Con
los precios por los cielos de las viviendas en el interior de
Sonoma, la población latina está siendo rápidamente empujada
hacia los límites del condado. Si los vitales recursos en idioma
español son tan escasos en Santa Rosa, en las áreas circundantes
son prácticamente inexistentes. Sumemos a ello los problemas
de transporte, los ingresos por debajo de la línea de pobreza,
los problemas con los idiomas, así como una policía de pueblo
pequeño que se rehusa a satisfacer las crecientes necesidades
en cuanto al uso del idioma español. Todo lo anterior se confabula
para que las mujeres latinas que son víctimas de violación y
violencia doméstica en los pueblos de los alrededores a menudo
estén condenadas a permanecer atrapadas en la violencia.
Una de las primeras
cosas que hacemos con las numerosas clientas hispanas que llegan
a nuestro Centro desde las afueras del condado consiste en buscar
en el área a esas personas especiales que tienen el toque ideal.
Pueden ser hombres o mujeres, amistades de la víctima, vecinas
o vecinos, compañeras o compañeros de trabajo, así como profesionales
en otro campo. Lo que buscamos es esa valiosa combinación de
intuición, recursos y la voluntad para aprestarse a ayudar.
Con poca o ninguna capacitación, estas personas a menudo hacen
toda la diferencia del mundo para las víctimas, quienes de lo
contrario se sentirían aisladas y lejos de recibir ayuda. Estas
personas son verdaderos tesoros comunitarios.
Fue así como conocimos
a Verónica Hernández, nuestro "tesoro comunitario bilingüe"
de este mes. Buscábamos en Cloverdale a la persona idónea que
pudiera ayudarnos con una víctima residente en ese lugar, quien
se sentía muy sola. Verónica supo exactamente qué hacer y qué
decir, aunque nunca antes lo había hecho.
Fue
hace apenas dos años que Verónica llegó por primera vez a los
Estados Unidos y ya ha contribuido enormemente con nuestra comunidad.
Una vez aquí, al mismo tiempo aprendió el inglés y en sólo un
par de meses completó en el Junior College de Santa Rosa (SRJC)
un programa de trabajo social que suele durar dos años. Actualmente
imparte clases sobre salud y capacita a otras personas como
voluntarias en trabajo comunitario en Cloverdale.
Verónica fue siempre
así de dedicada a la excelencia y al buen desempeño en su natal
Cuernavaca, en México. Hija de una mujer y un hombre muy trabajadores
cuyo exitoso negocio de distribución de periódicos permitió
que la joven asistiera a la universidad, Verónica continuó después
con un programa avanzado en biotecnología. Más de la mitad de
estudiantes en ese programa eran mujeres tan decididas como
ella. "El machismo está todavía muy vivo en las áreas rurales",
dice, "pero hay grandes cambios en las ciudades mexicanas".
Dado
que la microbiología continúa siendo su primer amor, a Verónica
a veces le sorprende que ahora esté involucrada en la enseñanza
y en organizar cuidados de salud. Y también le sorprende haber
descubierto que le gusta tanto hacerlo. "Mi educación me hace
humilde. Me motiva a querer compartirla con personas que no
tuvieron esa oportunidad".
Verónica también
se siente muy agradecida con el Centro de Salud Familiar Coppertower
en Cloverdale por la capacitación que recibió allí a través
de la clínica y por la oportunidad que se le ha dado de salir
cada día a impartir educación a familias campesinas en el norte
del condado de Sonoma.
Como toda buena organizadora,
una de las principales metas de Verónica consiste en entrenar
a otras personas a realizar el mismo trabajo educativo de calidad
que ella desempeña en la comunidad. Les enseña desde salud infantil,
tratamiento de la diabetes y planificación familiar hasta cómo
enfrentarse al sistema de cuidados de salud. "Y algo que para
mí es también muy importante", dice en su estilo intensamente
reflexivo: "quiero ayudar a la gente a recordar nuestros bellos
valores mexicanos, a la vez de motivar a las familias a aprovechar
las oportunidades que aquí tenemos".
Al
igual que ocurre con muchas de las brillantes jóvenes latinas
que trabajan en servicios en el condado, a Verónica frecuentemente
se le pide encargarse de tareas que están bastante alejadas
de la descripción de su cargo, como sucedió cuando un día la
llamamos para que nos ayudara en el caso de una víctima de violencia.
Y también como otras que carecen de una capacitación específica
en el manejo de la violencia, Verónica puso su mente y corazón
a la tarea. Y con ello, le dio el toque ideal.