13 de
septiembre del 2001
Michael
Dunbaugh, Jefe del Departamento de Policía
de Santa Rosa
y Miembros del Concejo Municipal de Santa Rosa
Santa Rosa, CA
Jefe Michael
Dunbaugh y Miembros del Concejo
Municipal de Santa Rosa,
Recibimos
la carta del jefe Dunbaugh fechada 5 de septiembre, en la cual
describe los remedios propuestos por el Departamento de Policía
para prevenir futuros malos manejos de llamadas relacionadas con
violencia doméstica. También recibimos la descripción adjunta
de la capacitación en violencia doméstica de cuatro horas de duración
que ha sido planificada para oficiales, así como una carta del
11 de septiembre en referencia al establecimiento de una entidad
de servicios para víctimas propuesto por el DPSR.
Apreciamos
el extenso trabajo realizado por el Departamento en el desarrollo
de estos remedios, las reuniones de grupo de trabajo sobre el
uso de la Línea de Idiomas por parte de oficiales y su elaboración
de un formulario para encuestas a víctimas, así como el detalle
de la descripción de la capacitación. También valoramos la abierta
comunicación a lo largo de este proceso de un año de duración.
A la vez,
si bien los remedies propuestos deberían resultar efectivos para
mejorar algunas áreas del problema, existen otras áreas muy críticas
de los problemas que, en nuestra opinión, no han sido adecuadamente
enfocadas. Las describimos abajo.
Adicionalmente,
deseamos enfatizar que la única medida real de éxito será el fin
del flujo de graves quejas acerca del manejo, por parte del Departamento,
de los casos de violencia contra mujeres, niñas y niños. A pesar
de que han transcurrido más de dos años de llevar numerosas de
estas quejas a la atención del Departamento, en los últimos seis
meses hemos recibido más quejas acerca de la seria mala conducta
policial de las que recibimos en el mismo periodo el año pasado.
La situación sigue siendo urgente y alarmante. La abrumadora mayoría
de casos de violencia contra mujeres que atendemos y que involucran
al DPSR continúa siendo manejada deficientemente por el Departamento,
lo cual pone en peligro a las víctimas y a la comunidad, además
que viola los derechos constitucionales fundamentales de las víctimas
a recibir la protección igualitaria de las leyes.
Los vacíos
que observamos en los remedios propuestos son los siguientes:
1.
En el Departamento de Policía de Santa Rosa debería emitirse inmediatamente
una orden que mande que en todos los casos de violación, violencia
doméstica y abuso sexual que involucren a personas que no hablan
inglés y en los que no esté disponible un oficial plenamente bilingüe
para atender la llamada, el oficial o los oficiales que responden
a ésta usen la Línea de Idiomas para entrevistar a las principales
partes.
A principios
de junio recibimos una llamada de una víctima monolingüe hispanohablante,
madre de cinco niños, todos menores de siete años de edad. Ella
nos dijo que su esposo no le había permitido salir de la casa
durante meses, que a menudo la dejaba a ella y a sus hijos sin
alimentos ni dinero, y que él la había convencido de que ella
no tenía derechos. Dijo que estaba viviendo como prisionera en
su hogar. Cuando le preguntamos si alguna vez había llamado a
la policía, me informó que había llamado al 911 unas tres semanas
antes y que ninguno de los cuatro oficiales del DPSR que llegaron
a su casa hablaba español, no podían comunicarse con ella, ni
entenderla, y que en ningún momento siquiera sugirieron proveerle
un intérprete. Agregó que los oficiales sólo hablaron con su esposo,
quien habla inglés. Dijo que ellos se rieron con su esposo y luego
se retiraron. Los oficiales no escribieron un reporte. Ella dijo
relató, cuando se fueron, perdió la voluntad para luchar.
Adjuntamos
la declaración de esta mujer acerca del efecto de ese encuentro
con el DPSR.
