Centro de Justicia
para Mujeres
250 Sebastopol Rd.
Santa Rosa, CA 95407
Tel. (707) 575-3150
24 de agosto del 2000
Alcaldesa Janet Condron
y
Miembros del Concejo Municipal de Santa Rosa
Santa Rosa, CA
CARTA ABIERTA En relación
con quejas acerca del manejo de casos de violencia contra mujeres,
niñas y niños por parte del Departamento de Policía de Santa Rosa
- Mayo a agosto del 2000
Estimada alcaldesa
Janet Condron, Estimados Miembros del Concejo Municipal de Santa
Rosa:
Nos
dirigimos a ustedes con el propósito de solicitar su ayuda acerca
de un problema que hemos estado tratando de resolver, sin éxito,
en el pasado año y medio. Durante este tiempo hemos recibido una
gran cantidad de quejas relacionadas con la respuesta del Departamento
de Policía de Santa Rosa (DPSR) a los casos de violencia contra
mujeres, niñas y niños. A lo largo de estos meses hemos remitido
tales quejas a muchos oficiales de diferentes niveles en dicho
departamento. Y las hemos presentado en diversas maneras, con
la esperanza de descubrir una forma en que se nos escuche y con
el fin de motivar enmiendas.
El pasado diciembre,
al no observar mejora alguna en la situación, nos comunicamos
por teléfono con el comandante Swanson de la Policía de Santa
Rosa. Le manifestamos nuestra preocupación en el sentido de que
la respuesta del DPSR se está tornando muy ineficiente y, más
notablemente, que existe una falla general en el cumplimiento
de las órdenes de restricción, así como una desconsideración generalizada
hacia las víctimas hispanas. La reacción del comandante Swanson
consistió en concertar una reunión entre el Centro de Justicia
para Mujeres y el sargento Schwedhelm, jefe de la Unidad de Crímenes
Sexuales y Violencia Familiar, así como el sargento Briggs, jefe
de Patrullas.
El
6 de enero del presente año nos reunimos con los sargentos Schwedhelm
y Briggs por aproximadamente tres horas, durante las cuales expusimos
los problemas que hemos observado. Además de las quejas arriba
mencionadas, detallamos, entre otras, nuestras preocupaciones
acerca de la no elaboración de reportes; el frecuente mal uso
de niñas, niños y parientes como intérpretes; la renuencia a tomar
en serio las amenazas; la incapacidad de reconocer casos de elevado
riesgo de fatalidad, así como la falta de respeto hacia las víctimas.
En los dos meses posteriores a esa reunión, telefoneamos al sargento
Briggs expresándole nuestra preocupación por el manejo que el
departamento hizo de dos nuevos casos.
En junio llamamos una
vez más al comandante Swanson, ahora para informarle que nos preocupaba
el manejo de un nuevo caso ocurrido en mayo, el cual tuvo como
resultado una muerte relacionada con violencia doméstica. El comandante
Swanson asignó entonces al sargento Oliveras para que investigara
la situación. Después de un mes de investigaciones, Oliveras concluyó
que los oficiales no habían hecho nada incorrecto. Sin embargo,
en todo el tiempo que duró su examen del caso, Oliveras nunca
habló con los principales testigos, ni siquiera intentó contactarles.
Tal como ha ocurrido en otras ocasiones, cuando le hemos solicitado
al departamento que revise una queja, esta vez sentimos que la
respuesta era obstructiva, defensiva, a propósito incompleta y
carente de toda intención de descubrir la verdad.
A
mediados de agosto volvimos a hablar por teléfono con el comandante
Swanson, esta vez para expresarle nuestra insatisfacción con el
examen que Oliveras hizo del caso de muerte, además de informarle
acerca de cuatro nuevos casos de quejas. Aunque Swanson ha remitido
estos casos a investigaciones internas y/o a un sargento relevante,
decidimos enviarlos también a ustedes porque, después de un año
y medio con esta situación, hemos perdido confianza en la capacidad
del DPSR ya sea para investigarse a sí mismo o para corregir los
problemas. Estamos seguras que, de no ser enmendados, estos problemas
tendrán como consecuencia más sufrimiento y tragedias innecesarias
para las mujeres de Santa Rosa.
