth (Defensores Sociales de la Juventud).
Pero el grupo de muchachas es auspiciado por Un tiempo para
sonreír. Y si un grupo se llena totalmente, dice Jennie, entonces
formaremos otro.
Hubo un tiempo en que
la misma Jennie Nestor necesitó desesperadamente un grupo como
éste. Fue la sexta hija de trabajadores migratorios en California.
La familia se mudaba con las cosechas, de El Centro a Salinas
y de vuelta otra vez. En su primer día de clases, Jennie trató
de consolar a una compañera angloparlante que estaba llorando.
Por algún motivo, las palabras en español de Jennie hicieron que
esa niña llorara aún más. La maestra le empezó a gritar a Jennie
en inglés. Ella comenzó a llorar desconsoladamente y su hermana
mayor tuvo que llegar a retirarla de la clase y llevarla a casa.
Probablemente todo
habría ido mejor si en la escuela hubiera habido algún esfuerzo
para ayudar a las hijas e hijos de trabajadores migratorios. O
si hubiese existido un grupo donde niñas y niños de la comunidad
latina pudieran haber recibido apoyo. Por el contrario, las cosas
sólo empeoraron.
as
mejores amistades de Jennie también eran hijas e hijos de trabajadores
migratorios. Y cada quien desaparecía por todo el país conforme
las familias iban a trabajar en otra cosecha. Cuando su propia
familia se mudaba, Jennie era desarraigada de una escuela y colocada
en una nueva, donde las niñas y los niños leían una página diferente
en un libro distinto y las maestras no se le acercaban. Ella se
sintió cada vez más aislada, y luego se rebeló.
"Dejé de esforzarme",
dice Jennie. "Me rebelé y ya no fui más a la escuela. Empecé a
consumir drogas y alcohol y no me importaba lo que me ocurriera".
Sin embargo, los aprendizajes que Jennie adquirió acerca de su
propia juventud se convirtieron en la dedicación de acercarse
profundamente a las vidas de otras jóvenes, de guiarlas y brindarles
sustento emocional a lo largo del camino.
ace
ocho años, Defensores Sociales de la Juventud del Condado de Sonoma
observó esta especial pasión e inteligencia en Jennie aun careciendo
de una educación formal. La contrataron como la trabajadora comunitaria
de la agencia para trabajar con jóvenes de pandillas. Jennie se
siente agradecida hacia Defensores Sociales de la Juventud por
la educación y la capacitación extensas que le ha proveído desde
entonces. En la actualidad, como consejera bilingüe de la agencia,
ella atiende a jóvenes individuales y a sus familias que le son
referidas de todo el país.
Cuando se le pregunta
qué es lo que constituye éxito para el grupo bilingüe de jóvenes
que ha formado con Un tiempo para sonreír, la respuesta
de Jennie no se hace esperar. "Éxito es cuando las jóvenes lo
consideran su grupo. Cuando ellas florecen. Cuando aprenden que
otra joven no es su enemiga. Cuando una muchacha puede reflexionar
sobre la historia de otra".
Un
tiempo para sonreír ha
perseverado en ayudar a niñas pertenecientes a minorías
en el Condado de Sonoma durante tres años y medio con un
presupuesto muy limitado. Por favor contacta a su fundadora,
en el número, y ayuda a sufragar las necesidades del grupo.
Jeannie Walker,
523-9515, extensión 2
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Se
autoriza copiar y distribuir esta información siempre y
cuando el crédito y el texto se mantengan intactos.
Reservados © todos los derechos, Marie De Santis,
Women's Justice Center,
www.justicewomen.com
rdjustice@monitor.net
Traduccion por Laura E. Asturias / Guatemala
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