Aunque
el jefe Dunbaugh recientemente validó la queja ante la víctima,
el punto que queremos resaltar es que existe una serie de asuntos
acerca de este caso que subrayan la urgencia de ordenar inmediatamente
que el uso de la Línea de Idiomas por parte de los oficiales.
El hecho de que este caso ocurra después de dos años de haber
empezado a llevar casos como éste a la atención de ustedes, después
de dos años de promesas en el sentido de que esto ya no ocurre
ni ocurrirá, después de memorándums a oficiales, de reuniones
del grupo de trabajo y de encuestas a oficiales dedicadas a este
mismo problema, todas estas cosas apuntan de manera alarmante
a la necesidad de una orden inmediata. Además, el hecho de que
este caso haya involucrado a cuatro oficiales y que ninguno de
ellos haya ofrecido llamar a la Línea de Idiomas destaca aún más
esa necesidad.
Adicionalmente,
durante la reunión del 12 de septiembre dedicada a concluir el
desarrollo de una entrevista de control de calidad a la víctima,
al sargento Schwedhelm, jefe de la unidad de crímenes sexuales
y violencia doméstica, se le preguntó cómo se realizarían estas
entrevistas con víctimas hispanohablantes. El sargento Schwedhelm
respondió: "Por el momento vamos a prescindir de ellas" y explicó
que era muy difícil concertar las entrevistas. Y a pesar de que
nuestra representante, Stephanie Serra, y una representante de
United Against Sexual Assault continuaron presionando a Schwedhelm
acerca de la inaceptabilidad de "prescindir" de las víctimas hispanohablantes,
él siguió argumentando de manera insistente que no había recursos
disponibles para entrevistar a víctimas hispanohablantes, al parecer
totalmente inconsciente sobre el descarado despliegue de discriminación
e insensibilidad que estaba manifestando. La defensora de YWCA,
Nadine Reyes, abogó, en forma igualmente vigorosa, por excluir
a las víctimas hispanohablantes, y ambos sellaron así la decisión
por dicha exclusión.
Dado
que la principal queja que hemos llevado a la atención de ustedes
durante más de dos años ha sido la desconsideración del DPSR hacia
las víctimas hispanohablantes, la insistente insensibilidad de
Schwedhelm es, en sí misma, motivo de alarma suficiente para emitir
una orden general inmediata. La diseminada y aparentemente impenetrable
indiferencia de tantos en el Departamento en asuntos de racismo,
sexismo y sus obligaciones constitucionales de proveer protección
igualitaria, significa que la única forma de asegurar una conducta
policial apropiada es ordenarla.
Igualmente
perturbador es el hecho de que cuatro oficiales que respondieron
al caso arriba citado, que han jurado servir y proteger, se hayan
retirado de esa casa donde se encontraban cinco niños menores
de siete años, confiando completamente en la historia del esposo,
sabiendo que la mujer había llamado al 911 para pedir ayuda porque
su esposo estaba furioso, y habiendo visto una orden de restricción
(expirada) que ella había obtenido previamente contra el marido.
Esto subraya la necesidad no sólo de una orden general inmediata
que mande el uso de la Línea de Idiomas, sino también de remediar
un problema mucho más arraigado. El problema es que a los oficiales
no les importó lo suficiente averiguar por qué la mujer necesitaba
ayuda, ni les importó lo que pudiera ocurrirles a ella y a sus
pequeños hijos cuando ellos dieran la vuelta y se retiraran. Tampoco
se molestaron en escribir un reporte, tal como lo exige la ley.
2.
Los remedios descritos en la carta del jefe Dunbaugh no enfocan,
o enfocan sólo tangencialmente, lo que, según muestran muchos
casos, es un pernicioso y recurrente sesgo, un desprecio y una
actitud de "no me importa" exhibidos por demasiados oficiales
del DPSR hacia mujeres, hacia latinas y hacia mujeres víctimas
de violencia. La capacitación en violencia doméstica que ha
sido propuesta será muy beneficiosa para aquellos oficiales que
honran su obligación de tratar a las personas en forma igualitaria
y con respeto, pero las capacitaciones sobre procedimientos tendrán
poco efecto en aquellos oficiales y personal que se sienten libres
de abusar de las víctimas y ponerlas en peligro por desprecio
o desconsideración, tal como ha sido el problema en muchos casos
que hemos llevado a la atención de ustedes y como lo denotan el
caso arriba citado y el más reciente que se describe a continuación.