Los siguientes siete
casos de quejas nos fueron presentados entre mayo y agosto del
2000. Son similares a otros casos de quejas que hemos observado
en el último año y medio. Estos casos representan sólo aquellas
quejas en las cuales se nos ha autorizado a transmitirlas. Existen
otros en los que las víctimas no quisieron darse a conocer. Aunque
en la narración de los siguientes siete casos se utilizan nombres
ficticios y no se especifican fechas exactas, la información está
disponible a solicitud de ustedes.
Requerimos su ayuda
en tres formas. En primer lugar, que ustedes provean una investigación
independiente de las quejas aquí expuestas. En segundo lugar,
que supervisen la implementación de los cambios necesarios en
el manejo de casos de violación y violencia doméstica por parte
del DPSR. En tercer lugar, que la municipalidad cree un mecanismo
permanente por medio del cual dichas quejas puedan ser investigadas
independientemente y se lleven a cabo las correcciones necesarias.
Finalmente, deseamos
concertar una cita con ustedes para presentarles nuestras observaciones
acerca de lo que, a nuestro juicio, se requiere para enmendar
la situación.
Caso
#1: Crónica de una muerte anunciada
a
mujer en este caso no quiso que la historia sea traducida al Espanol.
Caso
#2: Sufren los niños
ecibimos
una llamada de una madre hispana cuya voz denotaba desesperación
y exasperación. Dos meses antes de llamarnos, según nos dijo,
había acudido con su hija a una médica. La niña le había dicho
a la médica que estaba teniendo relaciones sexuales con un hombre
de más de 20 años. La niña tenía menos de 14 años de edad, un
hecho que automáticamente convierte esas relaciones sexuales entre
el adulto y ella en un delito de abuso sexual.
En esa oportunidad,
dos meses antes, la médica pidió a la madre que entrara en su
oficina y ambas llamaron a la Policía de Santa Rosa. Cuando ésta
se presentó, la madre, la médica y la niña reportaron abiertamente
el caso.
Cuando la madre nos
llamó, dijo que en los más de dos meses que habían transcurrido,
no volvió a saber más de la policía, a pesar de que ella no se
mudó de casa ni cambió su número telefónico. Nos informó que nunca
se le ha realizado un examen forense a su hija y que la niña no
ha sido entrevistada por el Centro Infantil Redwood. Tampoco ha
habido ningún intento de concertar esta entrevista de rutina.
Nosotras llamamos a
la médica, quien confirmó partes de la historia en que estaba
involucrada. Señaló que la madre y la hija habían cooperado plenamente
con la policía. También nos dijo que ella misma nunca había vuelto
a saber de la policía después de que el reporte inicial fue tomado.
No fue sino hasta que
desde el Centro de Justicia para Mujeres llamamos a la policía
tras la llamada que recibimos de la madre, que un detective concertó
una cita con ella y su hija para que ambas le indicaran dónde
vivía el hombre. Eso fue hace más de un mes. Y desde entonces
ellas no han vuelto a saber nada de la policía.
Caso
#3: Ningún refugio
os
llamó una mujer de habla inglesa, quien dijo que estaba escapando
de violencia doméstica en otro estado y que había venido a Santa
Rosa pues aquí tiene un familiar. Nos contó que menos de una hora
después de haber llegado a Santa Rosa había ido con su pariente
al DPSR para reportar su situación de violencia doméstica e informar
que había escapado de ésta con su hijo.
La mujer indicó que,
acompañada por su pariente, fue a la recepción del DPSR, donde
le dijo a la técnica de policía que estaba escapando de violencia
doméstica en otro estado; que su esposo la había amenazado de
muerte; que temía por su vida y quería hacer un reporte. La técnica
llamó por teléfono a su supervisor, a quien le transmitió la información
y le pidió orientación sobre cómo proceder en este caso. Cuando
la técnica concluyó la conversación con su supervisor, le dijo
a la mujer 'nosotros (la Policía de Santa Rosa) no tenemos un
pequeño archivo adicional para casos como éste, y si no ocurrió
en nuestro condado, no hay nada que podamos hacer'. Por separado
hablamos con la pariente de la mujer, quien confirmó el relato
de los eventos tal como ocurrieron en el DPSR.
Es una práctica policial
de rutina, y lo ha sido durante muchos años, escribir un reporte
de policía cuando una víctima escapa a la violencia doméstica
o a cualquier otro crimen violento desde una jurisdicción distante.
Este reporte de cortesía es posteriormente remitido al departamento
de policía en la jurisdicción apropiada, donde se realiza la investigación
de seguimiento. Cuando desde el Centro de Justicia para Mujeres
llamamos al sargento de turno para pedirle que transmitiera la
queja de la mujer y que el reporte fuera elaborado, él discutió
con nosotras por un rato acerca de tener que hacer ese reporte.
Fue solamente cuando insistimos que un oficial fue enviado a la
casa donde se hospedaba la mujer para tomar su reporte.
Unos días después,
cuando la mujer se presentó al DPSR para recoger una copia del
reporte en el departamento de registros, ésta le fue denegada.
Además de que la ley estatal estipula que la policía debe proporcionar
a las víctimas de violencia doméstica una copia completa de su
reporte criminal (Código Familiar, Sección 6228), apenas unos
meses antes nosotras nos habíamos quejado ante el departamento
de registros acerca de su repetido incumplimiento de esta ley.
En respuesta a nuestra queja, el jefe de registros escribió un
memorando dirigido a todo el personal, en el cual ordenaba que
esa ley se cumpliera. El problema, al parecer, no radica en falta
de conocimiento de la ley. Por el contrario, lo que aparentemente
prevalece es el deseo de desafiar la ley y desafiar los derechos
legales de las víctimas.
No fue sino hasta que
llamamos una vez más al departamento de registros acerca de esta
nueva renuencia, que el reporte le fue entregado a la víctima.
En cuanto a no haber elaborado el reporte, como debió hacerse
en primera instancia, la única razón posible que se nos ocurre
es que la Policía de Santa Rosa no quería molestarse con el caso
y no imaginó que la víctima encontraría la forma de conseguir
lo que necesitaba.
Si la policía se hubiera
molestado en elaborar el reporte, inmediatamente se habría enterado
de que el sospechoso tiene una larga trayectoria de violencia,
así como varias órdenes de captura pendientes.
Caso
#4: Violencia policial
na
mujer hispana, madre de tres niños, se presentó a nuestra oficina
en un obvio estado de desesperación. Sus movimientos eran dolorosos
y pausados tras una reciente golpiza; su brazo colgaba de una
venda desde su hombro. Teresa nos informó que el día anterior
había sido agredida por un oficial de policía. Tratamos de explicarle
que nosotras no atendíamos ese tipo de casos, pero ella estaba
desesperada y rogó que la escucháramos.
Nos relató que al volver
del trabajo a su casa la noche anterior, había encontrado a la
policía en su patio trasero y a su hijo adolescente esposado.
Se le informó que la policía creía que un amigo de su hijo había
ocultado una bicicleta robada en la casa de ella. Teresa dice
que, en su escaso inglés, le preguntó al oficial si él tenía papeles
que lo autorizaran a estar en su casa. El oficial le pidió que
esperara afuera del patio. Ella volvió a preguntarle si tenía
papeles que le permitieran estar en su casa. De nuevo, el oficial
ignoró su pregunta y, por el contrario, le dijo "Usted está arrestada".
Dice Teresa que luego le preguntó una vez más al oficial si tenía
permiso para estar en su casa.
Según Teresa, sin ninguna
otra provocación el oficial la agarró y la empujó contra una verja
y un aparato para ejercicios. Luego la haló hacia él y la lanzó
de nuevo contra la verja y el equipo, pateándola cuando ella caía
contra la verja. Después volvió a levantarla, la haló hacia él
y nuevamente la lanzó contra la verja y el equipo. Esta vez, dice
Teresa, ella cayó al suelo; él se agachó, le agarró el brazo y
se lo dobló hasta provocarle un dolor intenso. En ese momento,
una agente de policía que se encontraba en la escena le gritó
al oficial, "Para, para".
De acuerdo con Teresa,
el oficial luego la levantó y se la entregó a la agente. Ésta
la condujo al hospital, donde sus lastimaduras fueron tratadas.