A principios
de julio, una víctima de violencia doméstica llamó al 911 después
de que su agresor profirió una amenaza a la amiga de ella en el
sentido de que él iría a buscar una escopeta para la víctima y
el hijo de ésta. Esto ocurrió luego de que el DPSR chapuceara
dos incidentes previos, en las dos semanas anteriores: uno en
el cual el mismo perpetrador había estrangulado a la víctima y
el otro en el cual el perpetrador había violado una orden de restricción
de emergencia. Para cuando tuvo lugar este nuevo incidente de
amenazas, ya habíamos presentado quejas a oficiales de alto nivel
acerca del muy deficiente manejo de los dos incidentes previos,
el hecho de no haber tomado las declaraciones de los testigos
en el primero, y el no haber escrito un reporte ni haber llevado
a cabo el arresto obligatorio en el segundo.
El
oficial Lefwich respondió a la llamada por las amenazas. La víctima
le pidió que escribiera un reporte y el oficial Lefwich inmediatamente
le dijo a la víctima que él no lo haría. Pronto llegaron otras
dos personas adultas, quienes confirmaron lo que ocurrió seguidamente.
Por favor tengan en mente que ha transcurrido más de una década
desde que, según la ley de California (Código Penal 13730), es
obligatorio que los oficiales escriban un reporte de todos los
incidentes relacionados con violencia doméstica.
De acuerdo
con la víctima y las dos personas testigas:
- Mientras la víctima
le rogaba repetidamente al oficial Lefwich que escribiera un
reporte, durante diez minutos él insistió en que no lo haría,
dando todo tipo de excusas: "Aquí no hay un crimen", "¿Qué sentido
tiene, si de todos modos nadie va a leer el reporte?", "Es demasiado
papeleo", "¿Usted quiere que escriba un reporte sólo para complacerla?"...
Cuando la víctima le preguntó, "¿No puede usted escribir algún
tipo de reporte, una nota, algo por escrito?", Lefwich dijo
que él tenía "demasiadas otras cosas que hacer".
- La víctima, quien
ha estado viviendo con temor a este perpetrador (quien, por
cierto, es requerido en el estado de Washington por haberse
escapado de su sentencia por crímenes sexuales) y que ha vivido
con frustración por los chapuceos de la policía, empezó a llorar.
Bajó la cabeza, se rindió y finalmente le dijo a Lefwich que
"lo olvidara". De acuerdo con la víctima y las personas testigas,
fue en ese momento que Lefwich empezó a hostigarla. La tomó
del brazo y le dijo repetidamente, "Míreme, tiene que mirarme
y escucharme". Lefwich continuó hostigando a la víctima, diciendo
que ella tenía que comprender la ley, la forma en que las cosas
funcionaban y que él no iba a escribir un reporte.
- Según la versión
de todas las personas, Lefwich fue sarcástico, condescendiente
y hostigador con la víctima. Una de las personas presentes dijo,
"Me sorprendió. Me enfermó".
Un
par de días después de que la víctima nos relató este incidente,
le sugerí que fuera a la estación de policía para averiguar si
un reporte había sido escrito y obtener una copia de éste, si
es que uno existía. (Las víctimas de violencia doméstica tienen
el derecho estatutario a obtener una copia del reporte, según
la Sección 6228 del Código de Familia, una ley respecto a la cual
hemos tenido que pelear concienzuda y repetidamente con el DPSR
desde que fue aprobada hace dos años.)
Dos horas
después de que habláramos con la víctima, ella llegó a nuestra
oficina visiblemente perturbada y al borde del llanto. Dijo que
la persona que la atendió en el DPSR discutió con ella acerca
de la obtención del reporte. Cuando la víctima insistió en que
tenía el derecho al reporte, esa persona se ausentó por varios
minutos, regresó y le entregó una copia del reporte que esa persona
había maliciosamente tachado con un marcador de principio a fin.
Adjuntamos una copia de ese reporte, tal como le fue entregado
a la víctima.
Este reporte,
aunque ciertamente no la conducta más atroz que hemos observado,
es una clara y visible manifestación de la hostilidad descontrolada
y de la malvada animosidad que las víctimas de violación y violencia
doméstica han estado encontrando durante años cuando acuden a
la policía de Santa Rosa para recibir ayuda. ¡Imaginen ustedes
cómo eso hace sentir! ¡Comprendan que esto no se corrige con capacitación!
Tal como
la víctima nos dijo una y otra vez, "Si en mi empleo yo tratara
a las personas de la manera en que la policía de Santa Rosa trata
a la gente, me despedirían inmediatamente". Coincidimos totalmente
en que el despido, y no la capacitación, es el único remedio para
estos tipos de abusos contra las víctimas.
3.
No existe todavía un medio efectivo ni un plan para crear un mecanismo
eficiente que permita a una persona residente en Santa Rosa presentar
una queja contra el Departamento de Policía y que esa queja sea
investigada justamente. Nosotras ya les demostramos a ustedes,
en nuestra carta del 1 de enero, las maneras en que la policía
esquiva, engaña, defiende y disimula cuando responde a las quejas
de las víctimas, y ello aun cuando la queja es presentada por
una agencia experimentada en estos casos. Ha habido sólo algunos
casos, entre muchos, en los que sentimos que el Departamento dio
más energía a una honesta investigación de la que invirtió en
defenderse y engañar.
Una ciudadana
o un ciudadano corriente que presenta una queja no conoce los
vericuetos de la ley y de las políticas; no sabe cómo investigar,
preparar evidencias, tomar declaraciones de testigos, conseguir
documentos públicos o recopilar reportes efectivos de su propia
queja, y luego combatir los inevitables engaños y negativas de
la policía. Esa persona, sin asistencia alguna, no tiene la menor
probabilidad de que su queja sea escuchada e investigada justamente.
Nosotras,
que somos muy experimentadas en estos asuntos, ya llevamos más
de dos años y más de 30 quejas graves en este proceso con el DPSR,
y las víctimas de crímenes violentos de gran seriedad todavía
están siendo maltratadas por la policía. El problema ni siquiera
empieza a resolverse.
La
sola tarea de conseguir que, para empezar, esta situación sea
tomada seriamente ha desgastado a nuestra organización durante
más de dos años. En cualquiera de estos casos, generalmente somos
nosotras mismas quienes tenemos que investigar la queja, recopilar
los documentos, hacer las entrevistas, obtener las declaraciones
de testigos, escribir la queja, reparar el inmenso daño infligido
a una víctima ya severamente traumatizada, realizar esfuerzos
sobrehumanos para garantizar su seguridad pues la policía es incapaz
de hacerlo, perseguir a la policía para que vuelva a hacer el
caso, organizar una u otra forma de visibilidad pública, y luego
rebatir el inevitable muro de defensas. Y no hemos llevado a la
atención de ustedes siquiera una fracción de los casos problemáticos.
Nos está empezando a resultar difícil mantener un registro apropiado
de todos estos abusos.
Ustedes
son sin duda totalmente conscientes de que no hay manera que una
persona común y corriente en Santa Rosa pueda pasar por este proceso
y conseguir una resolución justa a su queja. Ustedes también deben
comprender que ésta es la razón por la que, de entrada, las cosas
se ponen tan terriblemente mal con la policía. La policía encubre
quejas, las cosas empeoran y la policía encubre más quejas. Luego,
ustedes tienen la situación que tienen ahora. Como lo hemos dicho
desde el principio, ustedes deben proveer un mecanismo independiente
para manejar las quejas de la ciudadanía contra la policía.
4.