En nuestra oficina (al día siguiente) pudimos observar los múltiples
y grandes moretones y abrasiones que se extendían desde los hombros
de Teresa hasta su espalda y sus glúteos. También tenía cortadas
y contusiones en su codo y sus manos, y uno de sus brazos colgaba
del hombro con una venda.
Teresa nos dijo enfáticamente
que no quería presentar ningún tipo de reporte a la Policía de
Santa Rosa. Entonces fuimos a la oficina del Fiscal de Distrito.
Allí, un investigador discutió durante más de una hora con nosotras,
diciéndonos que Teresa debía ir a la Policía de Santa Rosa para
presentar un reporte administrativo. Cuando finalmente quedó claro
que ella no iría a la Policía de Santa Rosa y que nosotras sabíamos
que la oficina del Fiscal de Distrito tiene la autoridad para
recibir un reporte criminal, el investigador asentó una declaración
preliminar y tomó fotografías de las lastimaduras de Teresa. Sin
embargo, esa oficina no abrió oficialmente un caso.
Pasaron más de dos
semanas antes de que la oficina del Fiscal de Distrito decidiera
enviar las evidencias a la oficina del Fiscal General del estado.
En este momento, cuando ha transcurrido más de un mes, y pese
a que un fiscal de la oficina de Fiscal General fue asignado a
la situación, ningún investigador ha sido asignado al caso, Teresa
no ha rendido una declaración formal, no se ha fijado una fecha
para tomar tal declaración y no se ha abierto un caso. Al momento
de presentar esta carta, se nos ha informado que el jefe Dunbaugh,
del DPSR, se está comunicando con la oficina del Fiscal General
en relación con esta situación. En vista de que los eventos de
este caso no involucran de manera alguna al jefe Dunbaugh, tememos
que él esté interfiriendo e intentando retrasar la investigación
criminal del caso por parte del Fiscal General, con el fin de
dar a asuntos internos del DPSR tiempo suficiente para llevar
a cabo una limpieza administrativa. La víctima no deseaba presentar
una queja administrativa, ni una queja ante el DPSR.
En este caso, solicitamos
que el Concejo Municipal de Santa Rosa informe inmediatamente
al jefe Dunbaugh que no debe intentar de ninguna manera retrasar,
obstruir o influenciar el progreso de la investigación del Fiscal
General y, adicionalmente, pedimos que ustedes urjan a la oficina
del Fiscal General de California a que proceda con su investigación.
Además de nuestra profunda
preocupación acerca de la denuncia de brutalidad policial en este
caso, también nos concierne que en realidad no exista un mecanismo
por medio del cual una ciudadana o un ciudadano pueda presentar
un reporte criminal contra un agente de policía. Oficialmente,
la oficina del Fiscal de Distrito tiene la autoridad para recibir
de la ciudadanía reportes de conducta criminal por parte de oficiales
de policía. Sin embargo, a juzgar por nuestra experiencia, no
existe una forma en que cualquier ciudadano o ciudadana común
hubiera podido hacer frente a la avalancha de desinformación,
resistencia y obstáculos que se interpuso en nuestro camino cuando
en la oficina del Fiscal de Distrito intentaron convencernos de
que no podían recibir el reporte y que la única opción de Teresa
consistía en presentar una queja administrativa ante el DPSR.
A menos que ingenuamente
asumamos que los oficiales de policía nunca se involucran en conducta
criminal violenta, es urgente que el condado de Sonoma asegure
un mecanismo viable que permita a la ciudadanía presentar quejas
oportunamente cuando las ofensas criminales provienen de oficiales
de policía.
Caso
#5: Ni siquiera para oficiales de la corte
a
mediadora de la Corte de Familia del condado de Sonoma se interesó
en el caso de una mujer hispanohablante, quien acudió al tribunal
para solicitar que una orden de restricción temporal relacionada
con violencia doméstica fuera convertida en permanente. La víctima
había asentado una declaración acerca de los vejámenes que sufrió
a manos del padre de sus hijos. Al revisar el estado de todos
los procedimientos criminales resultantes del incidente, la mediadora
no pudo encontrar evidencia de que algún reporte policial hubiera
sido elaborado. Tras hablar con el juez de ley de familia, a la
mediadora se le instruyó asentar un reporte policial. Ella llamó
al DPSR desde la oficina del juez y pidió que un oficial llegara
a la corte para tomar el reporte.
A la mediadora le pareció
que el oficial que respondió su llamada se rehusaba a involucrarse
o a recibir el reporte. Éste le indicó que algunas personas simplemente
tratan de involucrar a la policía para influenciar el resultado
de un caso de ley familiar. La mediadora tuvo que responderle
al oficial que ella era la abogada que representaba a la mujer
en este caso, lo cual no era. Después de tomar el reporte, el
oficial le informó que la mujer estaba confundida acerca de las
fechas específicas en que los incidentes habían ocurrido. La mediadora
refirió el caso al Centro de Justicia para Mujeres ya que no sentía
que el mismo estuviera siendo tratado con seriedad. Además, quería
asegurarse que la mujer pudiera discutir su caso con alguien en
español, idioma que ella misma no habla.
Caso
#6: En desprecio a las mujeres
ancy,
madre de dos niños pequeños, llamó al DPSR para reportar que un
hombre con quien compartía una casa la estaba amenazando diciéndole
que alguien le daría una golpiza y que él mataría a su perro.
Él se había mudado ahí unos meses antes y sus abusos habían llegado
a tal grado que Nancy hizo que sus niños durmieran con ella por
las noches, ya que temía dejarlos solos. Sandy, la otra compañera
de casa de Nancy, también le tenía miedo a Jack. Cuando él se
mudó a esa casa, las mujeres ignoraban que Jack recién había salido
de la cárcel después de cumplir una condena por asalto con un
arma mortal.
La primera vez que
Nancy llamó a la policía, algunas semanas antes, nadie llegó.
El despachador le había dicho que los oficiales estaban ocupados
con muchos casos de violencia. Cuando llamó la segunda vez, le
dijo al despachador que en esta ocasión necesitaba que su reporte
fuera recibido. Una media hora después, sin que la policía hubiera
llegado a su casa, Nancy llamó de nuevo.
Nancy dice que cuando
la policía finalmente llegó, el oficial se encontró con Jack afuera
de la casa y que ahí habló con él durante unos diez minutos. Luego
ambos entraron a la casa. El oficial procedió a preguntarle a
Nancy qué andaba mal, sin ninguna sensibilidad en cuanto a la
dificultad que ella pudiera sentir por tener que hablar mientras
Jack estaba parado frente a ella. Aun así, le dijo al oficial
que Jack la estaba amenazando a ella y a su perro. Ella dice que
inmediatamente Jack comenzó a gritar acusaciones en su contra
y que a partir de ese momento ella ya no consiguió que se escuchara
lo que quería decir.
En medio de todo esto,
Sandy entró en la habitación. Los relatos de ambas mujeres coinciden
en lo que ocurrió después. Las dos dijeron que el oficial les
dijo que 'nosotros (la policía) no recibimos reportes de amenazas'.
Él les informó que a menos que alguien esté sosteniendo un arma
y se le abalance a otra persona, no hay crimen. Luego les dijo
que en California no es un crimen proferir amenazas y que 'él
(Jack) puede amenazarlas cuanto quiera'. El oficial dijo esto
en presencia de Jack. De acuerdo con las mujeres, el oficial no
hizo ningún apunte mientras estuvo en la casa.
En conversaciones separadas
con nosotras, ambas describieron la respuesta del oficial como
una ridiculización de ellas y de su queja. En cierto momento,
Jack había dicho, "Ustedes las mujeres me enferman" y el oficial
se había reído.
Afortunadamente, después
de que el oficial se retiró, Nancy y Sandy decidieron llamar a
la junta para libertad bajo palabra, cuyos agentes arrestaron
a Jack tan pronto como escucharon la historia que ellas les relataron.
Caso
#7: "Como si estuviera llamando por un gato subido en un árbol"
ecibimos
la llamada de una desesperada mujer de habla inglesa, quien nos
dijo que temprano esa mañana había llamado al 911. Refirió que
le había dicho a la operadora del 911 que su esposo no quería
entregarle a su bebé, que ella estaba tratando de dejar el hogar,
que tenía la custodia física total de su bebé, que el día anterior
su esposo había sido sentenciado por dos cargos de violencia doméstica
y que ella quería a su bebé.