Erradamente, el DPSR ha descartado de la agenda casos de violación
y otros crímenes sexuales. Repetidamente la policía se ha
negado a mantener los crímenes sexuales en las discusiones, pese
a nuestras objeciones y a pesar de que el deficiente manejo de
los crímenes sexuales ha sido una parte medular de nuestras quejas.
Imaginen ustedes el grado de dificultades que las víctimas encuentran
al reportar crímenes sexuales a la policía. Lo más triste es que
las víctimas de violación son tan conscientes de que no obtendrán
justicia, que sólo una de cada seis víctimas de violación decide
reportar el crimen a la policía.
5.
Los Servicios para Víctimas deben ser completamente independientes
del control de la policía. Hoy recibimos del jefe Dunbaugh
una descripción de la propuesta del Departamento que busca establecer
una unidad de servicios para víctimas. Es la primera vez que hemos
sabido sobre este plan y lo objetamos fuertemente, tanto en general
como en sus particularidades.
Una adecuada
respuesta de las fuerzas del orden es el factor más importante
para que una mujer se libere de la violencia, obtenga su seguridad
y abrirse paso hacia la justicia. Ningún otro sector de la sociedad
tiene la autoridad o el poder para poner al perpetrador bajo control.
Se puede tratar estos casos hasta el cansancio con trabajo social,
pero sin una apropiada respuesta de las fuerzas del orden la mayoría
de las víctimas será condenada a permanecer atrapada en la violencia.
A
la vez, la cultura de las fuerzas del orden está mal equipada
y mal reclutada para esta tarea. A la mayoría de oficiales no
les gusta manejar estos casos, no quieren atenderlos, y las víctimas
carecen de medios legales para responsabilizar a las fuerzas del
orden cuando la policía no quiere atender sus casos. Es una cultura
policial que ni siquiera ha aprendido a trabajar junto a las mujeres,
mucho menos a actuar en nombre de ellas. Al menos 12 oficiales
mujeres en los últimos tres años se han retirado del Departamento,
un Departamento que, entre un personal de 160, apenas tiene unas
15 oficiales mujeres en cualquier momento y que nunca a tenido
una mujer en un cargo de alto nivel.
En este
momento, una vigorosa abogacía pública por parte de defensoras
o defensores es el único remedio con que cuenta una víctima para
ayudarla a obtener una protección apropiada por parte de las fuerzas
del orden. Es una obvia burla el que a la policía se le otorgo
cada vez más control sobre los servicios para víctimas. Es un
profundo conflicto de intereses que sabotea significativamente
la capacidad de defensoras y defensores para luchar por los derechos
de las víctimas en el sistema de justicia criminal.
En
el condado de Sonoma, durante años, los jefes de policía han tenido
poder de veto sobre los subsidios gubernamentales destinados a
servicios para víctimas y, de hecho, han utilizado ese poder represivamente
para destruir la efectiva defensa pública de las víctimas en el
condado. El efecto está a la vista. Las y los así llamados defensores
de víctimas se han involucrado en una relación de médico-enfermera
con la policía. Para empeorar las cosas, en los últimos años hay
defensoras y defensores de víctimas que tienen sus oficinas adentro
del Departamento de Policía. ¿Y ahora será el jefe Dunbaugh quien
integre una unidad de servicios para víctimas?
Millones
de dólares de fondos gubernamentales están fluyendo hacia los
servicios para víctimas en el condado de Sonoma. Pero quienes
los reciben están contractualmente bajo el control de la policía.
Ustedes deben saber que nunca se habrían enterado de estos peligrosos
deterioros en la respuesta del DPSR a mujeres, niñas y niños si
no fuera por el hecho de que nosotras somos totalmente independientes
del control policial. Y no habrían surgido las correcciones que
ahora están siendo planificadas. Como mínimo, el Concejo debe
actual para mantener los servicios para víctimas fuera del control
del jefe de la policía.
Gracias
por su atención.
Atentamente,
Marie De Santis |
Stephanie Serra |
Directora |
Defensora de víctimas
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