La mujer nos dijo que
la operadora del 911 le informó que 'puesto que usted vive en
la casa, es un pleito'. Ella le preguntó a la operadora qué recomendaba,
a lo cual ésta respondió que 'usted debería regresar y hablarlo
con él'.
A la mujer, según nos
dijo, le pareció que 'la actitud de la operadora del 911 era como
si ella hubiera estado tomándose un café durante un receso y yo
hubiera llamado por un gato subido en un árbol'.
También nos dijo que
había ocultado la silla del bebé para el auto y otras cosas del
bebé en la parte trasera de la casa, y que en vista de que la
policía no iba a ayudarla, temía que tendría que idear un plan
para recuperar ella misma a su bebé.
Nosotras llamamos al
sargento Schwedhelm, quien dijo que se pondría en contacto con
la mujer. Después de hablar con ella, él destacó a dos oficiales
para que recuperaran a su bebé y lo pusieran bajo la custodia
de ella.
Les pedimos
recordar que éstos son apenas algunos de los casos problemáticos
que hemos tenido con la Policía de Santa Rosa sólo en los últimos
cuatro meses. Y que hemos estado recibiendo tales quejas constantemente
durante más de un año y medio. Aunque tenemos casos que han sido
manejados de manera muy eficiente por la Policía de Santa Rosa,
la gran mayoría de casos de violencia contra mujeres que hemos
conocido de este departamento en el último año y medio ha sido
tratada de una manera que deja mucho que desear.
Tal como
le dijimos al comandante Swanson en una conversación reciente,
la Policía de Santa Rosa solía dar las pautas en el condado de
Sonoma para el manejo de crímenes contra mujeres, niñas y niños.
Algo muy serio ha ocurrido. La respuesta general del departamento
a la violencia contra las mujeres se ha deteriorado de una manera
profunda y peligrosa. Más perturbador aún es que no parece haber
una forma de conseguir que el departamento dé a las quejas la
seriedad que merecen y lleve a cabo los cambios que se necesitan
urgentemente.
En una
ocasión acompañé a una víctima hispanohablante que quería presentar
una queja formal contra dos oficiales del DPSR, quienes acudieron
a su llamada relacionada con violencia doméstica. El sargento
con quien hablamos me utilizó como intérprete, y cuando ella terminó
de contar su historia completa, él le informó que tendría que
regresar al día siguiente para poder grabar su queja en presencia
de un traductor neutral.
Si bien
tanto la víctima como yo sentimos que ésta era una táctica dilatoria
para que ella no volviera, ambas regresamos la mañana siguiente
a la hora acordada. Esta reunión, la cual se nos hizo creer se
realizaría con el propósito de obtener una queja grabada de la
mujer a través de un traductor neutral, resultó ser una emboscada.
Cuando llegamos a la reunión, el oficial contra quien ella estaba
planteando la queja se encontraba presente, y una vez más yo fui
utilizada como traductora. Cada vez que la mujer empezaba a contar
la historia tal como ella la experimentó, ese oficial intervenía
y argumentaba en contra de su declaración. Intentamos proporcionar
a los sargentos presentes el nombre y número de teléfono de un
testigo bilingüe y muy confiable que había escuchado y presenciado
todo el incidente en cuestión, pero ellos se negaron a recibir
y a anotar cualquier información sobre esa persona.
Estoy
segura que esta mujer, una empresaria muy exitosa en Santa Rosa,
estaría plenamente dispuesta a brindar a ustedes su evaluación
personal acerca del proceso de presentación de quejas en el DPSR.
Los peligros
de este deterioro en la respuesta de la policía son obvios. Lo
que es más difícil de transmitir es la profunda y perdurable desesperación
que experimentan las personas y toda la comunidad cuando las emergencias
en sus vidas son ridiculizadas por las autoridades. Necesitamos
empezar ahora mismo a establecer una verificación independiente
sobre el ejercicio que la policía hace de su autoridad en Santa
Rosa.
Esperamos
que esta carta transmita a ustedes la magnitud de nuestra preocupación
y frustración, así como la urgente necesidad de que actúen ahora
en nombre de la comunidad de Santa Rosa en su conjunto. Esperamos
trabajar con ustedes en la búsqueda de una solución.
Agradecemos
su atención.
Sinceramente,
Marie
De Santis
Directora
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